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El Evangelio del Reino de Dios
Pastor Javier Bertucci,
domingo 18 de febrero de 2024
El reino de Dios no está suscrito a cuatro paredes, por tanto, la iglesia no representa completamente la extensión del reino del Señor.
Teniendo tal visión de querer encerrar al Señor dentro de una iglesia, no le permite a las personas que la conformen poder crecer y llevar a otros más a los pies de Cristo, y en cambio dan paso a la religión implementando dogmas y doctrinas difíciles de cumplir para quienes quieran asistir a la iglesia.
Muchas veces también ese tipo de pensamiento hace que quienes están apartados no quieran regresar a Cristo por la condenación con la que se les trata por no querer formar parte de la religión y en cambio, no conocen a Jesús, pero si la doctrina con la que hoy se les señala.
Quienes conocen verdaderamente a Jesús no exigen cambios, sino por causa del mismo amor a Dios, su vida se va transformando de forma alineada al propósito que el Señor quiere.
No es la religión o las personas, es la obra transformadora del Espíritu Santo la que cambia a las personas.
No seamos insensatos y tampoco olvidadizos con todas las veces en las que Jesús nos ha perdonado por cada error, falla o debilidad, y en base a ese amor y conocimiento de perdón compartamos la libertad que existe en Cristo.
El Evangelio del reino de Dios no busca gente para condenarlos, sino para salvarlos.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” – Juan 3:16 (RV1960).
“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” – Romanos 10:13 (RV1960).
Cuidémonos de ser jueces de nuestros hermanos y de quitar la vista de nuestro Señor para enfocarnos en lo terrenal, no seamos el instrumento del enemigo para que otros no puedan conocer el amor de Dios que nos ha salvado por medio de Jesús.
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?” – Salmos 121:1 (RV1960).
No permitamos que nuestro corazón se contamine con la religión, siempre permitámosle al Señor trabajar en nosotros, y así, podamos ver a otros desde la perspectiva que tiene Jesús: mirar con profundo amor sin desprecio ni condenación al perdido e incluso a nuestro hermano que está en una congregación distinta a la nuestra.
Seamos siempre la luz en medio de las tinieblas de la sociedad, dando a conocer el amor de Jesús de manera sencilla y profunda en todo lugar.
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” – Juan 7:37-38 (RV1960).
Jesús no ve errores, fallas, debilidades, Él simplemente ve el anhelo de un alma desesperada que clama por lo que solamente Él puede dar, y como Iglesia esa debe ser nuestra visión, la salvación de las almas.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” – Marcos 10:45 (RV1960).
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” – Marcos 16:15 (RV1960).
No seamos parte de los que no tienen la visión real de lo que representa ser un cristiano y solo se atacan unos a otros, ser cristiano es vivir de acuerdo al corazón de Aquel que nos salvó, Aquel que nos amó, nos perdonó y que todo lo que se hace es para Él y por Él.
Debemos tener siempre muy claro que los logros o méritos no son por nuestra fuerza o habilidad, son por medio de la gracia que Dios nos ha dado por amor.
Seamos influencia con el mensaje de Jesús en todo lugar y sembremos valores que perduren para las próximas generaciones, de esa forma seguiremos siendo luz.
Los errores y debilidades no impiden que Jesús pueda usarte como instrumento para llevar la buena nueva de salvación, no hay obstáculos cuando conoces que Jesús te ama incondicionalmente.
La gente con la visión de amar al perdido está enfocada en servir camina de acuerdo al deseo de Dios de que la humanidad pueda salvarse, seamos una iglesia grande en humildad.
“a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” – Efesios 5:27 (RV1960).
El amor incondicional de Jesús es capaz de derribar todo obstáculo que la religión haya impuesto para que las personas puedan conocer a Dios realmente, porque cuando le servimos no es por obligación sino como una forma de retribuir a tanto amor constante que a diario nos ofrece.
Se necesita tener una revelación para construir una relación con Dios.
Cuando se comience a desarrollar la compasión por el perdido, se podrá ver el más grande avivamiento.
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, herencia el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; Tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?” – Mateo 25:31-37 (RV1960).
Procuremos siempre ser imitadores de las buenas obras que hizo Jesús y servir desinteresadamente a otros con el mismo amor que mostró a Cristo hacia la humanidad.