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Hasta el último hombre

Pastor Francisco Barrios

Viernes 25-02-2022

JEF Party

 

Gálatas 4:21-22: “Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.”

El apóstol Pablo en esta carta hace referencia a cómo Abraham en los años en que esperaba por su milagro, intentó procrear un hijo con la esclava de su esposa, Sara, incitado por ella misma. Efectivamente, la esclava de Sara dio a luz un hijo al que llamaron Ismael, pero Dios no cumplió su promesa por medio de ese hijo, porque él fue concebido por esfuerzo humano, al intentar forzar una promesa.

Fueron 13 años después cuando Dios cumple la promesa, al permitir que Sara quedara embarazada de Isaac; fue él el verdadero hijo de la promesa y gracia de Dios. Ambos son hijos del mismo padre, pero de diferente madre. Lo que intenta decir Pablo es que cada mujer representa un pacto: Agar es el pacto de la Ley, mientras que Sara representa el Nuevo Pacto por medio de Jesús, un pacto de gracia.

Gálatas 4:23-28: “Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; este es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.”

Cuando la Biblia refiere que Ismael nació según la carne, habla del esfuerzo humano de Abraham y Sara por tener un hijo. Todo esfuerzo humano es algo que podemos alcanzar sin la necesidad de ejercer fe. Pablo se refiere a que son “hijos de la carne” todos los que trabajan según su propio esfuerzo, pero aquellos que dependen del amor y bondad de Dios son “hijos de la gracia”.

Génesis 21: 9-12: “Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual esta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.”

 Vemos en Génesis un patrón que se repetiría siempre, y es que los hijos de la ley siempre van a criticar a los hijos de la gracia. Los hijos de la ley están en la iglesia, y los vemos diariamente intentando condenarnos, meternos en dogmas y doctrinas, porque los hijos de la ley se enfocan en cumplir perfectamente toda norma, pero un hijo de la gracia se centra en las personas, en la misericordia y en dar nuevas oportunidades.

Jesús vino por el linaje de la gracia, y siempre peleó con los fariseos porque ellos anteponían las leyes a las personas, pues la Ley obliga a sus hijos a priorizar las normas y doctrinas antes que la misericordia. Así fue el caso de la mujer descubierta en pleno acto de adulterio. La Ley ordenaba que fuera apedreada, pero Jesús lo evitó, y siendo ÉL el único que podía condenarla, no lo hizo. Esta mujer no hizo nada para merecer la gracia que le ofreció Jesús, porque si ella hubiera hecho algo para merecerlo, dejaría de ser gracia.

Si sentimos que somos dignos de la bondad de Dios, entonces nos convertimos en hijos de la ley, pero cuando tenemos consciencia de que ninguna acción humana nos hará merecedores del amor de Dios, es porque somos hijos de la gracia. Los hijos de la ley podrán abusar de mandamientos, pero un hijo de la gracia nunca abusará del amor. Muchos piensan que no son dignos de ser usados por Dios, y son ellos los que serán usados, porque califican como hijos de la gracia. Solo debemos ponernos en las manos de Dios y extender gracia a todos, porque es nuestro llamado dar lo que de gracia recibimos.