Project Description

¡Esto va a cambiar!

(Domingo 19-04-2020)
Pastor Javier Bertucci

La fe y la esperanza son unas de las más grandes e importantes anclas para el cristiano. Esa doctrina de creer en el destino y asumir que lo que nos acontece se debe aceptar y no se puede cambiar, no es la verdad, todo lo que hoy pasa, mañana no será. Todo ser humano debe prepararse para los cambios, los cuales son indispensables para la vida. Quien siempre cambia está en una constante transformación.

Proverbios 4:18: “Más la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.”

Como creyentes no somos producto terminado, sino en proceso, pero de lo que sí estamos convencidos es que, el que comenzó la buena obra en nosotros, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).

Todo cristiano debe ser profundo en su relación con Dios, y alto en su dignidad de vida; además, debe estar decidido a cambiar. En nosotros las actitudes negativas deben ser transformadas en positivas.

Veamos la historia de Moisés, quien fue educado con toda la arrogancia de un príncipe de Egipto. Al principio era arrogante y de mal carácter, iracundo y con una formación absolutamente contraria a la de un liberador del pueblo de Dios; sin embargo, Dios le escogió, y luego fue llamado al desierto por 40 años para ser transformado.

En un momento Moisés se airó y quebró las tablas de los mandamientos de Dios, después de 40 días estando con el Padre, pero Dios le dijo: “Vuélvalas a hacer” (Éxodo 34:1). Muchas veces, cuando accionamos como Moisés, creemos que es Dios quien nos debe solucionar las cosas, cuando somos nosotros mismos quienes debemos reparar lo que quebramos. Dios va a hacer lo último y nosotros lo primero, y lo principal es decidirnos a cambiar, debe haber una determinación en nosotros para que se pueda gestar un verdadero cambio. Lo peor que nos puede pasar, es tener 40 días encerrados con Dios y seguir siendo los mismos.

Éxodo 32:7-10: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es de dura cerviz. Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.”

Que decepción para Dios y Moisés que solo en 40 días, mientras Moisés recibía las tablas de la ley, el pueblo de Israel adora a un becerro de oro, y lo declaran como el Dios que los sacó de Egipto. Qué fácil es olvidarse del Dios de milagros de ayer y entregarse a un nuevo dios. De un alma que se queja nunca saldrá una acción de gracias.

Dios le advierte a Moisés que su pueblo se ha corrompido; es lo mismo que acontece cuando un hijo hace una travesura y su madre lo corrige, y luego la madre va a donde el padre, y le dice lo que su hijo ha hecho mal. Así le dijo Dios a Moisés: “Ahí está tu pueblo” (Éxodo 32:7), pero grande es Dios.

Moisés descubre que el Dios Todopoderoso también tiene un gesto de decepción, pero lo importante de todo es que, nadie se decepcionará de alguien que no ama, solo nos podemos decepcionar de lo que amamos. La decepción es consecuencia de un sentimiento que puede ser revertido. Moisés se da cuenta de que el Dios Todopoderoso tiene sentimientos.

Moisés fue instruido o entrenado como emperador de Egipto, en el análisis de otras personas, sabía detallar a los demás por sus gestos y palabras, era un hombre natural, pero también espiritual, y descubre en Dios molestia, decepción y herido en su amor. Dios le dice a Moisés: “tu pueblo”, queriendo decir: “no el mío”.

Desarrollemos una relación íntima con Dios, en la que no quepa nadie más, solo Dios y nosotros. Mientras más conozcamos a Dios, más nos daremos cuenta de que es tan noble, sincero y transparente en sus acciones. Creo que la relación de Dios con Moisés se derivaba del tiempo que Moisés pasaba con este gran Dios.

La oración es ese tiempo de relacionarse con Dios, y nunca será tiempo perdido, sino invertido. En los 40 días que Moisés estaba hablando con Dios desarrolló una relación muy profunda de conocerle, tanto que Dios le dice a Moisés, déjame molestarme, y le pide que le deje acabar con ese pueblo, y que Él hará de Moisés una mejor nación, fuerte y poderosa (Éxodo 32:10), una oferta muy tentadora para Moisés, pero Dios conocía su corazón.

Éxodo 32:11: “Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?

Es sorprendente la confianza tan íntima de Moisés con Dios; alguien sin conocer esta relación diría que Moisés fue un abusador, pero ellos tenían una relación de confianza e intimidad que para muchos puede ser abusiva. Moisés y Dios tenían una verdadera relación de Padre e hijo, que le permitía hablarle así, y entre ellos seguía siendo una relación de profundo respeto.

Nosotros no hacemos entrar en consciencia a Dios, Él es el Creador y todo lo sabe. Un ser humano puede entender que Moisés estaba haciendo entrar en razón a Dios, pero simplemente era una conversación entre dos amigos. Seamos amigos de Dios. Si todos nuestros intereses personales están planteados y alineados conforme a los de Dios, llegaremos a ser no solo hijos, sino amigos de Él.

No critiquemos la relación de Moisés con Dios, no pensemos que Moisés fue un abusador. Notemos el poder de cambio que hay en una relación con Dios, muchos le llamamos pactos, pero más allá de eso, es relación.

En una relación con Dios lo espiritual y lo emocional se encuentran. En lo que podamos atravesar sabemos que Dios nos va a ayudar, no nos va a dejar, Él va a estar allí, y en esa confianza sabemos que todo va a pasar y a estar bien.

Cualquier cambio viene derivado de nuestra relación con Dios, no podemos intentar cambiar a terceros sin nosotros tener una relación íntima con Dios en la que seamos cambiados. El cambio de otros es producido por la influencia que viene de su interior, consecuencia de la relación con Dios. Solamente necesitamos pasar tiempos de calidad con nuestro Dios.

Necesitamos interacción de mente y espíritu con Dios. El cerebro procesa la idea y dice la palabra. Dios tiene la capacidad de saber lo que pensamos antes de que lo digamos; así que podemos hablar con Dios sin decir ninguna palabra, porque Él conoce nuestros pensamientos.

Moisés en la confianza de su relación con Dios le dice: ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete al ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo (Éxodo 32:12). Moisés solo estaba argumentando para la salvación de un pueblo. Como padres amamos a nuestros hijos, y siempre los perdonaremos.

Moisés como líder tenía la responsabilidad de llevar al pueblo a Canaán, y aunque tenía la tentación de hacerse de un mejor pueblo, no se iba a desviar, sino que tenía que completar la tarea que Dios le encomendó. Moisés sabía cuánto Dios amaba a este pueblo, y que estaba herido precisamente por su amor hacia ellos, así que decidió cumplir su misión y argumentar ante Dios para perdonar la decepción y recuperar la decisión de amor.

Moisés hizo que Dios recapacitara, que volviera a meditar sobre sus palabras contra este pueblo. Moisés hizo que Dios cambiara su posición, le dijo: “Vuélvete y arrepiéntete” (Éxodo 32:12). Primera vez que uno del pueblo de Israel le dice a Dios arrepiéntete.

Hay gente que se entrega al destino, pero Moisés no se entregó, Dios pudo haber consumido a fuego a Moisés y a su pueblo. Para Dios la historia siempre puede cambiar, en Él podemos escribir nuestra propia historia.

Cómo se puede llegar a pensar que un ser humano puede decirle a Dios arrepiéntete, mueve el mal que has pensado hacerle a tu pueblo, parecía imposible de cambiar los pensamientos de un Dios Creador del universo.

Éxodo 32:13: Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a esta descendencia toda esta tierra que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.

No solo podemos decirle a Dios vuélvete y arrepiéntete, sino que podemos recordar que Él cumple sus pactos.

El Dios que nos conoce a nosotros, pero que nosotros no conocemos, está ansioso de que le conozcamos, de que no solo pasemos tiempo con Él pidiéndole, sino tiempo con Él para conocerle. Que desagradable es para un padre saber que un hijo solo pide y no aprecia su compañía; debemos disfrutar de estar con Dios, disfrutar su compañía que es solo por fe.

Moisés le recordó a Dios que Él cumplía sus promesas, y que le había prometido a Abraham que multiplicaría su simiente, y este pueblo es simiente de Abraham. Entonces Jehová se arrepintió, cambió de parecer (Éxodo 32:14).

Las adversidades que nos puedan venir pueden cambiar. Tenemos un Dios que es el mismo por los siglos de los siglos, y Él puede cambiar la angustia o la frustración, Él tiene el poder para cambiarlo todo.

Jehová se arrepintió del mal que había de hacerle a su pueblo Israel. La gente llega a pensar que un hombre como Moisés no era capaz de cometer errores, pero ese mismo hombre que cometió errores, hizo que Dios se arrepintiera.

Éxodo 32:19: “Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.”

El hombre que convence a Dios de no airarse y no actuar en medio de esa ira, se airó al ver al pueblo adorando al becerro, y en su furor quiebra las tablas de la ley, los mismos mandamientos que Dios había escrito con su propio dedo.

Un hombre iracundo que no podía controlar su propia ira logró que Dios controlara la suya. La gente hace conceptos tan errados de los hombres de Dios, y llegan a pensar que los hombres de Dios no tienen defectos. Moisés lo que quebró no fue el plato donde comía, sino algo tan santo y tan de Dios como las tablas de la ley, que no pertenecían a Moisés, eran la ley de Dios, pero ese hombre que quiebra la ley, es el mismo que hizo que ese Dios capaz de quebrar un planeta, se calmara, palabras más o menos le dice: Cálmate Dios, como vas a actuar así, y Dios acepta.

Moisés le dijo a Dios que había roto las tablas, y Dios le dice que igual buscará dos piedras y volviera a hacer el trabajo (Éxodo 34:1), para que Moisés entendiera que cuando nos enfurecemos, hay consecuencias.

Y le dice Moisés a Dios, cómo podemos saber si hemos hallado gracia delante de ti, cómo podemos saber que hemos sido perdonados (Éxodo 33:16).

Éxodo 33:1-2: “Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.”

Éxodo 33:15: “Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.”

Moisés amaba a Dios y le dice si tú no vas con nosotros, déjanos aquí, y podemos morir todos en este lugar, dándole a entender que lo que hago para ti no se compara a cómo te amo a ti.

La dignidad del pueblo de Dios no proviene de él, sino del Dios al que le sirve. A Dios se le honra desde el corazón, no solo con acciones. Dios siente el profundo amor de este hombre Moisés, y aun conociendo sus debilidades, asintió a que su presencia iría con ellos y les daría paz.

Éxodo 33:14: Y Él dijo: Mi presencia irá contigo, y te dará descanso.

En el original la palabra “descanso” significa “paz”. Dios conocía el corazón de Moisés, y sabía que se sentía culpable por lo que el pueblo, su hermano y él habían hecho, y Dios lo vio y le dijo: te voy a dar paz, haciendo saber que no era culpable y que de esta manera dejará lo pasado atrás.

Moisés, aquel iracundo, había cambiado producto de su profunda relación con Dios, y esto lo hizo un hombre humilde y manso. Sabemos que Moisés no entró a la tierra prometida, y podemos arriesgarnos a explicar el por qué Dios no le permitió entrar. La Biblia explica que cuando muere Moisés, el Arcángel Miguel tuvo que pelear por su cuerpo contra Satanás que quiso arrebatarlo.

Deducimos que su cuerpo fue llevado directamente al cielo.

Debemos comprender que no solamente amamos a Dios, Él nos ama a nosotros profundamente.

Amemos a Dios y veremos como todo a nuestro alrededor va a cambiar conforme a su amor, y a lo que Él es.

Aprovechemos de pasar tiempo con Dios, jamás nadie podrá hacernos sentir tal amor y paz como Él.