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En tus manos están mis tiempos

Pastor Yobany Blanco

Domingo 31-07-2022

 

 

Salmo 31:14-16: “Mas yo en ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia.”

Jeremías 29:8-11: “Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis. Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová. Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”

Un error que cometemos como cristianos está en pensar que nuestra vida se encuentra fuera del plan de Dios. David, cuando en lo natural se veía rodeado y angustiado, su espíritu logró conectarse con el Padre, alcanzó a entender que estaba en las manos de su Dios. Lo que debemos evaluar es si verdaderamente le estamos entregando nuestro futuro a Dios, y preguntarnos: ¿deseamos realmente caminar en sus tiempos? Cuando decidimos guiarnos por el tiempo del Padre, llega el momento de recibir la sanidad y la prosperidad, porque Dios no se encuentra sujeto a las limitaciones humanas. ¡En Él todo es posible!

Dios es el señor de los tiempos, el domina las temporadas de la vida. En el tiempo de Dios lo que se consideraba estéril, empieza a producir y a generar vida. No obstante, debemos mantenernos enfocados en la voz del Padre. Sus palabras nos traen paz en medio del proceso, nos dan fuerzas y esperanzas para seguir y así conectarnos con la temporada del Cielo. Si deseamos movernos en el tiempo correcto, no podemos guiarnos por profetas del desastre, noticias y la realidad que estemos observando, debemos enfocarnos en Dios como nuestro único guía.

Habacuc 2:3: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.”

Eclesiastés 3:1-2: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado.”

El tiempo de Dios se define porque trae a nuestra vida oportunidades, calidad y productividad. Cuando vivimos en el tiempo de Dios, empezamos a conocer nuestro llamado en la Tierra y se presentarán situaciones a favor de nosotros, pero debemos esperarlo, incluso, si tardare la visión, esta llegará. No caigamos en la desesperación de buscar que Dios haga todo rápido, porque hay milagros y oportunidades que toman su tiempo en gestarse. Lo que se consigue con premura suele ser fuera del tiempo, además, evita que aprendamos las lecciones de madurez y sabiduría. Dios usa su tiempo para trabajar en nuestro corazón, porque la fe atrae milagros y el corazón los conserva.

Un hombre entendido en los tiempos, conoce los “no” de Dios, y percibe cuando no es el tiempo para lo que está pidiendo. Eclesiastés nos enseña que para todo lo que pedimos hay un tiempo y que existe un momento establecido para manifestar el propósito en nosotros, pero para eso debemos dejar atrás todo lo viejo. Dios nos va a mudar de temporada y debemos estar dispuestos a soltar viejas costumbres y formas, para recibir lo nuevo del Padre. Siempre que seamos guiados por Dios vendrán voces en contra para sembrar cizaña y duda.

Mateo 13:27-30: “Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”

El enemigo busca que no sepamos diferenciar su cizaña de la semilla que sembramos. Mateo nos enseña que Dios permite que el trigo madure junto con la cizaña, de forma que el tiempo fortalezca al trigo y este sea más fuerte que la cizaña. Entregarnos al tiempo de Dios nos hace florecer, nos fortalece y debilita al enemigo. Mientras crecemos en Dios, hay cosas que actuaran como la cizaña, y esto no será quitado hasta el momento de la cosecha, porque al Padre le interesa que aprendamos a crecer en medio de la dificultad y que nuestra raíz sea mayor y más fuerte.