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Atrévete a caminar en lo sobrenatural
Pastor Javier Bertucci
Domingo 07-03-2021
La Iglesia de Jesús es un ente sobrenatural, el problema ha sido que nos hemos acostumbrado tanto a lo natural, que se nos olvida nuestra esencia. Todos creemos en Dios, aunque no le hemos visto, se nos es fácil creer en Él, pero no en las promesas que nos ha dejado en su Palabra, debido a que nos acostumbramos a vivir una vida llena de problemas, unos que nos buscamos nosotros mismos, y otros que Satanás los ha enviado para dañarnos; pero, el asunto no es el problema, sino cómo lo enfrentamos, porque esa adversidad no tiene el poder de matarnos o vencernos, solo nosotros podemos determinar ese final con nuestra confianza en Dios, para ello debemos creer que tenemos un Dios sobrenatural, y que la fe hace que Él actúe y empecemos a ver milagros.
Un creyente que actúe en lo sobrenatural, acumulará el mayor número de victorias en su vida, porque creer es una experiencia constante y permanente de poder. Nuestro Evangelio y fe es sobrenatural, y tenemos el derecho de ver manifestaciones maravillosas en nuestra vida y en la de los nuestros, pero quien se entrega a la naturalidad de la vida, y no vive en lo espectacular de lo espiritual, no las verá.
Romanos 8:11: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.
No solo tenemos el derecho de sentir a Dios, sino que en esa experiencia sobrenatural con Él, puede vivificar nuestro cuerpo mortal y cualquier enfermedad tiene que irse por el poder de resurrección del Espíritu Santo, que no hace más en nuestras vidas porque lo reprimimos, no lo buscamos y nos acostumbramos a lo natural, pero hoy podemos renunciar a eso y empezar a buscar el rostro de Dios hasta que lo hallemos; si hoy tomamos esa decisión, tendremos manifestaciones sobrenaturales a diario en nuestras vidas.
Hechos 1:8: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Ese poder que habita dentro de nosotros por medio del Espíritu Santo, que también, en su primera traducción es definido como “dinamita”, tiene la capacidad de explotar nuestras angustias y deudas, por lo que puede hacer que un país estalle en el más grande avivamiento que se haya visto. La dinamita del Espíritu Santo está a punto de explotar, y solo necesita una pequeña llama de fuego que tiene que ver con regresar a nuestra vida de oración y de comunión, pero hacerlo es nuestra decisión.
1 Reyes 19: 9-13: “Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?”
Dios envió todas las manifestaciones de las que fue testigo Elías, y allí le estaba mostrando su potente poder, finalmente se manifestó a través de un silbo apacible y desde ese silbido le habló, pero tuvo tres poderosas manifestaciones. Nosotros debemos anhelar que Dios haga todas las manifestaciones que quiera en nuestras vidas, hay que dejar que Él sea Dios, que decida cuándo y dónde nos va a hablar, porque al final del día Él es Dios y nosotros no lo somos.
Mateo 14:28-31: “Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”
No todos quieren una experiencia sobrenatural con Dios, muchos simplemente se quieren acomodar a lo natural. Y quien se atreve a caminar, pero voltea a oír las críticas de los que simplemente están sentados, se hunde en el problema, pero los que siguen caminando, mirando a Jesús a los ojos, van a avanzar a ver cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre (1 Corintios 2:9). Debemos con mucha pasión anhelar lo sobrenatural. La obediencia de Pedro lo hizo hacer cosas que nadie había hecho, aunque no lo eximió de un eventual fracaso, pero una vez que descubrió que podía caminar de esa forma, Jesús lo rescató, y jamás somos los mismos cuando esto ocurre, porque ahora caminamos con Jesús a nuestro lado, y en ese sentido no nos hundiremos.
Jesús murió, pero al tercer día resucitó, y a los cuarenta días ascendió al cielo y se sentó a la diestra de Dios, y de allí en adelante todo el que cree en Jesús se hace más que vencedor por medio de Él, y es salvo. Él fue quien dividió la historia en antes y después de su resurrección, y dejó claro que lo que es de Dios, nunca nadie lo puede matar. ¡Viene un gran avivamiento para este país, un gran despertamiento espiritual!