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Creer en Dios cuando todo parece imposible

(Domingo 01-11-2020)

Pastor Francisco Barrios 

Creer en Dios cuando todo está bien, cuando estamos en la cumbre de nuestro éxito, es tener fe inmadura, es decir, una fe que no ha sido probada, la fe de Reino es aquella que le cree a Dios cuando todo parece imposible, que desata Sus promesas, y que dice: “Aunque ande en valle de sobre de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4); es la que puede hacer que un hombre alabe a Dios cuando tiene riquezas, pero que también puede decir: “Sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21), cuando lo ha perdido todo, cuando tiene una enfermedad mortal, sus amigos le han dejado, y su esposa ha dicho: “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). La fe que ha sido probada, es la que desata las promesas de Dios.

Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”

Nuestro corazón nos puede engañar, podemos creer que tenemos mucho amor por Dios y fe en Él, cuando la realidad es que esa fe está puesta en los suministros que nos puede dar, podemos estar teniendo nuestra mirada en el pan, y no en el panadero, teniendo mucha confianza en los milagros, y no en el Dios de los milagros. Una de las características que tiene la crisis cuando viene a nuestra vida, y nos golpea, es que nos define, saca el engaño de nuestro corazón.

Satanás se presentó un día delante de Dios, y Él le dijo: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8), y Satanás acusó a Dios diciéndole, “él te sirve por lo que le has dado” (Job 1:9-10), le quiso decir, así cualquiera te ama y te sirve, porque la realidad es que hay muchos que creen que aman a Dios, pero en realidad aman es los suministros que puede dar, así que la crisis viene para probarnos, por eso Dios le dijo a Satanás que podía tocar todas las posesiones de Job, menos su alma (Job 1:12), para demostrarle que en realidad le amaba por lo que era, y no por lo que podía darle.

Cuando hablamos de creerle a Dios cuando todo parece imposible, es confiar en su persona, y no en su suministro, significa creerle por lo que Él es, y no por lo que puede hacer o dar, porque la fe que siempre busca señales y milagros, es una fe inmadura; en cambio, la fe del Reino, es la fe probada. ¿Por qué la fe necesita ser probada? porque solo esa fe vendrá a ser tan firme como las pruebas que podamos resistir, de lo contrario, no será legítima. Quienes creen en Dios cuando todo parece imposible, no son las multitudes, es el remanente.

No estamos en un desierto porque Dios nos abandonó, sino porque nuestro corazón está siendo probado, para que sea mucho más precioso que el oro, dicen las Escrituras: “para que sometida a prueba nuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:7), porque para Canaán (la tierra prometida) no va a entrar la gente que adora a Dios cuando todo está bien, sino la gente que pudo decir: ¡Gloria a Dios!, cuando todo parecía imposible, que siguieron diciendo: ¡Sea el nombre de Jehová bendito!, y predicando cuando las multitudes ya no estaban. Cuando Jesús entraba en Jerusalén, las multitudes le ponían palmas, y decían: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! (Juan 12:13), pero en la Cruz estuvo solo y abandonado, porque las multitudes no son para el desierto, no son para la cruz, en ese lugar es Dios y nosotros nada más.

Podemos perder cualquier cosa en la vida, pero jamás perdamos nuestra fe; Job lo perdió todo, pero mantuvo su fe, y con ella también pudo recuperar lo que se había dado por perdido, y multiplicado, porque la gloria postrera, será mayor que la primera (Hageo 2:9), y la prueba de nuestra fe va a producir un mayor y cada vez más grande peso de gloria (2 Corintios 4:17), porque el hombre que entró en el desierto no será el mismo que saldrá de allí, tendrá un nuevo nivel de gloria y poder que va a desatar milagros. Abraham le creyó a Dios cuando todo parecía imposible, ¿podemos hoy nosotros creerle a Dios cuándo todo parece imposible?

 1 Pedro 1: 3: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.”

Lo que le da sustancia a la fe, es la esperanza, y la palabra esperanza significa: “expectativa del futuro”; ahora bien, ¿qué estamos esperando que acontezca mañana?, mantengamos nuestros sueños y visión de futuro, porque la esperanza nos va a dar una herencia incorruptible, quiere decir, que no la podrá disminuir el diablo. Lo que nos va a guardar en el desierto, es la fe.

1 Pedro 1:6-7: “Por lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.”

La prueba válida lo que hablamos, en la Iglesia decimos: “porque Dios es bueno, y para siempre es su misericordia”, pero es la aflicción la que va a validar lo que anunciamos. Muchos nos pasamos la vida haciendo declaraciones y alabando a Dios, y está bien, pero quizá la fe no ha sido probada verdaderamente, porque es fácil decir Dios es bueno cuando todo marcha bien, pero ¿podremos decir lo mismo en tiempos difíciles, cuando parece que Dios no está a nuestro favor?

Romanos 11: 1-5: “Por tanto, pregunto: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera!, porque también soy israelita, descendiente de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis lo que dice la Escritura acerca de Elías, de cómo se quejó ante Dios contra Israel, diciendo: «Señor, a tus profetas han dado muerte y tus altares han derribado; solo yo he quedado y procuran matarme»? Pero ¿cuál fue la divina respuesta? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal». Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.”

No estamos acá porque seamos los mejores, es porque la gracia y el favor de Dios nos han mantenido de pie. Dios tiene un remanente fiel, escogido por gracia, y con ellos va a  hacer “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre” (1 Corintios 2:9), a ese remanente va a introducir en la tierra que fluye leche y miel, y que traerá grandes multitudes.

Romanos 8:28: “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Romanos 8:31-32: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

Si Dios no nos negó a su Hijo, cómo nos va a negar la sanidad, conceder nuestra petición o milagro, el problema es que muchas veces le estamos pidiendo a Dios cosas que considera que no necesitamos, y Él primero nos va a dar lo que necesitamos, y luego, si es Su voluntad, nos dará lo que queremos, pero frecuentemente lo que queremos, no es lo que necesitamos; y cuando Dios termina de trabajar en nosotros, nos damos cuenta que lo queríamos no era lo que necesitábamos, y empezamos a querer lo que sí necesitamos.

Lucas 5:1-6: Aconteció que estando Jesús junto al Lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; los pescadores habían descendido de ellas y lavaban sus redes. Entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón y le rogó que la apartara de tierra un poco. Luego, sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: –Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: –Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red. Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía.

Muchos están pensando renunciar, así como le pasó a los pescadores que estaban lavando sus redes para guardarlas; y es que a todos nos ha llegado ese momento, todos lo hemos sentido, pero es necesario conocer que el éxito es la suma de todos los fracasos y errores, superados por la persistencia, así que no renunciemos, no lavemos la red, no tiremos la toalla; si fracasamos, volvámonos a levantar.  Dios sabe que hemos tenido pensamientos de renunciar, pero hoy nos dice: “Boga mar adentro, vuelva a echar la red”, en el peor momento nos pide que volvamos a intentarlo, porque a Él se le cree cuando todo parece imposible. Si sentimos que tocamos fondo, que éste es el peor momento para hacer algo, este es el mejor momento para emprender, para ver la gloria de Dios, porque Él abre manantiales en el desierto (Isaías 41:18).

Dios no está esperando el mejor momento para bendecirnos, porque eso es para multitudes, para el remanente fiel de Dios, en el peor momento, que es cuando la noche está más oscura, les dice: “Vuélvelo a intentar, porque yo soy Jehová tu proveedor”. Cuando Dios nos aparece en el desierto, nos dará algo que no solo nos va a alcanzar para nosotros, sino que podremos bendecir a quienes están a nuestro alrededor. En el tiempo más oscuro, veremos la mano de Dios, porque hay un pequeño remanente que ha rehusado renunciar, que se ha mantenido creyendo. ¡No perdamos nuestra fe para creer por lo imposible e invisible!