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Un barco que se llama Venezuela
Pastor Javier Bertucci
Domingo 19-09-2021
Marcos 4:35-41: “Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”
Muchas veces, se le habla a la Iglesia sobre su responsabilidad espiritual, pero no sobre su responsabilidad en el plano natural, y es cierto que nuestra mirada debe ir al Cielo, pero también que tenemos los pies en la tierra, y eso nos convierte en personas espirituales de carácter realista. La Iglesia debe entender que no está llamada a esconderse en un templo, sino que debe ser un agente de cambio en la sociedad.
Venezuela puede compararse a un barco en el que deben vivir treinta y dos millones de personas, y para con este barco hay dos opciones, ir a la deriva para estrellarse con un montón de rocas, o accionar en responsabilidad para evitar que se hunda. A algunos se les ocurrió que si hundimos el barco podremos cambiar al capitán, pero sin barco no hay capitán, por eso nuestro plan debe ser más amplio, primeramente, debemos construir los lugares dañados para que el barco siga navegando.
Lo primero que podemos aprender del pasaje leído, es que Jesús tenía un plan y una visión para aquella barca, por eso su orden fue ir al otro lado. Tenemos a un Dios dinámico y de progresión, que instó a sus discípulos a moverse de lugar, a no quedarse estáticos. Dios desea llevar a Venezuela a un nuevo lugar, pero para eso debemos avanzar, y esa es nuestra responsabilidad, no quedarnos estáticos ante la dificultad. Cuando Jesús pidió ir al otro lado, ya era de noche, y él en su sabiduría podía saber si se formaría una tormenta o no, pero ¿por qué Jesús no evitó la tormenta?, si en la oscuridad hay menos posibilidades de poder enfrentarla; esto sucedió así, porque Él se manifiesta solo cuando las cosas se dificultan, y esto es sinónimo de que viene una transición de lo imposible a lo posible.
Jesús, en un plano espiritual no se interesó por ser el capitán, sino que se ocupó de ser líder de los marineros, eso indica que Él estaba en control del barco, aunque algunos pensemos que el control lo lleva el capitán. Un mal capitán se debe cambiar, pero eso solo se logra escuchando y siguiendo al Señor Jesús. Hay un proceso que vivimos, y es esta tormenta, sorprendentemente los marineros de la historia hicieron todo lo que pensaron que sería suficiente para estabilizar el barco, ellos se consideraron capaces de controlar la situación, y a ninguno de ellos se les ocurrió acudir a Jesús.
Mientras tanto, Jesús se durmió, y no fue hasta que los marineros se desesperaron y le pidieron ayuda, que Él accionó, quien pudo calmar la tormenta con una simple palabra. Su grave error fue no acudir a Jesús, y este barco llamado Venezuela no cometerá el mismo error, iremos a Él, le pediremos estrategias, ideas y formas para callar esta tormenta, porque si Jesús no enmudece la tormenta, nadie lo hará.
Jesús da una gran lección, mostrando que la solución para el barco son las estrategias y planes de carácter espiritual, pero desea que todos participemos de ese plan, por eso nadie puede descalificarse, debemos entender que todos somos necesarios para sacar este barco adelante, de manera que si Dios nos llama, no debemos llenar el requisito de nuestra mente, sino el del corazón.
El asunto de continuar en el barco, es por amor y por el saber que somos necesarios para terminar de llevarlo al otro lado. Son los marineros quienes deciden acudir a Jesús y en valentía, construyen, reparan y hacen lo que este barco necesita para dar esperanza a los demás, son ellos los que finalmente generarán un cambio de capitán y lograrán alcanzar los días de gloria