Project Description

Un cambio de época requiere un cambio de corazón

(Sábado 16-01-2021)

Pastora Rebeca de Bertucci

Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Dios requiere cambios en nuestros corazones para que podamos disfrutar de los días de gloria que vienen; y Él va a hacer una separación entre aquellos corazones que aman y aquellos que odian. El cambio principal que Dios está requiriendo para esta nueva temporada, es un cambio de corazón, porque del corazón es que salen las malas intenciones (Mateo 15:19), las cuales dañan, afectan e impiden la bendición de Dios sobre nuestras vidas, familias y país. Todos veremos los días de gloria, pero solo algunos podrán disfrutarlos, así que habrá una separación entre los que amen sin condiciones ni juicios ni rechazo ni odio, y los corazones entoxicados por la maldad, los cuales finalmente quedarán para observar cuando los de corazón limpio reciban su milagro. Si hay algo alojado en nuestro corazón que puede estar afectando lo que Dios va a hacer, Él puede cambiarlo, y debemos desear que Él lo haga, sea orgullo, altivez o arrogancia. Debemos entender que muchas veces hemos deseado el mal a otros, y para el cambio de época que se aproxima necesitamos un corazón sano de rencores.

Si los cristianos estamos intoxicados con odio, cómo vamos a cambiar a nuestro entorno y país. No podemos estar enfocados en el rencor, estamos en otro nivel, fuimos limpiados con la Sangre de Cristo, Él nos rescató de nuestra antigua manera de vivir, por lo tanto no respondemos con odio, sino con oración, porque nuestro socorro viene es de Jehová (Salmo 121:1), y Él es quien nos justifica, y abre camino delante de nosotros. Estos nuevos tiempos requieren corazones limpios, por medio de los cuales no fluya agua sucia, sino limpia, porque dice la Biblia que de una fuente no puede salir agua dulce y amarga (Santiago 3:11), y es un mandato bíblico amar a nuestros enemigos (Mateo 5:44), a aquellos que nos han hecho daño, porque cuando lo hacemos, Dios opera en justicia, así que bendigamos y no maldigamos.

Para llegar a la grandeza que Dios tiene preparada para nosotros debemos tener el corazón que a Él le agrada, porque el amor no mira colores ni rangos, sino los corazones que necesitan urgentemente un renacer del Espíritu Santo en ellos.

Mateo 5:38-39, 43-44: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”

No respondamos como nuestro adversario desea que respondamos, porque lo que busca es que nos alejemos de nuestro milagro y victoria, y muchas veces ya estamos a punto de recibirlo, y el enemigo puede envolvernos en un círculo vicioso, que va a impedir que los cielos se abran a nuestro favor. No permitamos que un corazón lleno de odio nos impida ver a nuestro Señor, así como una familia llena de amor. El tiempo está llegando, así que cuidemos y vigilemos nuestro corazón, amemos hasta que duela, hasta que Dios se alegre y se ponga de pie en el cielo, porque eso se llama gallardía y valentía. Vienen días de gloria, están llegando, y nuestros corazones deben estar dispuestos a cambiar cada día.