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Dios oye el clamor de los desvalidos
(Martes 25-08-2020)
Pastor Francisco Barrios
La palabra “desvalidos” aparece muchas veces en la Biblia, y significa, persona que está sin amparo, sin ayuda, sin protección, desamparada y sola, y hoy es necesario que conozcamos que Dios oye el clamor de los desvalidos, debido que la Escritura lo afirma. Muchas veces hay una errada percepción en los que oran, y es, de que solo Dios oye a los fuertes, a los mejores, a los perfectos, a los que están en la cima, y a los que están en la cúspide del éxito, pero Dios también nos oye cuando nos sentimos sin fuerzas, sin esperanza, sin salud, sin dinero, en el valle y derribados, pues, nuestro Dios se describe como el Padre de huérfanos y defensor de viudas (Salmo 68:5).
Los creyentes estamos parados sobre una montaña de promesas de Dios, no importando si atravesamos un momento de éxito o de fracaso; tenemos promesas de salud, pero también para momentos en los que nos encontramos en dificultades en las finanzas, hay juramentos del Padre para todas la áreas en las que el ser humano tenga una necesidad, pero somos nosotros quienes decidimos si creemos las promesas de Dios o si dudamos de su Palabra. Las palabras de Jesús mientras estuvo en la tierra, fueron: “Venid a mi todos lo que estéis trabajados y cargados, que yo los haré descansar” (Mateo 11:28), Jesús no andaba buscando a los perfectos y mejores, sino a aquellos con mayor necesidad.
Dios no solamente está buscando ayudar a aquel que se siente desvalido, sino que está comprometido en ajustar cuentas con aquel que abuse de él. El primer caso lo vemos con Caín, cuando mató a su hermano Abel, y Dios se le aparece y le dice: “La sangre de tu hermano Abel clama justicia a mí” (Génesis 4:10), siempre el clamor del desvalido va a ser oído por el Cielo, y el Él lo va a oír; eso fue lo que sucedió con Caín, debido a que mató a su hermano sin ningún motivo, solo por envidia. Luego de Abel, la tierra volvió a una época de violencia, y fue cuando Noé, dice que la Biblia que la maldad de ellos subió al Cielo, lo que hizo que Dios ajustara cuentas (Génesis 6), igual sucedió con Sodoma y Gomorra, Dios descendió porque escuchó el clamor del pobre del que estaba siendo abusado (Génesis 18: 16-33).
Si hemos sentido alguna vez injusticia, desvalidos y solos, clamemos desde esa debilidad, no tenemos que esperar estar más fuertes, porque Dios nos oye desde el problema y la humillación, y si clamamos a Él, recibiremos respuesta. Hubo un tiempo en la Biblia, en el que el pueblo de Israel estuvo en Egipto, y la maldad y la violencia de Faraón y de los egipcios, fueron muy grandes ante el pueblo de Dios, hasta que ese nivel de maldad y el clamor de los desvalidos, despertó las alarmas del Cielo para que Dios descendiera para hacer justicia con el Faraón (Éxodo 2:23), porque Dios no solo promete ayudar a un desvalido, sino que va a ajustar cuentas con aquel que abuse del pobre, confiemos en Dios y creamos que Él va a actuar a nuestro favor.
¿Nos hemos sentido tan agobiados con una enfermedad, que faltan fuerzas y ánimo para orar, debido a que el dolor es muy fuerte?, y hay un dolor que es más fuerte, y es el del corazón, debido a que las heridas físicas tienen tratamientos muy efectivos, y el cuerpo tiende a auto curarse cuando hay heridas abiertas, pero las heridas del corazón no son tan fáciles de curar, las cuales no tienen tan efectivos tratamientos como las físicas, por lo que necesitamos para ellas colocarnos en las manos de Dios, quien es el único médico especializado que puede sanarnos. Aquellos que no sienten fuerzas para orar, pero conservan su fe, hay promesas de Dios para sus vidas.
Salmo 102:17-20: “Habrá considerado la oración de los desvalidos y no habrá desechado el ruego de ellos. Se escribirá esto para la generación venidera y el pueblo que está por nacer alabará a Jehová, porque miró desde lo alto de su santuario; miró Jehová desde los cielos a la tierra para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte.”
Dios oye la oración de los desvalidos, el gemido de un preso, de aquel que se siente sentenciado a muerte, quizás por una enfermedad o la crisis de su país; para aquellos que sienten que no hay salida a sus problemas y han puesto una sentencia de muerte sobre sus vidas, Dios les dice que va a oír su gemido si a Él claman. Un gemido sale de lo más interno del corazón, de los más profundo de nuestra alma, casi que sin fuerzas, pero sale, así que si ya estamos sin aliento, clamemos a Dios, debido a que Él puede ayudarnos, y oye el clamor desde nuestra humillación.
Salmo 10:14-18: “Tú lo has visto, porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano; a ti se acoge el desvalido; tú eres el amparo del huérfano. ¡Rompe el brazo del inicuo y castiga la maldad del malo hasta que no halles ninguna! Jehová es Rey eternamente y para siempre; de su tierra desaparecerán las naciones. El deseo de los humildes oíste, Jehová; tú los animas y les prestas atención. Tú haces justicia al huérfano y al oprimido, a fin de que no vuelva más a hacer violencia el hombre de la tierra.”
Dios va a oír nuestro clamor y va a ajustar cuentas con aquel que es la causa de ese dolor.
Salmo 34: 6-10,17: “Este pobre clamó, y lo oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende. Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él! Temed a Jehová vosotros sus santos, pues nada falta a los que lo temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. Claman los justos, y Jehová oye y los libra de todas sus angustias.”
Si nos falta justicia o algún clase de bien, que no nos falte la fe para clamar a Dios, porque no seremos avergonzados.
Salmo 50: 15: “Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás”.
Dios quiere que le invoquemos cuando nos sintamos desvalidos, angustiados y agotados, porque Él nos va a librar y nosotros le vamos a honrar, no hay más poderosa honra que la de los labios que han sido librados del mal.
Santiago 5:1-6: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas y vuestras ropas, comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos y su moho testificará contra vosotros y devorará del todo vuestros cuerpos como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días finales. El jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros, clama, y los clamores de los que habían segado han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra y sido libertinos. Habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, sin que él os haga resistencia.”
No hay nada más peligroso que caer en las manos de un Dios poderoso cuando hemos tocado a un desvalido, y si nosotros estamos buscando justicia, porque sentimos que nos han hecho injusticia, dejémoslo en manos de Dios, porque Él se va a encargar. En los tiempos en los que Jesús caminó por la tierra, los desvalidos clamaron a Dios y ninguno fue defraudado.
Marcos 10:46-52: “Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él, sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo, el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando. Al oír que era Jesús nazareno, comenzó a gritar: –¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos lo reprendían para que callara, pero él clamaba mucho más: –¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole: –Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Jesús le preguntó: –¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: –Maestro, que recobre la vista. Jesús le dijo: –Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.”
Muchos han sentido que en medio de su angustia, otros en vez de ayudarles, les colocan el pie para hacerles tropezar, pero cuando clamamos a Dios desde nuestra humillación, debilidad y frustración, diciendo: “Ten misericordia de mí”, Dios va a oír nuestro clamor, y no solo eso, sino que Él está dispuesto a respondernos conforme a nuestra fe. El hecho de buscar y clamar a Dios, es un acto de fe, y conforme a ella nos será hecho. Clamemos desde nuestra necesidad a Dios, porque Él dice que si clamamos, nos mostrará cosas grandes y ocultas, que todavía nosotros no conocemos (Jeremías 33:3).
Lucas 17:11-19: “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: –¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: –Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies dándole gracias. Este era samaritano. Jesús le preguntó: –¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: –Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”
Marcos 7:24-30: “Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Entró en una casa, y no quería que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse. Una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, luego que oyó de él vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, sirofenicia de origen, y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: –Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros. Respondió ella y le dijo: –Sí, Señor; pero aun los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: –Por causa de esta palabra, vete; el demonio ha salido de tu hija. Cuando la mujer llegó a su casa, halló a la hija acostada en la cama, y que el demonio había salido de ella.”
Si clamamos a Dios, Él va a intervenir a nuestro favor, Él es bueno y no nos va a dejar, dice la Biblia: “Venid a mi todos lo que se encuentran trabajados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).
Así que si nos sentimos cargados con algo, sea pecado, enfermedad o con cualquier clase de problemas, calificamos para Dios, clamemos a Él, porque se llevará nuestras cargas y nos hará descansar.