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Persistiendo en la Oración

(Domingo 22-03-2020)
Pastor Javier Bertucci

Isaías 26:20: “Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras de ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.”

Colosenses 4:2: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.”

Persistencia o perseverancia traduce “apasionado por algo o alguien”. Debemos entender que la oración debe ser una actitud constante en el creyente, no debe hacerse solamente en determinado día, sino que ella es la mejor herramienta que tiene la Iglesia, pues, funciona como antiséptico ante lo que amenazada la vida de aquellos que no tienen ninguna posibilidad de defenderse. La Iglesia no solamente debe aportar su poderosa y persistente oración, sino actos de bondad que vayan de la mano de su oración, sabiendo que es verdad que Dios nos cubre, nos guarda, porque no estamos obrando en egoísmo, sino en solidaridad, que es el arma más poderosa contra lo que nos amenaza.

Debemos entender que la oración no solamente es una práctica mecánica que hacemos, es una práctica que nos cambia, y anima a nosotros. Hay que persistir y perseverar en la oración, entendiendo que Dios va a responder a ella, y que nadie pierde tiempo orando, todo el que lo hace invierte en un milagro, en algo grande, y en lo que viene; lo que hoy acontece pasará, y Dios nos dará la victoria. Algo grande viene después de esta indignación que estamos atravesando, y si oramos y nos mantenemos en esa actitud, vamos a ver más allá de lo que podamos estar atravesando hoy.

Cuando hablamos de persistencia o en Colosenses se habla de perseverancia, es de una actitud constante por un milagro, que anhela que Dios proteja a los débiles e inocentes, y que intervenga en la salud de todos los que están luchando. Todo aquel que esté orando en fe va a obtener victoria. No caigamos en temores, porque donde los hay, la fe no puede obrar, la fe obra en donde hay seguridad. Vamos a mantenernos enfocados en nuestra oración, pero también en cómo Dios quiere que nosotros cambiemos y afinemos nuestra vida, oigamos a Dios en este tiempo, en medio de este silencio que no tenemos más que hacer, solo esperar.

Habacuc 2:1: “En mi puesto de guardia[a] estaré, sobre la fortaleza afirmaré el pie. Velaré para ver lo que se me dirá y qué he de responder tocante a mi queja.”

Es importante no solamente la actitud que tomamos cuando oramos, sino luego de que lo hacemos, porque este es un gran problema que tienen muchas personas, que solamente mantienen una postura correcta al orar, el asunto es, que hacemos y pensamos después que oramos, porque es lo más importante. Después que oremos debemos mantener una actitud de fe y de confianza permanente de que algo grande viene.

Cuando oramos, la oración al primero que debe afectar es a nosotros mismos, y cuando salimos de ese momento debemos hablar lo que oramos y confesamos, mantenernos en esa postura. Cuando los pensamientos contrarios vengan, debemos creer y confesar la Palabra, guardémonos de comentarios fatalistas y guardemos a nuestra familia. Perseveremos en la oración, mantengámonos firmes en esa causa, guardemos lo que nos corresponde guardar.

Todos tenemos responsabilidad en el tiempo que estamos atravesando. Habacuc mantuvo sus pies firmes en el lugar que le correspondía, y esa debe ser la actitud en nuestra casa, en medio de momento que estamos atravesando; entendamos nuestra responsabilidad y asumámosla. Somos personas emocionales y espirituales, son realidades del ser humano, pero lo que sea más fuerte en nosotros, es lo que nos va a controlar. El momento exige que seamos más espirituales que emocionales, esto quiere decir que, aunque sintamos las emociones, no permitiremos que ellas nos controlen, sino que la convicción de lo que estamos orando sea lo que nos controle.

Mantengámonos en una actitud coherente de confesión de lo que oramos, no sabemos cuándo pasará todo esto, pero si nos dedicamos a lo espiritual, vamos a gozar de victoria. Si del momento difícil salimos igual, habremos perdido el tiempo, pero si se gestan buenos resultados, habremos tenido éxito.

Habacuc 2:3: “Aunque la visión tarda en cumplirse, se cumplirá a su tiempo, no fallará.
Aunque tarde, espérala, porque sin duda vendrá, no tardará.”

Dios promete responder aunque pasen algunos días, Él va a venir en nuestra ayuda, sigamos esperando en nuestro milagro. La persistencia y perseverancia debe ser la actitud diaria en este momento.

1 Reyes 18:41-45: “Entonces Elías dijo a Acab: «Sube, come y bebe; porque ya se oye el ruido de la lluvia». Acab subió a comer y a beber. Pero Elías subió a la cumbre del Carmelo y, postrándose en tierra, puso el rostro entre las rodillas. Luego dijo a su criado: –Sube ahora y mira hacia el mar. Él subió, miró y dijo: –No hay nada. Pero Elías le ordenó de nuevo: –Vuelve siete veces. A la séptima vez el criado dijo: –Veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Elías dijo: –Ve y dile a Acab: “Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te lo impida. Entre tanto, aconteció que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo un gran aguacero. Subió a su carro Acab y se fue a Jezreel.”

La oración se trata de hacerlo, pero luego seguir siendo correspondientes a ella. Elías mantenía una comunión constante con Dios que le permitía vivir correspondiente a lo que oraba. Muchas veces los hombres de Dios dirán cosas que no se verán, pero que van a ocurrir; creemos que Dios viene con algo grande en sus manos. La oración no depende de la posición física que tengamos, sino de la fe que manifestemos en nuestro corazón. El que ora puede sentir incertidumbre de que no acontezca lo que está orando, pero la oración se trata de oír la voz de Dios para mantenerse en coherencia en lo hemos que oído de Él. La oración nos hará un desafío a los cincos sentidos, y mañana las cosas se pueden poner peor, pero aunque no lo veamos, debemos permanecer creyendo. Lo que pasa hoy no afecta lo que viene mañana, lo que esperamos viene de la mano de Dios.

Lo que acontece hoy es consecuencia de la maldad de la humanidad, viene del mal manejo del mismo ser humano, por eso debemos orar a Dios para que esto pase y Él tenga misericordia, pero también es momento para reflexionar y mejorar nuestras vidas, de volver a los valores espirituales. Oremos con determinación, y no dejemos de hacerlo hasta ver los resultados que queremos. Nuestra oración tiene el poder de cambiar las circunstancias, así que mantengámonos en fe orando, porque viene lo mejor. Cuando veamos un pequeño avance, eso pequeño puede ser menospreciado por el incrédulo, pero los hombres de fe, lo pequeño lo aumentan para potenciar su milagro. Sigamos orando, no dejemos de hacerlo, porque algo grande viene, Dios va a responder. ¡Vamos a seguir orando!

Daniel 10:11-13: “Me dijo: “Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que he de decirte y ponte en pie, porque a ti he sido enviado ahora”. »Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: “Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.”

Todo creyente debe tener una poderosa determinación de que Dios va a hacer algo. Los retrasos en nuestras oraciones muchas veces es debido a batallas espirituales, pero qué va a determinar que ellas lleguen, nuestra persistencia en la oración. No dejemos de orar, porque ya Dios mandó su respuesta, solo es cuestión de días para oírla. Viene algo grande, Dios va a responder. No solamente Dios está oyendo nuestra oración, sino que va a venir. ¡Prontamente veremos un gran milagro!

Éxodo 32: 4,7,14: “Él los recibió de sus manos, le dio forma con un buril e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces ellos dijeron: –¡Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto! Entonces Jehová dijo a Moisés: –Anda, desciende, porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido. Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo habría de hacer a su pueblo.”

El que ora desarrolla argumentos, y más si lee la Biblia, recordemos que Dios responde a argumentos. Debemos argumentar la oración, por qué queremos ese milagro. Podemos convertirnos en poderosos argumentadores para recibir nuestros milagros. Persistamos en la oración para que Dios traiga paz a este pueblo, y nos acompañe en medio de este momento difícil. Perseverar en la oración nos traerá como consecuencia un gran milagro. ¡Después de este momento vendrán días de gloria para nuestro país!