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Dios galardona a los que le buscan

(Martes 04-08-2020)
Pastor Yobany Blanco

Hebreos 11:6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Nuestro nivel de fe es proporcional a cuánto buscamos a Dios, y nos acercamos a Él para conocerle. Muchas veces pensamos que la fe solo se trata de obtener galardones y beneficios, pero la Palabra de Dios nos enseña que nuestro primer nivel de fe debe ser para acercarnos a Dios y conocerlo en el carácter de lo que Él es, amoroso y galardonador.

Muchas veces es más fácil usar nuestra fe para buscar las añadiduras y galardones, pero la Escritura aclara que nuestro Señor se agrada de aquellos que usan su fe para acercarse más a Él. Dios quiere que tomemos una decisión de buscarle en intimidad, comunión y con pasión, para que conozcamos que Él es un Dios que recompensa y bendice a aquellos que tienen la intención en su corazón de conocerle. Nuestro Dios es tan amoroso, que cuando nos invita a tener fe para buscarlo, promete galardonarnos, no nos dejará sin recompensa; buscarle y acercarnos a Él nos hará bien.

Jamás seremos rechazados por Dios al acercamos a Él en oración. Dios nos está haciendo una invitación a que tengamos un mayor nivel de amor hacia Él, la puerta a la intimidad con Dios no está cerrada, está abierta para nosotros, así que debemos de aceptar esa invitación. Hay cosas que no vamos a poder lograr con nuestra propia fuerza, no importa cuánta capacidad tengamos, pero en el secreto con Dios hay una gracia que Él nos da para que lo que no estaba sucediendo en nuestra vida, empiece a suceder, porque una cosa es lo que podemos lograr con nuestra habilidad, y otra lo que Dios nos entrega. Lo que Dios es capaz de darnos por buscarlo, es mayor que lo que nosotros podemos lograr con nuestras propias habilidades. El interesado en que no tengamos una relación con Dios es Satanás, quien busca levantar en nosotros condenación y culpa, para que no podamos llegar con confianza ante Dios, él trata de colocar obstáculos, pero tenemos que derribarlos, para ello Dios nos dio el poder de la Sangre de Cristo, la cual nos limpia de todo pecado, pero también de toda acusación del maligno.

Hebreos 10:19-22: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”

No vivamos en la esclavitud de creer que no tenemos acceso directo a Dios, porque Cristo derribó la pared que nos separaba con el Padre, y nos ha dado acceso al trono de gracia. Cuando somos libres y nos sentimos hijos de Dios, nos acercamos a Él confiadamente.

Cuando necesitamos socorro, allí está el trono de la gracia, pero debemos acercarnos entendiendo dos principios, el primero, es que la Sangre de nuestro Señor Jesucristo nos abrió el camino, y que esa Sangre le quita a Satanás el poder de acusarnos, nadie puede acusar a los que Dios ha limpiado; lo segundo, es que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote, el cual intercede por nosotros para que podamos acercarnos a Dios y al trono de su gracia confiadamente. No tengamos temor, sino libertad para acercarnos al trono de gracia, solo de esta manera podremos conseguir lo que necesitamos para este momento difícil que atraviesa la humanidad. No compliquemos el camino al trono de gracia.

Jeremías 29:12-14: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.”

La humanidad hoy necesita invocar a Dios de todo corazón, clamar y humillarse delante de Él. Dios no anda jugando al escondite con sus hijos, Él nos está haciendo una invitación, no solamente para transformarnos, sino para bendecirnos, Él sabe de qué tenemos necesidad, pero nosotros no recibimos los milagros lejos de Dios, recibimos los milagros delante de su presencia, Él nos está diciendo que si le buscamos, Él nos oirá y se dejará hallar por nosotros. Nadie se queda con las manos vacías cuando se determina a buscar a Dios de forma apasionada, y si todos juntos lo buscamos y hallamos, grandes cosas van a acontecer.

En el desierto, el pueblo de Israel se le olvidó que Dios los había sacado de Egipto para darles una tierra mejor, solo recordaban el pasado y vivían el presente, pero se olvidaron de que Dios no nos saca de un lugar para dejarnos igual, sino que nos saca para llevarnos a uno mejor.

Hebreos 10:35-39: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

No perdamos la confianza de que hay un galardón frente a nosotros. Dios le tiene un premio a los que terminen esta carrera, a los que no se debiliten en su fe. Cuando nos acercamos a Dios, nos damos cuenta de que empezamos a vivir para una visión más alta que la nuestra, y cuando la abrazamos, entendemos que ya no podemos vivir para nosotros, y que su voluntad es agradable y perfecta (Romanos 12:2). La grandeza de un hijo de Dios no está en entender, sino obedecerle.

Dios no nos llamó para vergüenza, sino para honra. Dejemos de pensar que Dios quiere quitarnos algo o dejarnos con las manos vacías, ese no es el Dios en el que hemos creído, el Dios que nos llamó y escogió, nos sacó para darnos honra ante los hombres, para mostrar su gloria sobre nosotros, y para que todos vean su favor sobre sus hijos que le buscan diligentemente. No perdamos la visión de nuestro galardón, porque la recompensa viene de Dios, y ella es transgeneracional, tocará a nuestros hijos y nietos, hasta que Cristo venga.

Hebreos 6:10-12: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”

Todo lo que hacemos con amor para Dios, Él no lo va a olvidar. Dios nunca aparece con las manos vacías, siempre llega con recompensa, salud y salvación para nuestras familias, porque Él es un Padre amoroso, bueno y galardonador.

Isaías 40:9-11: “Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro! He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.”

Las naciones que se humillen ante Dios, serán las primeras que Él levantará de la condición en la que el mundo se encuentra, y les será devuelta la paz y la justicia. Sigamos entregando lo mejor a Dios, oremos y trabajemos por nuestra tierra, y no dejemos de anunciar este poderoso Evangelio, porque Dios viene con recompensa y con paga a aquellos que han hecho Su voluntad en este tiempo. Dios nos recompensa para que todos sepan que Él vive en medio de su pueblo.

Joel 2:21-27: “Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.”

¡Para los que buscan a Dios viene recompensa y provisión!