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La carrera es hasta el final
Pastor Yobany Blanco
(Domingo 14-02-2021)
Todo lo que Dios comienza, tiene un plan de perfeccionarlo hasta terminarlo, de hecho, cuando comienza algo, lo ve terminado. Dios nos rescató del mundo de pecado en el que estábamos separados de Él y ajenos a sus bendiciones, y si nos sacó de aquel lugar no nos va a dejar a medias, ni caídos, Él ha puesto su mirada en nosotros y nos va a dar su mano en el momento indicado, porque Dios no pierde una batalla. Nuestro reto y desafío es no turbarnos en medio del camino, porque la vida del cristiano, según la Palabra de Dios, es una carrera hasta el final, pero muchos creyentes se desaniman porque le vienen situaciones adversas, y no debemos tener una perspectiva solo del momento presente, sino del futuro, de ver nuestra vida hasta el final de nuestra carrera.
Filipenses 1:6: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
Esta no es una carrera de dones y talentos, es de corazones, Dios busca corazones humildes, y si tiene que perfeccionarnos, lo hará, pero Jehová cumplirá su propósito en nosotros (Salmo 138:8). Tal vez, estamos hoy en el tiempo de formación, porque lo principal que debemos trabajar en esta carrera es nuestro carácter y madurez, debido a que esta no es una carrera de velocidad, sino de aprendizaje. El Señor nos está perfeccionando como el alfarero forma al barro, y seremos probados por Él cuando ya estemos listos, a ver si estamos preparados; es cuando Dios ve nuestro carácter formado que nos confía grandeza.
No permitamos que otros vengan a nosotros para causarnos afán, ni tengamos la mira en cómo otros corren, el enfoque de nosotros debe estar en nuestros propios pasos. Muchos abandonan la carrera, y se debe a que empiezan a mirar a otros, fijemos nuestra mirada en el Dios que nos perfecciona, y tengamos claridad hacia dónde vamos, que debe ser siempre en dirección a la voluntad de Dios; no nos conformemos, distraigamos ni detengamos en el camino, porque Dios nos dará una unción para terminar la carrera que hemos comenzado. La gracia de Dios se perfecciona en nuestra debilidad, para que la gloria y el poder sean de Dios y no de nosotros. Si le pedimos a Dios la determinación y la persistencia para seguir en la carrera y terminar todo lo que se nos ha ordenado, Él nos la va a entregar.
Hechos 20: 18-19: “Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos.”
Esta es una carrera de carácter, persistencia y de determinación. Carácter es que podamos ser firmes e íntegros en nuestras decisiones, comportamientos y en lo que Dios nos delegó hacer.
Hechos 20: 20-21: “Y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo”.
Para mantenernos en esta carrera hasta el final no debemos huir de lo que Dios nos ha enviado a hacer, aunque sea difícil. La historia de la Iglesia en Venezuela y el mundo se está escribiendo y nuestros nombres deben estar allí como los valientes que no rehusaron a hacer lo que les llamaron a hacer hasta las últimas consecuencias.
Hechos 20: 22-23: “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones”.
La clave para continuar en esta carrera es mantenernos ligados en espíritu con Dios, lo que significa estar en obediencia y en total dependencia del Espíritu Santo, es no dejarse dominar de la mente, de los pensamientos ni de las emociones.
Hechos 20:24: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.
Cada vez que perseveramos y que seguimos adelante, damos testimonio de que este Evangelio es verdad.
1 Corintios 9:24: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
En la carrera que Cristo nos hace correr por su Evangelio, todo el que llegue recibe el primer lugar, entonces, lo importante no es llegar primero, sino saber llegar. No estamos en una carrera ni en una competencia contra nuestros hermanos, no estamos tratando de ser mejores que otros, ni de robarles su galardón, corremos en contra de nuestro propio ego y orgullo, los cuales son los primeros enemigos de los corredores de la vida cristiana.
Filipenses 2:5-7: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.”
Jesús sabía que, si no se mantenía en el espíritu de humildad, obediencia y servicio, podía ser eliminado; así que miremos a Jesús como el gran ejemplo de humildad, quien no se aferró a nada en esta Tierra, su propia gloria la dejó en el cielo (Juan 17:22). Enfoquémonos en trabajar en nuestro carácter y madurez espiritual, en mirarnos a nuestros propios ojos sin mirar inferiores a los demás; sirviendo dónde otros han abandonado por considerar indigno ese lugar.
Hebreos 12: 1-3: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”.
El ánimo de ver la meta llevó a Jesús a menospreciar el sufrimiento, a entender que su sacrificio representaba la salvación para muchos, fue tal su pasión por la salvación de los pecadores, que menospreció el oprobio. Satanás hará todo por vituperarnos, usará gente para maltratarnos en el camino, pero solo miremos a los ojos de Jesús y caminaremos por encima de la tormenta más difícil.
2 Timoteo 4:7-8: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.
En esta carrera no se corre para la gloria propia y no se trata de llegar nosotros solos. Terminemos nuestra carrera, guardemos nuestra fe, cumplamos con el llamado, recibamos nuestra corona, pero también peleemos por aquellos que van corriendo con nosotros para que la reciban también. Nuestro mayor anhelo debe ser el parecernos a Jesús. La obra que Dios comenzó en nosotros la va a completar, ¡el tiempo ha llegado a los que han sabido correr y han esperado su momento!