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Cara a cara con Dios
Pastor Francisco Barrios
Martes 17-08-2021
Moisés fue un hombre que hasta el último de sus días vivió enamorado de la presencia de Dios y no de sus manos. Hoy, la Iglesia está obsesionada con la acumulación de riquezas, solo busca disfrutar las añadiduras del Reino, y no al Rey de ese Reino. Dios quiere que disfrutemos de las bendiciones que Él puede ofrecernos, pero no más que a Él.
Moisés fue un hombre que vivió obsesionado con el Dios de las bendiciones, aprendió a disfrutar la vida en un desierto; por el contrario, el pueblo de Israel se había amargado por todo lo que no tenían. Ellos deseaban llegar a su Canaán, y como no habían llegado a esa temporada, se amargaron. Hay un tiempo para todo lo que Dios nos dará, pero mientras ese momento llega no podemos vivir en frustración, en tristeza o en enojo.
Hay una manera que Dios estableció para poder atravesar un desierto con felicidad, y que podamos tener una sonrisa en medio del dolor, es teniendo intimidad con Él. Mientras esa temporada de bendición llega, Dios nos ha provisto de algo más valioso que el oro, y es su presencia. En la Biblia vemos al pueblo de Israel en una constante queja, pero también podemos observar a un Moisés con paz; ambos atravesaban el mismo desierto, pero la diferencia está en que los israelitas no aprendieron a disfrutar la presencia de Dios.
Éxodo 33:11-13: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo”.
Moisés hablaba con Dios cara a cara, le conocía de forma íntima, no por razón de oír una prédica o una película, sino por una amistad. Moisés anhelaba tanto conocer a Dios, que no desea ser guiado por un ángel, prefería tener Su compañía. Por eso le pidió que se quedará con él, incluso, si eso implicaba seguir en el desierto.
Éxodo 33:14-15,17-18: “Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria”.
Cuando la presencia de Dios nos acompaña, no hay enfermedad, ni tristeza, logramos alcanzar reposo. Es posible tener paz en medio del desierto, de la deuda y del dolor, si tenemos a Dios, porque si lo tenemos a Él, tendremos descanso. ¿Podemos llegar al mismo punto de amor que tenía Moisés por la presencia de Dios? Debemos preferir a Dios antes que a Canaán. Era tanto el deseo de este hombre por la presencia, que no se quedó con el nivel de gracia, Moisés deseaba ver la gloria de Dios.
Éxodo 34:7: “Que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.
Tenemos la oportunidad de pasar a la tierra prometida, sin embargo, Dios no desea que pasemos amando más la promesa que su presencia, Dios es demasiado misericordioso, hasta el punto de detener maldiciones generacionales aun cuando las familias no busquen o anhelen su presencia. Esto es una promesa de Dios a nuestra vida, que se revela cuando amamos a Dios y preferimos su presencia en medio del dolor.