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Dios es la fuente de nuestra provisión
Pastor Francisco Barrios
Martes 19-07-2022
3 Juan 1:2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”
Las finanzas representan para muchos cristianos una gran angustia; esta es una lucha constante en la que reina la incertidumbre. Para algunos, cada día es más complicado poder cumplir con los pagos, comprar comida o medicinas; sea por la pérdida de empleos o por causa de la economía en general, miles de cristianos viven derrotados en el área financiera. El deseo de Dios es que seamos bendecidos en todas las áreas; Él nos da sanidad para que podamos disfrutar de prosperidad económica.
Por temporadas, podemos experimentar el cierre de ciertas fuentes de ingresos, despidos laborales y el fin de algunos negocios. En esos momentos, debemos revisar si nuestra confianza está puesta en Dios como proveedor, o estábamos dependiendo de ese trabajo. El Padre siempre será la fuente de toda bendición, por lo tanto, el trabajo y los negocios son canales a través de los cuales baja la prosperidad. Seamos conscientes en mantener la confianza en Dios como el dador y fuente de toda bonanza.
Mateo 6:26: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”
Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Mateo 6:24: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Dios tiene múltiples canales para que recibamos prosperidad. Enfocarnos únicamente en ciertos canales, genera que nos estanquemos y frustremos. Jesús aclaró en Mateo, que Él cuidaría de nosotros, solo debemos mantener la fe en la fuente de todo. La Biblia nos enseña a establecer la mirada en Jesús, para así permanecer confiados cuando los canales de bendición sean cerrados. La provisión de Dios se encuentra en mirar hacia la fuente, que es la cruz.
La pobreza es ilegal en un cristiano. Puede que atravesemos una etapa; es temporal, pero nunca el destino. Jesús pagó el precio al hacerse pobre para que nosotros seamos prósperos; y Él mismo también explicó que el dinero puede convertirse en un señor, uno que nos dirija a ser tacaños y vivir en escasez. Sin embargo, la manera de convertir las riquezas en un sirviente, es dando conforme a lo establecido por Dios. Si tenemos un corazón dador, estaremos multiplicando el dinero. Aprendamos a señorear sobre el dinero, sembremos oyendo al Padre, y demos de forma abundante.
Génesis 14:17-20: “Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.”
Otro gran principio de bendición es el diezmo y la ofenda. En Génesis vemos que Abraham tuvo revelación del cuerpo y la sangre de Cristo, por ello entregó los diezmos. En ese momento no existía la Ley, por lo tanto, Abraham entregaba por la revelación del Padre. Quien entiende la bendición de la Santa Cena, da por amor. Es la revelación del sacrificio en una Cruz lo que nos hace entregarnos en lo personal y monetario; por lo tanto, el diezmo y la ofrenda que entregamos nace del amor a Dios.