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Mantén tu esperanza

(Domingo 29-03-2020)
Pastor Javier Bertucci

Romanos 15:13: “Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.”

En medio de la prueba no es normal tener gozo y paz, pero ese momento es oportuno para que seamos llenos de estos dos grandes atributos de Dios. Cuando tenemos gozo y paz en medio de las circunstancias, tenemos una fe eficiente, y abundamos en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Pablo dice que la condición ideal de un creyente, es tener en medio de la adversidad gozo y paz, teniendo presente que Dios le sacará adelante, y no desamparará a sus hijos. El gozo y la paz es una manifestación del Espíritu Santo.

En las peores circunstancias tengamos esperanza, y aun, animemos a otros a tenerla. El que entra en desesperación, pierde la esperanza, y no es una opción en este momento perderla, porque estaremos perdiendo también nuestro futuro. La única forma de mantener nuestro futuro, es mantener nuestra esperanza; si mantenemos la esperanza, mantenemos nuestro futuro y el pacto vigente. Por parte de Dios el pacto siempre estará vigente, somos nosotros quienes lo echamos al piso cuando no lo creemos, y no nos movemos en él.

Cuando perdemos la esperanza, perdemos también nuestra visión. No podemos solo enfocarnos en lo que está pasando hoy, y desenfocarnos en lo que Dios quiere hacer mañana, debemos creer en lo que Dios va a hacer y salir airosos de las pruebas, porque este no es el fin, así que, aguantemos un poco más, porque esto va a pasar. No llamemos a la enfermedad, llamemos a la sanidad, mantengamos nuestra fe, porque cuando la perdemos, todo se nubla. Hay que permanecer en la esperanza y en la fe, firmes en ellas, recordemos que somos luz en medio de las tinieblas, es decir, paz en medio de la angustia. ¡Hay que mantener la esperanza!

Si hemos perdido la fe, volvamos a la Biblia y a la oración con mayor énfasis, ímpetu y pasión, porque cuando recuperamos la fe, viene de vuelta la esperanza; y el que recupera el futuro, recupera la visión; y al recuperar la visión, se recupera la pasión. Cuando sintamos que ellas se apagan, volvamos a encenderlas. El problema no es apagarse, sino volverse a encender; si hemos reconocido que nos hemos apagado, debemos prontamente recuperar la fe, la esperanza y la pasión, ellas deben venir por un orden que viene del Espíritu Santo de Dios. Cuando alguien se apaga no debe fingir que su vida está encendida, debe ser sincero, e ir a Dios para volver a recuperar su fe, recordemos que el que persevere hasta el fin, es el que va a vencer.

Filipenses 1:20: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, tanto si vivo como si muero.”

Nadie desea lo que no ve, y desear algo nos hacer creer, tener esperanza, estar firmes en que lo recibiremos, y en que no seremos avergonzados. Debemos seguir avanzando con la mirada firme hacia adelante, porque si nos apagamos en nuestro deseo espiritual, es muy peligroso. En medio de las crisis, como hijos de Dios, siempre tenemos algo que hacer, y si hacemos lo que nos corresponde hacer, tendremos un gran saldo al final de ese momento. Las crisis no nos detienen ni nos vencen, nos empujan a tener un mayor nivel espiritual con Dios, porque lo que viene no tiene el poder de matarnos, sino de afinarnos.

Hebreos 10:23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.”

Debemos mantener la confesión de nuestra esperanza, porque no podemos decir que tenemos esperanza, y hablar como si no la tuviésemos, debemos hablar lo que creemos; ahora bien, sabremos que hemos perdido la esperanza cuando ya no la estemos hablando. Debemos mantenernos en lo que estamos creyendo, porque fiel es el que lo prometió, es decir, nuestro Salvador, por ello saldremos en victoria de cualquier situación que podamos atravesar. Cuando tenemos una confesión y una esperanza que no se debilita, vive en nosotros una abundante esperanza que se impone con fuerza ante todo lo que pueda venir, y aún puede alimentar a los que tenemos alrededor. Cuando tenemos una esperanza firme, ella no cambia, sino que es ella quien cambia todo lo que toca. La esperanza que no se debilita está en gente con ojos que brillan, y que dicen: “no perderemos, sino que venceremos”.

Hechos 27:20: “Al no aparecer ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.”

Puede que en determinado momento perdamos la esperanza, pero si esto ocurre, rápidamente debemos recuperarla, porque Dios siempre nos promete un futuro de paz y de bienestar. No entremos en desesperación, porque si Dios prometió hacer algo, lo cumplirá. No debemos estar tristes, la tristeza es sinónima de pérdida de esperanza, y no debemos ser como los que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13). Si perdemos la esperanza, nos entristecemos, así que no perdamos el gozo y la alegría, porque de esta manera mantendremos nuestro sistema inmunológico fuerte, por lo que la enfermedad cuando venga a nosotros tendrá que huir despavoridamente.

Hebreos 6:17-19: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento, para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo.”

La esperanza nos hace estar firmes en medio de cualquier circunstancia, ella es un ancla segura. Si tenemos una visión grande, debemos tener un ancla grande, y mientras más grande es nuestra ancla, más grande es nuestra esperanza, y permaneceremos firmes en medio de las peores circunstancias. Pero, no importa de qué tamaño sea nuestra visión, todos debemos tener esperanza.

Job 11: 18-19: “Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor y dormirás seguro. Te acostarás y no habrá quien te espante; y muchos suplicarán tu favor.”

La confianza está agarrada de la mano de la esperanza, sino tenemos confianza, no tendremos esperanza. La confianza nos da la seguridad de que lo que estamos atravesando es solo un momento, pero mientras que atravesamos esa circunstancia, Dios nos mantendrá cuidados y saludables, porque estamos dentro del pacto con una profunda esperanza inamovible. La manifestación de la esperanza es que miraremos alrededor y estaremos tranquilos, y dormiremos seguros. Si perdemos la esperanza, perdemos todo lo que tenemos, manteniendo la esperanza, mantenemos también nuestra salud. Nuestra confianza nos hace estar seguros y dormir tranquilos. ¡Lo que hoy atravesamos no viene para matarnos, sino para hacernos fuertes!