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La oración me da intimidad con Dios
Pastor Alfredo Aponte
Martes 08-02-2022
La pasión es un fuego que está en el corazón y que genera que nuestra vida esté apasionada por Dios, esto fue lo que recibió la Iglesia primitiva cuando se encontraban en el Aposento Alto y se les repartieron lenguas de fuego (Hechos 2:3-4). La característica de alguien que vive el verdadero Evangelio siempre ha sido un corazón lleno de una pasión indetenible, y una muestra de esto fue la persecución que recibió la Iglesia primitiva por los escribas y religiosos que sentían odio al ver a los seguidores de Jesús hablar de sus enseñanzas.
La religión nunca podrá soportar el fuego que la amenaza, porque una de las características del fuego es que consume todo lo que no es de oro, pero en cambio, al oro, el fuego lo vuelve más puro, por eso la pasión se compara con el fuego. Cuando ese enamoramiento y esa intimidad en nuestro corazón se apaga, el fuego también se extingue hasta quedar como un pabilo que humea; la buena noticia es que, si se vuelve atizar, el fuego puede revivir, este es el origen de la palabra avivamiento.
2 Timoteo1:6: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.
La palabra “avivamiento” viene de avivar un fuego, por eso el apóstol Pablo manda a Timoteo a avivar su pasión por Dios. La única manera de mantener ese fuego avivado es por medio de la oración, porque cuando la practicamos, es igual a evitar que se apague el fuego, si deseamos estar avivados debemos estar cerca de Jesús.
Juan 14:26: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Antes de Jesús ascender al cielo les dijo a sus discípulos que era más beneficioso para ellos su partida porque vendría el Espíritu Santo de Dios, quien les recordaría todo lo que Él les enseñó, esto nos muestra que la dependencia que tenían los discípulos del cuerpo físico de Jesús les limitaba el desarrollo de su relación con Dios.
El humano tiene la necesidad de apegarse, por eso los discípulos no querían que Jesús se fuera, pero nosotros necesitamos comunión con el Espíritu de Dios, no con su cuerpo. Hay un fuego que se enciende en nosotros cuando estamos en comunión con Dios, y esta relación que se nos fue dada es mejor que relacionarnos de forma física, porque lo físico no asegura que tengamos realmente amor por Dios, por el contrario, cuando somos capaces de buscar a Dios cuando no lo podemos ver, es porque realmente lo amamos.
El Espíritu Santo nos prepara como la esposa del Cordero, para entregarnos limpia y sin mancha a Jesús. Cuando Jesús le habla a la mujer samaritana, se genera esa intimidad que Dios busca, porque ambos muestran su realidad, ella expuso su pecado y Jesús le reveló que Él era el Mesías (Juan 4:16-19,25-26).
Salmos 25:14: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”.
Jesús odiaba la hipocresía de los escribas porque ella impedía que hubiera verdadera intimidad (Mateo 23:13-15), cuando somos honestos con Dios y le dejamos ver nuestras imperfecciones, es cuando verdaderamente se genera la intimidad que nos permite dejar atrás los errores y empezar a ser como Cristo. Cuando oramos con honestidad nuestra alma se diluye por completo y nos unimos a Jesús, porque escrito está el que se une al Señor es un espíritu con Él (1 Corintios 6:17).