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Beneficios de la relación con Dios

Pastor Francisco Barrios

Martes 25-05-2021

Génesis 35:1: “Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú”.

A Jacob, un hombre cuyo significado de su nombre era tramposo, Dios se le presenta pidiéndole que le construya un altar, hablando de que le hiciera un lugar a Él en el centro de su corazón. Dios siempre ha deseado una relación personal con nosotros, más allá de los defectos que podamos tener. Él anhelaba una relación con un hombre tramposo y manipulador como Jacob, y también la desea con nosotros, pero lo logramos es por medio de la oración.

Génesis 35:2: “Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos”.

Jacob reconoce la voz de Dios cuando le habló, porque su linaje tenía conocimiento de Él; había oído de Dios en historias, pero no tenía experiencias con Él. Jacob vivió en una cultura de cristianismo, pero no tenía un corazón cristiano, incluso, llegó a permitir que sus esposas incluyeran a sus dioses, pero Dios es exclusivo, porque Él es el Dios verdadero.

Génesis 35:4-7-9-10: “Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem. Y edificó allí un altar, y llamó al lugar El-bet-el, porque allí le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano. Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan-aram, y le bendijo. Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel”.

El altar es un lugar de búsqueda de Dios, es dónde derramamos nuestro corazón en Su presencia, una oportunidad en la que en medio de la oración, nos comunicamos con Dios, y nos entregamos a Él. Luego de que Jacob hizo un altar, Dios le cambió el nombre; así que Él es capaz de cambiarle el nombre a nuestro problema, pero le interesa más cambiar nuestro corazón. El primer beneficio de una relación con Dios es el cambio interno que se genera en nosotros cuando nos relacionamos con Él, porque esos son los que perduran para siempre. Dios puede cambiar el problema por el cual estemos atravesando, pero todo varía, y puede que mañana enfrentemos otro desierto, pero debemos saber que los cambios internos que Él hace perduran en el tiempo, y son una consecuencia de relacionarnos con Él.

Génesis 35:11: “También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos”.

Otro de los beneficios de una intimidad con Dios, es que se nos revela el Dios Todopoderoso y oramos conforme a lo que hemos entendido de Él. Nuestra perspectiva de Dios afecta la forma en que oramos y la fe en Él; si creemos que Dios es pequeño, veremos nuestro problema más grande. Jehová le dijo a Jacob que creciera y se multiplicará; Dios nos ayuda a prosperar cuando desarrollamos una relación con Él.

La Tierra está llena de la maldición del pecado, por eso nos cuesta prosperar, pero cuando Dios nos bendice, no hay maldición que nos detenga. La bendición del Padre sobre cada cosa que hacemos es otro de los beneficios de una relación con Él.

Dios le interesa transformarnos desde adentro, de tal forma que toda nuestra vida cambie por completo. Esto le pasó a Jacob, descubrió los beneficios de Dios, se le reveló quién es Él y su fe aumentó, entró en oración y salió como alguien diferente, por medio de la oración descubrió quién era realmente Dios.

La relación con Dios cambia la perspectiva de la situación que podamos estar atravesando, recibimos identidad y es cambiado nuestro corazón por el de un hijo de Dios. Tengamos una relación con Él en medio de esta pandemia en la que abunda el miedo y la desesperanza, porque es tiempo de volver a la intimidad con Dios, esto nos transformará más que el que nos sean concedidos todos los milagros.

Salmos127:1-3: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño”.