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La plenitud de la Gracia
Pastor Alfredo Aponte
Domingo 18-09-2022
En el altar siempre se sirve o se provee al Cordero, y Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
El sacrificio perfecto nos los otorgó Jesús en el pacto sempiterno hecho en la Cruz del Calvario, y a través de ese acto nos ha santificado para redención y salvación, por eso es que delante del Padre nos presentamos sin mancha y sin pecado.
Juan 1:29 (RVR1960): “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Nada puede interferir nuestra presencia ante el altar del Dios vivo. Cuando estamos delante de Su presencia, no hay máscaras, fachadas, no existe ningún tipo de apariencia que pueda ocultar nuestro andar, porque ante Él somos santificados; gracias a esa comunión e intimidad por medio de la fe del sacrificio que hizo el Cordero en la Cruz del Calvario, en el que nos justificó, perfeccionó, libró y nos hizo santos para su testimonio.
Romanos 3:30 (RVR1960): “Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión”.
El altar está hecho por piedras vivas, a donde vayamos allí se establecerá un altar, el cual es nuestro corazón. Dios siempre va a proveer su presencia no importando el lugar en el que nos encontremos, es por ello que dice la Palabra: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Es decir, donde estén dos o tres piedras vivas, ahí está Dios en medio.
Juntos hacemos un altar en el que Dios se hace presente. Las personas cuando están en su mayor necesidad buscan tener un encuentro con Dios y establecer una comunión, porque en su corazón entienden que necesitan al Dios de lo posible, a uno que va más allá de sus propias capacidades o sus fuerzas.
Dios no habita en altares hechos por manos de hombres, Él habita en piedras vivas, es decir, en nosotros, y al lugar que fuésemos o en donde necesitemos la presencia de Dios, se manifestará y hará real y accesible para todo aquel que le solicite con vehemencia. Dios demanda que todas las piedras vivas se unifiquen en Su nombre para que así pueda predominar el templo y el altar de Dios. Y que puedan ir a mostrarles, a testificar a las demás personas de que Él se provee de su Cordero.
Cualquier necesidad que poseamos en nuestra vida, únicamente la puede suplir Jesucristo, el Cordero de Dios que provee la santificación, la sanidad, la justificación, la perfección, y sin Él, nada de lo que ha sido hecho, fue creado, todo está en Jesús.
Juan 1:16 (RVR1960): “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”.
“La plenitud de Gracia”. Dice la Biblia que de su plenitud tomamos todo, porque su estado es completo, en otras palabras, Jesús es la máxima perfección de la composición misma del ser. Su ser es inagotable, porque es algo pleno, vivo, divino, por lo tanto, de esa plenitud, de esa llenura, tomamos todo, es decir, gracia sobre gracia.
Jesucristo es la fuente inagotable de vida, que sigue proveyendo constantemente, porque la fuente siempre tiene para dar, no se agota. La gracia nunca se agota, siempre está disponible para todos.
Cuando estábamos sumergidos en el pecado, vivíamos en tinieblas y esclavos, pero al movernos, hallamos la fuente inagotable de vida, y tropezamos con una piedra viva de la que fluye el manantial de agua. Al tocarnos por gracia, con Jesús, fuimos salvos, justificados, y se nos trasladó de las tinieblas a la luz admirable.
El sol sale para todos, buenos y malos. Dios no limita su provisión para la creación, porque de su fuente todos pueden tomar, de su plenitud tomamos todos. La Roca Viva fluye agua para el sediento, porque su agua es vital y con ella sacia para salvación.
“Jesús dijo: el que cree en mí, en su interior correrán ríos de aguas vivas” (Juan 7:38), que salta para vida eterna, y se proclama que viene vida eterna para Venezuela, llamada tierra de Gracia.
Cada vez que el sol sale, va precedido de un mensaje nuevo, que quiere decir, hoy nace una misericordia, Dios no se ha decepcionado de la humanidad, Dios sigue creyendo en la humanidad y por eso hace salir su sol para que todos puedan ser irradiados, calentados y alumbrados por Él. Porque Jesús es la Luz de este mundo.
Apocalipsis 3:20 (RVR 1960): “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
En Jesús habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
Colosenses 2:9-10 (RVR1960): “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”.
Estamos completos en Él, porque Él es la cabeza, de todo principio, fuente, poder y gobierno, Jesús es la cabeza y la Iglesia es su cuerpo.
Romanos 8:32 (RVR1960): “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
2 Pedro 1:3 (RVR1960): “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”.
Somos parte de la estructura del Cuerpo de Cristo. Está en nuestro código y naturaleza, porque somos nacidos del cuerpo de Cristo, en el que fluye la plenitud de la Deidad. A Dios le plació que el Cuerpo de Cristo estuviese lleno de piedras vivas.
El templo que Dios levantó no está elaborado por manos humanas, Él diseñó otro templo, otro cuerpo, otro altar, y ya no estaba hecho de piedras naturales, sino de piedras vivas, y nos hizo a cada uno miembros de su cuerpo.
Filipenses 2:6-7 (RVR1960): “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”.
Dios se provee de sí mismo, Él es Rey de reyes y Señor de señores”.
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