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De lo doloroso, a lo valioso y provechoso
Pastor Francisco Barrios, domingo 01 de septiembre de 2024
La aflicción presente y tal vez el silencio de Dios en tu vida, no es sinónimo de que el Señor no esté obrando a tu favor, si Él como Padre se ocupa hasta de las aves, ¿cuánto más no va a tener cuidado de todas tus preocupaciones?
Y aunque Jesús no nos prometió una vida sin dolor o aflicciones, es mejor pasar estas temporadas junto a Él que sin Él, puesto que su vida nos garantiza nuestra victoria porque Cristo padeció y venció todo lo que hoy puede aquejarnos, por eso entiende como nadie nuestro dolor o sufrimiento.
“Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” – Juan 11:3-4 (RV1960).
Para Dios no hay niveles de amor entre sus hijos, a todos les ama por igual y de todos tiene cuidado, aunque el dolor nuble la vista de quien lo padece y parece que le consuma, Dios no dejará que su esperanza muera.
Ese dolor no es para muerte si lo pones en manos de Dios, puesto que bajo Su control tiene un propósito maravilloso y alto que solo Él conoce pero que es de gran valor para tu vida.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” – 1 Reyes 19:3-8 (RV1960).
Tu dolor en las manos de Dios tiene un propósito, pues es necesario vivir ciertas etapas de la vida para crecer, desarrollar virtudes y adquirir sabiduría. Tales procesos en tu interior te llevarán a cambios maravillosos que permanecerán para siempre si los pones en manos del Padre.
“Tres cosas hacen temblar la tierra y una cuarta la hace estremecer: el siervo que llega a ser rey, el necio al que le sobra comida, la mujer rechazada que llega a casarse y la criada que suplanta a su señora” – Proverbios 30:21-23 (Biblia Nueva Versión Internacional).
No podemos llegar o alcanzar lugares altos sin pasar antes por un proceso de formación primero, ya que éste nos brinda la oportunidad de tener un corazón correcto para recibir lo que anhelábamos. Todo proceso te hará crecer.
“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.” – Mateo 13:45-46 (RV1960).
Todo proceso doloroso puesto en las manos de Dios es semejante a la formación de una perla, preciosa y de alto valor, pero con un camino de creación tan doloroso que es hasta difícil de creer. Con la ayuda del Espíritu de Dios, las heridas de tu dolor serán las perlas brillantes del testimonio del mañana.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” – Romanos 8:28 (RV1960).
Tal vez hoy tu dolor te muestre oscuridad, pero hay un Padre que constantemente está obrando a tu favor, sacando lo mejor de ti para llevarte a nuevos niveles de gloria si solo dejas que Él tome el control de tu vida y transformarte en una perla de alta belleza que conoce y entiende su valor tras su sufrimiento.