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¡Aprópiate de la sanidad que el Cielo ha provisto para ti!

(Martes 06-10-2020)

Pastor Francisco Barrios

La Biblia tiene mucho qué decirnos sobre la sanidad, por ello es importante que oigamos la Palabra, pues, de esta manera nuestra fe es fortalecida, debido a que fe es Palabra de Dios en nuestro corazón, y cuando esas promesas están en nosotros, la fe está firme y fuerte. Quienes creemos en Jesús y leemos su Palabra, estamos parados sobre una montaña gigantesca de promesas de sanidad, del poder de Dios para actuar en nuestra vida. Muchas veces, cuando oramos a Dios por una sanidad, creemos que no somos lo suficientemente perfectos para ser oídos por Él, pero Dios oye nuestra oración, está presto para sanarnos de cualquier enfermedad.

Mateo 11:28:Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”

Hay muchas personas que se encuentran cansadas de cargar en su cuerpo enfermedades o problemas financieros, matrimoniales, fracasos o rencores, y a ellos Dios está llamando, no tenemos por qué cargar todas esas cosas, porque Él ya las llevó por nosotros para aliviar nuestra carga. Dios no está llamando a perfectos para darles un milagro, sino a gente trabajada y cargada, así que, sí estamos en esta condición, calificamos para un milagro.

Hebreos 4:15-16: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Tenemos un sumo sacerdote que se compadece de nosotros, que no está buscando nuestras debilidades para contarlas y sacárnoslas en cara, sino que tiene piedad, entonces, si Jesús nos ama, debemos acercarnos a Él a través de la oración con toda confianza y seguridad, de que a pesar de nuestras fallas, debilidades, errores y limitaciones, Él nos ama y nos oye. El trono donde Jesús está sentado, la Biblia le llama “trono de gracia”, y esa gracia significa “favor inmerecido”, así que, Dios no necesita que merezcamos algo para poder darnos sanidad, es su amor hacia nosotros lo que puede producir un milagro, si nosotros entramos delante de Él confiadamente. Calificamos para un milagro, somos nosotros los que nos podemos descalificar si no nos acercamos al trono de la gracia, pero nadie más nos puede descalificar. ¡Creamos hoy por un milagro! Tenemos poderosas promesas de Dios para nuestras vidas, ¡creámoslas!

Salmo 91: 10-12: “No te sobrevendrá mal ni plaga tocará tu morada, pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra.”

Isaías 43: 2: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti.”

Salmo 23: 4: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”

Isaías 53: 4-7: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios! Más él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como un cordero fue llevado al matadero; como una oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, no abrió su boca.”

No debemos estar cargando enfermedades, porque hubo alguien que pagó en una cruz esa deuda por nosotros, por lo cual es ilegal desde el punto de vista del Cielo que nuestro cuerpo cargue una enfermedad, Jesús ya las cargó por nosotros en su cuerpo para que nosotros no las suframos, la enfermedad es ilegal e inmoral en nuestro cuerpo, así que si hoy colocamos nuestra fe y confianza en Jesús, Él va a quitar de nosotros toda enfermedad. A Jesús se le acercaban personas con distintas enfermedades, y Él los sanaba, y no les preguntaba de qué religión eran, dónde se congregaban o si estaban casados, los sanaba por su amor y gracia, y luego de esto, ellos cambiaban su estilo de vida, por una que daba honor y gloria al corazón de Dios.

Números 21: 4-9: “Después partieron del monte Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom. Pero se desanimó el pueblo por el camino y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y estamos cansados de este pan tan liviano”. Entonces Jehová envió contra el pueblo unas serpientes venenosas que mordían al pueblo, y así murió mucha gente de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés y le dijo: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a Jehová para que aleje de nosotros estas serpientes”. Moisés oró por el pueblo, y Jehová le respondió: “Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre una asta; cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá”.

 Juan 12:32: “Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.”

Si hoy nosotros miramos a Jesús, y oramos a Él por nuestra sanidad o la de un familiar, nos va a suceder lo mismo que Jesús profetizó, que todo aquel que le mire, será salvo. Si levantamos a Jesús en medio de nuestro hogar y de la enfermedad, seremos sanados, tal vez tenemos tiempo luchando con alguna enfermedad, pero no nos entreguemos a ella, sigamos colocando nuestra confianza en Dios, porque para nosotros hay esperanza a pesar de todo lo que está aconteciendo en nuestro país. Si miramos a Jesús, no necesitaremos médicos ni medicina, porque seremos sanos. Todo aquel que ponga en Dios su confianza no será avergonzado, la Biblia dice: “este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (Salmo 34:6). Para Dios no hay nada imposible, y Él puede cambiar lo que hoy es algo doloroso, en algo provechoso.