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Sin palabras
Pastora Rebeca de Bertucci
Martes 31-01-2023
Lucas 15:1-7 (TLA): “Mientras Jesús enseñaba, se le acercaron muchos de los que cobraban impuestos para el gobierno de Roma, y también otras personas a quienes los fariseos consideraban gente de mala fama. Al ver esto, los fariseos y los maestros de la Ley comenzaron a criticar a Jesús, y decían: «Este hombre es amigo de los pecadores, y hasta come con ellos.» Al oír eso, Jesús les puso este ejemplo: «Si alguno de ustedes tiene cien ovejas, y se da cuenta de que ha perdido una, ¿acaso no deja las otras noventa y nueve en el campo y se va a buscar la oveja perdida? Y cuando la encuentra, la pone en sus hombros y vuelve muy contento con ella. Después llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la oveja que había perdido!” »De la misma manera, hay más alegría allá en el cielo por una de estas personas que se vuelve a Dios, que por noventa y nueve personas buenas que no necesitan volverse a él.»
Es hora de soltar el miedo, y el deseo de querer controlarlo todo, necesitamos confiar en Dios, sabiendo que Él desea lo mejor para nuestras vidas.
No caigamos en el terreno de juzgar y criticar a otros, porque el hijo pródigo humanamente no se merecía ser perdonado, pero el trabajo del Padre es abrazarnos cuando volvemos a Él. Dios no es un Dios de juicio, sino de amor.
Oseas 11:4: “Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida”.
No somos perfectos, tenemos debilidades, pero corramos a sus brazos, a su trono donde hallamos oportuno socorro. Nos es más fácil condenar y juzgar, que amar, pero Dios nos llamó a ser luz y sal de la tierra.
Jesús no vino al mundo a condenarlo, sino a que todos fuesen salvos por medio de Él. Vivamos la vida amando y desechemos la amargura. Que nuestro ejemplo impulse a otros a también a amar a Dios.
Lucas 15:8-10 (TLA): “Jesús les puso otro ejemplo: «¿Qué hará una mujer que, con mucho cuidado, ha guardado diez monedas, y de pronto se da cuenta de que ha perdido una de ellas? De inmediato prenderá las luces y se pondrá a barrer la casa, y buscará en todos los rincones, hasta encontrarla. Y cuando la encuentre, invitará a sus amigas y vecinas y les dirá: “¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la moneda que había perdido!” »De la misma manera, los ángeles de Dios hacen fiesta cuando alguien se vuelve a Dios.»
Lucas 15:11-24 (TLA): “Jesús también les dijo: «Un hombre tenía dos hijos. Un día, el hijo más joven le dijo a su padre: “Papá, dame la parte de tu propiedad que me toca como herencia.” Entonces el padre repartió la herencia entre sus dos hijos. »A los pocos días, el hijo menor vendió lo que su padre le había dado y se fue lejos, a otro país. Allá se dedicó a darse gusto, haciendo lo malo y gastando todo el dinero. »Ya se había quedado sin nada, cuando comenzó a faltar la comida en aquel país, y el joven empezó a pasar hambre. Entonces buscó trabajo, y el hombre que lo empleó lo mandó a cuidar cerdos en su finca. Al joven le daban ganas de comer aunque fuera la comida con que alimentaban a los cerdos, pero nadie se la daba. »Por fin comprendió lo tonto que había sido, y pensó: “En la finca de mi padre los trabajadores tienen toda la comida que desean, y yo aquí me estoy muriendo de hambre. Volveré a mi casa, y apenas llegue, le diré a mi padre que me he portado muy mal con Dios y con él. Le diré que no merezco ser su hijo, pero que me dé empleo, y que me trate como a cualquiera de sus trabajadores.” Entonces regresó a la casa de su padre. »Cuando todavía estaba lejos, su padre corrió hacia él lleno de amor, y lo recibió con abrazos y besos. El joven empezó a decirle: “¡Papá, me he portado muy mal contra Dios y contra ti! ¡Ya no merezco ser tu hijo!” »Pero antes de que el muchacho terminara de hablar, el padre llamó a los sirvientes y les dijo: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa y vístanlo. Pónganle un anillo, y también sandalias.¡Maten el ternero más gordo y hagamos una gran fiesta, porque mi hijo ha regresado! Es como si hubiera muerto, y ha vuelto a vivir. Se había perdido y lo hemos encontrado.” »Y comenzó la fiesta”.
Cuando estamos atravesando por adversidades, sentimos que no merecemos nada y argumentamos muchas cosas en nuestra mente, pero cuando vayamos delante de Dios, no nos esforcemos en decir muchas palabras, porque la solución no está allí, sino en Dios. No es a nuestra manera, sino a la de Dios.
Vayamos a Dios sin palabras, y recibamos el amor que Él tiene para nuestras vidas así hayamos pecado, porque solo le importa recibirnos con sus brazos abiertos; entendamos que nos ama, y ese amor cambia y transforma. Jesús ama profundamente, así que caminemos en su amor. Aprendamos a vivir sin tantos argumentos y vivamos disfrutando Su amor y de Su Gracia.