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Promesas retardadas

Pastor Francisco Barrios

Martes 27-09-2022

Lucas 22:39-46: “Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación”.  

En Lucas podemos ver como Jesús oraba para rendir su voluntad y atravesar el proceso que daría paso al milagro de la cruz. Hay milagros que requieren de ciertos aprendizajes para poder cumplirse en nuestra vida. Cuando Jesucristo oraba con angustia, lo hacía para recibir fuerzas, porque sabía la dificultad que representaba la prueba que le entregaría la salvación al mundo.

Oramos para salir de las aflicciones cuando ellas son el camino a un nuevo nivel de gloria. El verdadero propósito de la oración no es llevarnos por el camino fácil, es fortalecernos y ayudarnos a confiar en Dios durante la prueba. Aunque podamos sentirnos angustiados y solos, debemos recordar constantemente la promesa de que Dios nunca nos abandonará.

Lo que describe el apóstol Lucas es un momento crítico en la vida de Jesús, siendo la noche en que Él rendiría su voluntad para cumplir el propósito de la cruz. Hay momentos que necesitan que rindamos nuestra voluntad para atravesar la adversidad que generará en nosotros un mayor nivel de fe. Cuando Jesús instó a sus discípulos a resistir la tentación, se refería a no caer ante el deseo humano de saltarnos los procesos. Debemos aprender a confiar en cómo Dios puede convertir la angustia en bendición; porque Él tiene nuestras vidas en sus manos.

Habacuc 1:2-3,12: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? 3 ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. ¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar”.

Habacuc 2:3: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”.

Habacuc 3:17-18: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”.

La oración es lo que nos va a ayudar a soportar el proceso que requieren los milagros. Hay promesas que toman tiempo para llegar, y es orando que entendemos que no podemos tomar atajos para recibirlas. Cuando Habacuc habla a Dios, sentía una gran frustración, para él Babilonia era un castigo para los judíos y no un proceso.

Dios le hace entender a Habacuc que Él siempre está al control, que el proceso dará como resultado un gran milagro. Debemos aprender a reconocer al Jesús en medio de la tormenta. La fe más fuerte es aquella que nos hace agradecer y darle gloria al Padre aun cuando no tenemos nuestro milagro realizado. Esa fe es la que recibe más ataques del enemigo, porque un cristiano que confía en el Dios del proceso, alcanza un nuevo peso de gloria en cada prueba.