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Las tres maneras de responder a la gracia de Dios
Pastor Francisco Barrios
Sábado 19-02-2022
Juan 13: 21-30: “Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A este, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. Él entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquel es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto. Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres. Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche”.
Juan 13:33-38: “Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces”.
La gracia de Dios es el favor inmerecido otorgado a quien no lo merece, es un escandaloso y excesivo amor; la gracia es una persona y su nombre es Jesús. Judas, Pedro y Juan representan tres maneras diferentes de responder a la gracia de Dios, y todos en algún momento de nuestras vidas hemos actuado de forma similar a estos tres personajes. Judas decidió entregar a Jesús, Pedro hizo una promesa muy arriesgada de nunca negarle, y Juan, mientras todos hablaban decidió callar y recostarse de Su pecho. Al final del día Judas terminó ahorcado, Pedro tuvo miedo y negó tres veces al Señor, y Juan lo acompañó al pie de la cruz, el único discípulo que lo hizo.
Juan 1:16: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”.
Hemos sido llamados a no solo tomar una pequeña parte de la plenitud de Dios. Ahora bien, tomamos la plenitud de Dios por medio de su gracia, y fe es extender las manos hacia la gracia de Dios para recibir lo que Él tiene para nosotros, porque la ley es demandante, nos pide que cumplamos ciertas cosas, pero la gracia es ofertante, dice la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:16. En Dios hay plenitud para vencer la aflicción, la pobreza y el fracaso. No podemos acceder a la plenitud de Dios a menos que lo hagamos por medio de la gracia, y a ella accedemos a través de la fe, debemos creer que Jesús pagó un precio para que nosotros podamos tener acceso a ella, Él se hizo pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos (2 Corintios 8:9), y por sus llagas fuimos sanados (Isaías 53:5). Cuando enfocamos nuestra fe no en nuestra propia justicia, sino en la de Dios, todas las cosas no son añadidas.
2 Corintios 10:4-5: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
La verdadera guerra que tenemos, es batallar cada día con los pensamientos que nos dicen que es nuestra obediencia o justicia la que nos da acceso a Dios; nuestros pensamientos deben ser llevados cautivos no a la obediencia nuestra, sino a la de Cristo.
Todos pensamos que nunca seremos como Judas, pero la realidad bíblica es que todos somos Judas, dice la Palabra: “no hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10), y esto es para que entendamos que todos necesitamos de la gracia de Dios. Debemos reconocer que hay un potencial de maldad dentro de nosotros, que no somos tan perfectos, que necesitamos el favor y la gracia de Dios. Pero, en que nos podemos diferenciar de Judas, en aceptar la gracia que él rechazó, Judas corrió a quitarse la vida, pero nosotros podemos recurrir a Jesús para aceptar su perdón y redención.
Pedro le juró a Jesús que le sería fiel y que moriría por Él, y le negó no una, sino tres veces. Cuántas veces le hemos prometido a Dios tantas cosas y no las hemos cumplido. Pedro no se ahorcó, pero se alejó de Dios, se sintió tan decepcionado de sí mismo que creyó que no merecía nada de Él, y regresó a la barca a pescar; muchos de nosotros nos autocastigamos y exiliamos de la presencia de Dios, pero si regresamos al lugar del que Dios sacó, no lograremos nada. Dejemos de tratar de ganar estándares para alcanzar la gracia de Dios. Jesús fue a buscar a Pedro, quien estaba pescando con otros de los discípulos, aunque no merecía que Él fuera hacia ellos, y de eso se trata la gracia, Él va a ir hasta ese lugar en el que estemos escondidos para buscarnos.
Juan siempre estuvo recostado del pecho del Señor, la Biblia declara que él era el discípulo amado, fue a quien se le reveló el amor de Jesús; a pesar de sus fallas y de sus errores, él vio en Jesús la gracia, no un mandamiento. Nuestras vidas cambian cuando se nos revela el escandaloso amor de Dios, Él nos ama y tiene una herencia llamada plenitud de la cual podemos tomar por gracia. Muchos creen que al no pecar es que podrán acceder a la gracia, pero Jesús primero nos muestra su amor y luego nos dice que no pequemos más. ¡Respondamos a la gracia de Dios como Juan! Vayamos a Jesús y de su plenitud tomemos todo, nada nos condena a estar enfermos, pobres y exiliados de la presencia de Dios.