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¿Cómo orar si fallaste y te sientes débil?
Pastor Francisco Barrios, martes 22 de octubre de 2024
“¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. Selah. Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.” – Salmos 3:1-3 (RV1960).
Hay tiempos difíciles en nuestra vida en los que hay que aferrarse a la oración, con un corazón corregible y humilde, el cual pueda ser moldeado por Dios para su propósito divino, mismo que nos lleva a convertirnos en mejores personas para Su gloria.
David, siendo rey y también hombre de muchos errores, no escatimó en reparos ir a la presencia de Dios para pedir con todo su corazón el perdón del Señor por sus decisiones erradas, clamando por la intervención del cielo a su favor, para que, por medio de sus fallas, llevar a nuevos niveles su relación con el Padre por medio de la oración.
Esa es la actitud que todo creyente debe tener hoy en día, que sin temer por lo que hayas hecho ya sea en el pasado o minutos antes, hay un Padre amoroso que cuida de ti y que estará atento a tu clamor sin juzgarte ni rechazarte.
“Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah. Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí. Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.” – Salmos 3:4-7 (RV1960).
No son las muchas obras y acciones ni tampoco la cantidad de errores que hacen que Dios preste Su oído a tu oración, sino que es la capacidad de reconocerle como Padre y de entender que, no hay condiciones para que Dios te ame más o te ame menos y para que pueda brindarte de Su gracia y favor.
“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración” – Salmos 4:1 (RV1960).
“Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová. Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor. Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; Endereza delante de mí tu camino” – Salmos 5:1-8 (RV1960).
Cuando oras, debes hacerlo con la convicción de que Dios está atento a tu clamor, tu seguridad allí debe estar: tu oras, Dios escucha.
La confianza que se genera cuando conoces a Dios, es aquella que te da la seguridad de que, sin importar tus errores o fallas, el Señor tendrá misericordia de ti.
“Jehová, no me reprendas en tu enojo, Ni me castigues con tu ira. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen” – Salmos 6:1-2 (RV1960).
Si no hay buenas obras de tu parte sino errores, hay un Dios lleno de misericordia y bondad del otro lado que está esperando para recibirte en Sus brazos y perdonarte tan solo si te atrevieras a creer.
“Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre” – Salmos 52:8 (RV1960).
“Ayúdame, Jehová Dios mío; Sálvame conforme a tu misericordia” – Salmos 109:26 (RV1960).
No ores esperando juicio por tus errores, ora confiando que Dios está atento a tu clamor con manos llenas de perdón, amor y misericordia, que, aunque muchas veces los errores nos hacen débiles, hay un Dios que siempre es bueno.