Project Description
Creyendo la palabra profética
(Domingo 16-11-2020)
Pastor Yobany Blanco
Profetizar es traer al presente la Palabra revelada de Dios para afectar nuestro futuro. Muchos piensan que lo que está escrito en la Biblia, ya pasó, o que fue solamente para un tiempo determinado, pero cuando el Espíritu profético y la Palabra se encuentran con la revelación, nos damos cuenta de que la Palabra está más vigente que nunca. La Palabra profética tiene la capacidad de despertar algo que se había muerto en nosotros, saca del corazón los planes de Dios y se los revela a sus hijos, y cuando esto acontece, empezamos a entender que lo que nos está aconteciendo es temporal, pero que la voluntad de Dios con nosotros es otra, que sus planes son de bienestar y no de calamidad, de vida y no de muerte (Jeremías 28:11). Nuestro futuro está en la Palabra de Dios revelada a nuestro corazón, y será mejor que nuestro presente. La Palabra profética rompe los límites de nuestro presente, trae una visión más amplia, y nos hace empezar a mirar con ojos de fe y de esperanza.
Es tiempo de meterse en la presencia de Dios hasta que Él nos diga una palabra para nuestro futuro, porque lo peor que nos puede pasar es que no recibamos la palabra profética en nuestro espíritu para el próximo año, y no es esperar que otros nos profeticen, en el Nuevo Pacto cada uno tiene que oír sus propias profecías, porque los hombres de Dios solo van a confirmar lo que hemos oído en el secreto, pero debemos anunciar sobre nuestros caminos lo que queremos ver. Hay palabras que Dios quiere cumplir en nosotros, porque lo ha anunciado, pero esas palabras están dormidas, porque la Palabra profética de Dios en el corazón de su pueblo, está pasiva. Los hijos de Dios somos los mensajeros de Él en la Tierra, por eso se nos pide que anunciemos el Evangelio, pero para ello debemos tener el carácter y la autoridad, que viene para despertar la actitud del pueblo. Dios nos quiere hablar lo que quiere hacer con nuestra familia en los próximos meses.
Las bendiciones y provisiones de Dios solo se despiertan con palabras proféticas que vienen de la boca de Dios, dicen las Escrituras: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mi vacía, sino que será prosperada para lo que la envié, y hará todo lo que yo quiera” (Isaías 55:11), el problema es que nosotros queremos que se cumpla a nuestra manera, y no es a nuestra forma, sino a la de Dios. Nadie nos puede matar la palabra profética que Dios nos da con ningún tipo de diagnóstico o pesimismo, una cosa es lo que dicen los hombres, y otra lo que dice Dios, y Él siempre tiene la última palabra. Los mensajeros de Dios oyen lo que otros no están oyendo, porque dice la Palabra que no hará nada el Señor, sin que se lo revele a sus siervos los profetas (Amós 3:7); antes de que Dios vaya a hacer algo, va a buscar un mensajero cercano a Él para revelárselo.
Las bendiciones para los hijos de Dios hay que arrebatarlas, tomarlas por la fuerza con autoridad, y cuando la palabra profética viene sobre nosotros, nos viste de una autoridad para tomar lo que nos pertenece; tenemos que pelear nuestro milagro, levantarnos y reclamar lo que nos pertenece. Hay gente que está muy tímida, y Dios dice que nos ha puesto por cabeza, y no cola (Deuteronomio 28:13), que nos ha elevado a lugares celestiales, con Cristo Jesús, a la diestra del Padre (Efesios 2:6), así que es hora de tomar la autoridad acerca de lo que Dios nos ha entregado.
Jeremías 1:5-9: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.Y yo dije: ¡Ah! ¡ah!, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca”.
Cuando tenemos el Espíritu de obediencia para ir a donde Dios nos desea enviar, tenemos la valentía para decir lo que Dios nos está demandando hablar, y es allí cuando entonces calificamos para ser usados por Dios. El temor de muchos es anunciar lo que Dios habló, porque sienten miedo de la gente, de que no suceda lo que Dios ha hablado, porque todavía viven para el qué dirán, y no para el Gran Yo Soy; si vamos a ser mensajeros de Dios, vamos a tener que tener la valentía de que no nos importe el qué dirán. Cuando el fuego de Dios toca nuestras bocas, cambia nuestro lenguaje.
2 Pedro 1: 20-21: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.
Una profecía es un mensaje inspirado por Dios, una revelación del Cielo; los santos hombres de Dios hablaron de parte Él siendo inspirados por el Espíritu Santo. Cuando Dios desata la Palabra, somos nosotros quienes le colocamos el tiempo de cumplimiento de ella.
Jeremías 1:10: ” Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.
Anunciemos en este tiempo lo que el Espíritu está hablando a los cuatro vientos. La palabra profética viene a traer libertad a los cautivos y a despertar a una nación, porque los tiempos difíciles son oportunidades de Dios para un pueblo entendido, porque Él siempre tiene un plan, un tiempo y un día, y ese día se está acercando, el día en que una nación se va a volver al Dios del fuego. Cuando aparece la Palabra profética, se anuncia una transcisión de un tiempo determinado al tiempo de Dios, y ese tiempo llega para cambiar la influencia y el liderazgo, y a anunciar que comienza una nueva temporada, un tiempo de Dios para su pueblo, y que la voluntad de Dios será hecha ya no en un pequeño territorio, sino en naciones y pueblos enteros. No es tiempo de estar estancado en la queja ni en el miedo, es tiempo de movernos a lo que Dios anuncie, porque tenemos que correr con lo que Él esté hablando, si no tenemos toda la fe, al menos obedezcamos. Cuando creemos la Palabra de Dios, se agudiza nuestra percepción espiritual, empezamos a mirar cómo Dios está obrando, y a entender que Él está a punto de hacer algo. Cuando Dios dice algo, es porque eso ya está terminado en el mundo espiritual, y solo está esperando que se anuncie en el mundo natural, para cumpla y acelere la Palabra que Dios ha dado.
Daniel 2:21-22: “El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz”.
Cuando llega la palabra profética, nos equipa de una capacidad para aprovechar los tiempos, y con ella nuestra oportunidad de liderazgo, los hijos de Dios empiezan a posicionarse, quienes nos criticaban, empiezan a seguirnos. La Iglesia va a entrar a lugares de influencia y poder, ¡hay un tiempo de Dios para esta nación! La Palabra profética de Dios trae luz y esperanza, disipa las tinieblas, trae un nuevo amanecer.
Santiago 5:17-18: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”.
Dios anda buscando los profetas de su Reino, los mensajeros, los anunciadores, los proclamadores de su mensaje para estos tiempos, pero los va a encontrar en el secreto, porque “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Salmo 25:14). Tenemos mucha Palabra de Dios, pero debemos traerla al presente, a la vigencia con la revelación del Espíritu Santo, para afectar nuestro futuro cercano. Los planes de Dios para esta nación ya están escritos y ya nos los reveló, así que venzamos las contradiciones de nuestra carne y mente.
Quienes crean la Palabra profética de Dios comerán del buen fruto de su boca y se saciarán, y aunque el milagro no acontezca en el primer o segundo intento, en el tercero acontecerá, y esto hará que nuestra fe sea más fuerte, porque son más los que están con nosotros, que quienes están en contra (2 Reyes 6:16), la nube de ángeles está a nuestro favor.