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La bendición en la tierra de tu aflicción

(Domingo 08-03-2020)
Pastor Francisco Barrios

Proverbios 30: 21-23: “Por tres cosas se alborota la tierra, la cuarta ella no puede sufrir: Por el siervo cuando reina; Por el necio cuando se sacia de pan; Por la mujer odiada cuando se casa;
Y por la sierva cuando hereda a su señora.”

La Biblia aclara que es peligroso cuando se alcanza una posición elevada sin tener un corazón elevado, es decir, colocar a una persona de rey con mentalidad de esclavo. Dios no tiene problemas con que un esclavo gobierne, lo único que Dios quiere es que no gobierne con mentalidad de esclavo, sino con el corazón de un rey, por eso cuando Dios llama a Salomón, le dice: “Pídeme lo que quieras” (2 Crónicas 1:7), pero Salomón no pidió nada afuera, pidió algo en su corazón que pudiera compartir con otros, y dice la Biblia que Dios le dio anchura de corazón y sabiduría como las estrellas del cielo (1 Reyes 4:29). Para Dios darle a alguien grandeza externa, primero le da grandeza interna, porque si no tenemos grandeza interna, y Dios nos da algo afuera, una posición elevada o dinero, esa prosperidad nos echará a perder (Proverbios 1:32), nos convertiremos en un peligro para nosotros mismos, para nuestra familia y para la tierra, y Dios no quiere a gente peligrosa en la tierra, sino a gente que la bendigan.

Dios para poder darnos posiciones elevadas, primero va a hacer transformaciones elevadas en nuestro corazón, porque no le puede dar Dios a un pastor una Iglesia de mil, cuando en su corazón solo caben diez nada más; primero vamos a sufrir una transformación interna para que Dios pueda darnos grandeza. El problema de los cristianos es que no entienden los procesos de Dios para la grandeza, piensan que la tierra de su aflicción es la tierra del olvido o del desecho, cuando Dios no los está olvidando, pues, la tierra de la aflicción es el camino para la bendición, porque Él va a usar estas cosas para dar anchura de corazón, y cuando se alcanza esa grandeza, entonces vendrán las posiciones de grandeza, si antes no tenemos eso, Dios no nos puede llevar a otro lugar.

Si no hay madurez en nosotros no vamos a recibir nuestra herencia, el apóstol Pablo le escribió a los Gálatas que, no importa cuán heredero seas de Dios, si no hay madurez en ti, no vas a recibir tu herencia, sino que estará en manos de cuidadores y tutores hasta el tiempo señalado por el Padre (Gálatas 4:2). Pablo también aconsejó a los Corintios y les dijo que miraran lo que le pasó al pueblo de Israel, pues al desierto al que Dios los llevó no era para que murieran allí, sino para que sufrieran una transformación, para poderlos llevar a la tierra de Canaán. Para poder tener grandeza afuera, Dios necesitaba sacar al esclavo de adentro, a la mentalidad de pequeñez, pero ellos no lo entendieron, y dice Pablo: “No seamos como ellos, que murmuraron en medio de su aflicción y fueron destruidos”. No nos quejemos en medio de nuestros desiertos y problemas, porque tal vez esa no es la tierra de nuestra maldición, sino la tierra de nuestra transformación para llevarnos a la grandeza. Tal vez, hemos estado quejándonos, cuando Dios ha estado obrando en medio de ese proceso. Cada vez que entremos en el desierto recordemos que Dios tiene para nosotros un Canaán.

Muchos creen que, porque son usados, están siendo aprobados. Sansón era tremendamente usado, Dios lo llamó para liberar a Israel y por eso le dio un don, este hombre agarraba la quijada de un animal y mataba a diez mil filisteos (Jueces 15:16), pero dice la Biblia que, hacia eso en el día, pero en la noche estaba durmiendo con una prostituta; era tremendamente usado, pero no estaba siendo tremendamente aprobado. Por eso Pablo le escribe a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). No podemos impresionarnos con los dones de alguien, sino con la vida que lleva luego de que ministra. Cuando la humildad está muerta, entonces la grandeza también lo está. El camino a la bendición, es el lugar de nuestra aflicción. Dios necesita procesarnos para darnos la grandeza.

Deuteronomio 8:16: “Que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien.”

El lugar de la aflicción es el lugar de nuestra bendición. Dios no nos puede dar grandeza afuera si primero no tenemos grandeza dentro, Él necesita sacar de nosotros la mentalidad de esclavos, porque quiere transformarnos en leones, pero no podemos seguir teniendo mentalidad de gatos. Dios no solo quiere que tengamos apariencia de león, sino que realmente seamos leones.

Génesis 45:8: “Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.”

José es un ejemplo de cómo la tierra de la aflicción se convierte en la tierra de la promoción. Este hombre permaneció en su proceso más de diez años, en ese tiempo pudo haber dicho: “Dios me olvidó”, porque estuvo en una cisterna, fue vendido por sus hermanos, cuando fue esclavo lo acusaron de violación, y fue enviado a la cárcel, es decir, sufrió injusticia, tras injusticia, pero Dios en medio de ese tiempo lo estaba procesando para la grandeza en el corazón. Dios no le va a dar grandeza a nadie que esté tratando de apagar la luz de otros.

1 Corintios 10:1-13: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”

Hay una bendición disfrazada de aflicción, Dios nos está procesando para darnos anchura, fe, y de esta manera transformarnos de gatico a león, pero qué nos va a llevar a conquistar, la a actitud que tengamos en medio de ese momento. Dios necesita darnos provisión, pero primero necesita darnos grandeza en el corazón, para que podamos administrar el dinero, porque de lo contrario, seremos prósperos, pero necios, y Dios no quiere eso, sino gente en posiciones de influencia y prosperidad a gente que tenga la capacidad. Los malos tiempos preparan a gente ordinaria para hacer cosas extraordinarias.

Salmo 4:1: “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración.”

En la angustia estamos siendo ensanchados, Dios está entrenando al león y la leona para lo glorioso que Él quiere hacer. Quiero anunciarles que el tiempo de la prueba y de la aflicción está terminando. La noche está avanzada y se acerca el día. Mantengámonos creyendo, orando, firmes en nuestra posición, porque ya viene el amanecer para nuestras vidas. La misma tierra que nos afligió y nos humilló, es la misma tierra que nos va a bendecir. ¡Dios va a transformar lo doloroso en provechoso!