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El gran llamado

(Domingo 02-02-2020)
Pastor Javier Bertucci

Juan 13:35: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.

Todos los que dicen ser discípulos de Jesús deben tener una característica única: tener amor los unos por los otros. En la actualidad, aparentemente lo que están haciendo los líderes cristianos es sembrando disensión entre unos y otros; sin embargo, tenemos una fábula evangélica que habla de unidad, pero hasta que no entendamos que lo único que nos puede unir es el amor, jamás nos uniremos. El motor del Cielo jamás fue otra cosa que el amor, dice la Biblia: “De tal manera amó Dios al mundo” (Juan 3:16), indicando esto que el Padre envió a su Hijo por amor, y eso fue lo que dio inicio al plan de redención para la humanidad.

La mayor característica de un creyente es el amor que tiene hacia a otros, no en el amor que se tiene a sí mismo. La primera característica para saber si somos o no discípulos de Dios es que tengamos la capacidad de amar a los demás, no nos empeñemos en odiar y en guardar rencores siendo cristianos. Una de las principales razones por las cuales se desarrollan enfermedades en el cuerpo humano, demostrado científicamente, es por razones psicosomáticas, es decir, por razones de la mente y del corazón. El asunto de la ira es un sentimiento natural del ser humano, pero el rencor y el odio no, por ello Jesús dijo en la Cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:24), palabras que solo pueden venir de un corazón puro y limpio del odio y el rencor.

El mayor llamado que podamos tener no es tener un gran ministerio ni una gran iglesia, sino amor en el corazón para repartir a todo el que lo necesite. El día que nuestro corazón no esté dispuesto a amar y a perdonar, ese mismo día Dios no podrá usarnos, porque de toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida (Proverbios 4:23). Hay gente que nos puede destruir más desde el odio que generamos hacia ellos, que de la misma razón por la cual odiamos. En el Reino de Dios todos somos diferentes en formas, colores y acciones, pero todos tenemos un solo Dios, un solo Espíritu Santo, una sola Biblia y un solo cielo al que todos iremos, por eso, la tolerancia es tan importante entre nosotros. Así que, no critiquemos, toleremos; no odiemos, amemos; no guardemos rencor, perdonemos, y esa será la mayor marca del cristianismo en nuestras vidas.

Efesios 5:2: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”.

El Señor Jesús llegó a decirnos: “amen a sus enemigos” (Mateo 5:44). Muchos piensan que ser cristiano es cumplir una serie de normas, pero la característica más importante, porque es la más pura y profunda, es el asunto de amar, que debe ir acompañada de perdonar y tolerar. El Reino de Dios es amor, paz y gozo. Si amamos, perdonamos y toleramos, vamos a vivir cien años. La base para cualquier servicio a Dios es el amor; si lo que hacemos, no lo hacemos por amor, no es olor fragante a Dios. La exigencia que el mismo Padre le hizo a Jesús es que si no andaba en amor y amaba a todos, aun aquellos que hablaban mal de Él, no podía ser presentando como una ofrenda de olor fragante al Padre.

Quien está lleno de amor es dadivoso, se complace en dar, perdona a quien se lo pide, y a quien no también, es cariñoso y no es mal pensado; un corazón lleno de amor tiene características únicas, no está pendiente de lo que la gente le dice, porque camina bajo sus propios valores y convicciones. Caminar en amor debe ser lo más importante para nosotros. La Biblia dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Romanos 5:5), así que todos tenemos amor para dar a otros. Debemos amar a nuestros hermanos, aunque les veamos fallas.

Efesios 3:19: “Y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que sean llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. (NBLA)

El amor del ser humano está condicionado, pero el de Dios no, podemos fallarle mil veces, y mil veces Él volverá a perdonarnos, recibirnos y amarnos, aun nos recibirá con tanto amor que el que no pecó creerá que es menos amado. Ahora bien, el amor de Dios no puede ser entendido, solo recibido; este amor no tiene límites ni condiciones, si tratamos entenderlo, no lo lograremos, no sigamos tratando de entenderlo, solo recibámoslo y démoslo a otros.

Romanos 8:35-39: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Hemos sido llamados a ser agentes llenos de amor, y a caminar en ese amor, pero para poder hacerlo, debemos conocer – no entender –, el amor de Cristo. La esencia de Dios es amor, por eso no podremos entenderlo, recibámoslo y demos gracias a lo que de gracia hemos recibido. ¡Tenemos vida porque Dios nos ama! Cuando demos amor nada nos faltará. No permitamos que ninguna circunstancia nos separe del amor de Dios.