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La Santa Cena, parte II
Pastor Javier Bertucci
Martes 22-03-2022
Levítico 7:29-31: “Habla a los hijos de Israel y diles: El que ofreciere sacrificio de paz a Jehová, traerá su ofrenda del sacrificio de paz ante Jehová. Sus manos traerán las ofrendas que se han de quemar ante Jehová; traerá la grosura con el pecho; el pecho para que sea mecido como sacrificio mecido delante de Jehová. Y la grosura la hará arder el sacerdote en el altar, más el pecho será de Aarón y de sus hijos.”
En la Biblia se muestra la costumbre llamada “ofrenda de paz”, que consistía en que una persona presentaba ante el sacerdote un cordero perfecto, y este lo inmolaba con su mano en la cabeza. El fin de esta ofrenda era que el oferente expiara todos sus pecados por medio del sacrificio del animal. Según la costumbre, el pecho del cordero debía ser entregado a Aarón, porque la línea sacerdotal en el Antiguo Testamento estaba conectada directamente con el corazón de Dios.
Apocalipsis: 5:9-10: “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Efesios 2:14-16: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.”
Con el sacrificio de Cristo, todos entramos en la línea sacerdotal; tenemos acceso directo al corazón del Padre y hemos sido unidos junto con los judíos para ser el pueblo de Dios. Después de la cruz no fue necesario ofrecer ofrendas de paz, porque Él expió de forma perfecta todo pecado, y nos reconcilió con Dios. Por lo tanto, siempre que tomemos la Santa Cena estamos celebrando esa reconciliación y la expiación de nuestros pecados.
Salmos 78:24-25:” E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, y les dio trigo de los cielos. Pan de nobles comió el hombre; les envió comida hasta saciarles.”
Juan 6:32-33: “Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.”
Números 21:5: “¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para morir en el desierto? Porque no hay pan ni hay agua, y nuestra alma está hastiada de esta comida miserable.”
En la Biblia hay muchas tipologías sobre cómo el pan representa el cuerpo de Jesús. Con el maná se hacía referencia de que pronto Dios entregaría el verdadero pan. Cuando el pueblo de Israel transitaba por el desierto, se acostumbraron a comer el “pan de nobles”, refiriéndose al maná, a tal punto de caer en la queja. Ellos perdieron su confianza en la protección de Dios y menospreciaron el “pan del cielo”. Y ese día muchas serpientes atacaron a los israelitas en el desierto.
Números: 21:9: “Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y sucedía que cuando alguna serpiente mordía a alguno, si este miraba a la serpiente de bronce, vivía.”
Dios, ante la situación, mandó a levantar una asta, para que todos los enfermos la vieran y fuesen sanados. Miles de años después, el Hijo de Dios sería levantado en una cruz, para que todos los que lo veamos tengamos acceso a la sanidad, protección y vida eterna. Despreciar la Santa Cena, permite que la serpiente del mundo nos ataque e intente destruirnos. No podemos olvidar que comer el verdadero pan del cielo nos coloca frente a la sanidad, protección, perdón y la prosperidad.
Juan 3:14-15: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado 15 para que todo aquel que cree en él tenga vida eterna.”
Hoy en día, la Iglesia está restándole importancia a la Santa Cena, pero nosotros debemos saber que cada vez que somos parte de ella, estamos recordando que la cruz es símbolo de sanidad, anunciamos la muerte y resurrección de Jesús, y accedemos como sacerdocio hacia el corazón del Padre.