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Pon a Dios primero
Pastor Francisco Barrios
Domingo 11-04-2021
1 Reyes 41:9-16: “Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir. Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”.
Si colocamos a Dios primero, el cielo se va a abrir, porque la fórmula para conseguir milagros es colocar a Dios primero. En esta historia vemos a alguien que lo perdió todo a causa de una gran sequía que azotaba a su país, y había empobrecido a todos, incluyéndola a ella.
Por otro lado, en esta misma historia se nos presenta al profeta Elías, que estaba huyendo de la reina Jezabel, vivía en una cueva, se alimentaba por la comida que le traían unos cuervos, y saciaba su sed en un pequeño riachuelo. Un día se seca el riachuelo por causa de la sequía, y Dios le habla a Elías diciendo que fuera a Sarepta, porque una mujer lo iba a bendecir.
Si estuviéramos en los zapatos del profeta, podríamos pensar al oír esta dirección de parte de Dios que la mujer que nos recibirá tiene muchos bienes, sin embargo, cuando Elías llega, ve que se trata de una mujer pobre que estaba esperando morir; y esto ocurre porque no siempre la provisión de Dios se ve como una bendición, solemos tener una expectativa de cómo se debe ver, pero a Dios no le importa cómo se muestran las cosas por fuera, sino lo que son por dentro. Los judíos esperaban una imagen específica de Cristo, que debía tener altura, ser poderoso, con riquezas y descendiente de la élite eclesiástica, pero todo el poder estaba realmente en un carpintero perteneciente a una familia sin reputación.
Tengamos cuidado de despreciar la bendición porque no se ve cómo nosotros la esperamos. No dejemos de creer porque la envoltura de lo que Dios está haciendo no cumple nuestras expectativas, porque Dios cumplirá la promesa aún cuando esta no se vea como queremos. La promesa no debe verse como queremos, porque si no andamos por vista y no por fe. Elías creyó, no renegó de Dios, sino que confió en que Él podía sacar una gran bendición de esta viuda.
Podemos ver en la viuda a una mujer que se había empobrecido, que vivió la pérdida de su esposo y no tenía esperanzas de vivir, pero Dios solo necesitaba que la viuda lo pusiera primero para ser bendecida. Hoy, muchos nos vemos como esta viuda, con tantos problemas, que dejamos a Dios de lado, sin embargo, Él no nos deja.
Dios se acordó de esta viuda y le mandó una bendición, pero antes le pidió que Él fuera su primera opción. Esta viuda eligió a Dios sobre lo que sería la última comida para ella y su hijo, y así debemos hacer nosotros, elegirlo a Él por encima de los problemas.
Debemos poner a Dios primero; no dejemos de orar, de predicar, de diezmar y de buscar a Dios, porque Él vendrá a nuestro encuentro cuando más lo necesitemos. Dios le hizo a esta viuda una promesa, que nada faltaría en su casa, y esta mujer accionó, le dio de comer al profeta. Pongamos a Dios primero, seamos hacedores de la palabra y generemos un cambio en nuestra vida, porque nada le faltará a los que colocan a Dios primero en sus vidas.
1 Reyes 41:13-15: “Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días”.
La viuda fue la bendición para Elías y el profeta fue la bendición para ella, ninguno se veía cómo lo que eran, fue un sacrificio creerle a Dios, pero lo hicieron y Dios cumplió. La viuda alimentó al profeta y fue sustentada durante toda la sequía. Lo que debemos saber es colocar a Dios primero y Él nos sustentará en sequías, y si ya lo ha hecho hasta ahora, lo continuará haciendo, pero no dejemos de perseverar en Él. Es la búsqueda constante de la presencia de Dios lo que atrae un milagro a las puertas de nuestro corazón.