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Sacando fuerzas de la Gracia
Líder Oswaldo Montilla
Domingo 20-11-2022
2 Timoteo 2:1-2 (DHH): “Y tú, hijo mío, saca fuerzas de la bondad que Dios te ha mostrado por medio de Cristo Jesús. Lo que me has oído decir delante de muchos testigos, encárgaselo a hombres de confianza que sean capaces de enseñárselo a otros”.
La gracia viene para fortalecernos, tiene el potencial de convertir a una persona débil en fuerte; esa gracia es Jesús manifestándose a través de su iglesia, y una vez que la recibimos podemos comunicarla a otros.
Pablo tuvo un encuentro con la gracia de Dios y estuvo interesado en comunicarla a una nueva generación, estaba convencido de que la gracia tenía el poder para cambiar a cualquier individuo. Él era el testimonio vivo de un hombre llamado Saulo, perseguidor de la iglesia, que más adelante pasó a ser el mas influyente de los apóstoles.
Hechos 9:1-6: “Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”.
Cuando la gracia irrumpe en nuestras vidas empezamos a hacer la voluntad de Dios, ella nos enamora e impulsa a hacer lo que el Cielo nos ha encomendado. Pablo tenía una encomienda que realizar en la tierra, pero no fue hasta que tuvo un encuentro con la gracia que pudo desarrollarla. La gracia nos hace capaz para recibir el propósito de Dios para nuestras vidas.
2 Corintios 12:9: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
La debilidad que podamos tener Dios la ha puesto para atraer su poder hacia nosotros, y cuando reconocemos nuestra debilidad, la gracia comienza a accionar en nuestras vidas. La gracia vino al mundo a salvar, restaurar y ayudar, y lo que ella toca, lo cambia.