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El amor es el motor de tu Intercesión

(Martes 29-09-2020)

Pastor Yobany Blanco

Mateo 14:14-21: “Al salir Jesús, vio una gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: –El lugar es desierto y la hora ya avanzada. Despide a la multitud para que vayan por las aldeas y compren algo de comer. Jesús les dijo: –No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Ellos dijeron: –No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Él les dijo: –Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.”

El corazón de Jesús siempre estuvo inclinado en ayudar a los demás, vino al mundo enviado por el Padre por una razón, su amor por la humanidad, dice la Biblia que “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Jesús vino con determinaciones firmes a la tierra, salvar a la humanidad, ayudar al perdido, al caído levantarlo y fundar la Iglesia; ahora bien, porque Jesús logra todas estas cosas, porque pasó su vida de servicio y de hacer la voluntad de Dios en una llenura de amor y del Espíritu Santo buscándolo en oración y ayuno. Nuestro modelo a seguir y nuestro ejemplo, siempre será Jesús, tenemos que captar de él que no confió en sus habilidades, sino que buscó en ayuno y oración al Padre para ser ungido, pero antes de ser lleno de poder, fue lleno del amor de Dios. Debemos entender el secreto de buscar a Dios en ayuno y oración para ser ungidos por el Espíritu Santo de amor y de poder, para salir a hacer las obras de Dios en favor de una humanidad que lo necesita. Hoy vemos un mundo necesitado, la desesperanza, la tristeza, las enfermedades y los miedos están siguiendo a la humanidad, nadie está escapando de tantas situaciones difíciles, y hoy los hijos de Dios somos responsables, porque tenemos la solución, a Dios y las herramientas espirituales para ayudar a mucha gente, pero es importante conocer que debemos llevar la oración a un nivel de intercesión.

La oración se convierte en intercesión cuando está suficientemente llena de amor y del Espíritu Santo, porque un intercesor es aquel que se le presenta al Padre en el nombre de Jesús, a favor de los hombres, no buscando sus propias peticiones, deseos y necesidades, sino que va mas allá de sus intereses personales, es alguien que empieza a llevar la carga y la compasión. Jesús desarrolló amor, compasión y misericordia por la humanidad, y ese amor lo llevó a orar siempre por la salvación de las almas; seríamos irresponsables como cristianos si no asumiésemos la responsabilidad de interceder por este mundo perdido.

Dios nos ha puesto a nosotros, los que conocemos el poder de la intercesión, como defensores de nuestro entorno, porque solamente quien conoce los principios espirituales y los practica, puede evitar las enfermedades, la maldad y la muerte que viene contra la humanidad y los hijos de Dios. No existe mejor manera en que podamos ayudar a nuestro hermano, que, con una oración eficaz, porque ella trae respuesta y soluciones a alguien que pueda estar padeciendo. La gente necesita ser protegida por el poder de Dios, necesitan conocer a Jesús y ser libre de los ataques del maligno, así que llegó el tiempo de que se levanten los intercesores, porque Dios nos está llamando a un mayor nivel de intercesión por la gente.

Un intercesor tiene el poder de mover la gracia de Dios, para que así venga lo que se requiere para arreglar, cambiar este mundo y salvar a los hombres. La intercesión es un clamor que nace del amor, y cuando empezamos a pedirle al Espíritu Santo que nos llene, Él nos va a bautizar con dos principios importantes, con amor y con poder. Debemos pedirle a Dios que no mengüemos en nuestro nivel de amor por el prójimo, porque a quien amamos, por ellos oramos bien, y mientras más amor, la oración es más efectiva; no hay nadie que empiece a orar por una persona y no la termine amando.

Los intercesores reciben la carga de Dios en sus corazones parar orar, eso era lo que tenía Jesús, la carga del Padre por salvar a la humanidad, por eso cuando intercedía, era el Espíritu Santo a través de Él. Los grandes intercesiones son hombres y mujeres que han aprendido a amar lo que Dios ama, es por ello que tenemos que pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe a amar lo que Dios ama, y cómo Él ama, para que nuestra oración no sea detenida por nada ni por nadie, porque cuando hay amor, no hay excusas para orar. El amor es el motor que le da vida a nuestra intercesión.

Jesús miraba con ojos de compasión a la gente, y el corazón de Dios estaba con ellos, así que nunca permitamos que las circunstancias nos roben nuestro amor por el prójimo y por las familias de nuestro país, porque de lo contrario, nos secaremos en oración, debido a que quien no ama, deja ser eficaz en su oración. No habrá milagros de fe sobrenaturales si no derramamos nuestra alma en el lugar secreto clamándole al Padre para que salve, sane y liberte a las almas cautivas por el enemigo. Todo aquel por el que intercedemos con amor, terminamos amándolo. Tenemos que orar más por nuestra nación.

Dios nos transfiere a través de la oración e intercesión el amor que siente por las personas, y anda buscando a alguien que pueda sentir esa compasión y obedecerle. Cuando Dios nos llama a interceder por alguien que nosotros no lo esperábamos  ni recordábamos, pero el Espíritu Santo haya en nosotros un corazón dócil y dispuesto, entonces va a colocar una carga de amor y de compasión por esa persona que tiene una necesidad, y empezaremos sentir el dolor del otro, por eso el intercesor no juzga ni condena, sino que siente lo mismo, y cuando lo siente, pide misericordia. El amor no juzga, no condena, no culpa, cubre multitud de pecados (1 Pedro 4:8), y nunca podremos amar eficazmente a otros a menos que lo amemos con el amor de Dios. A nosotros Dios nos ama de tal manera, que su mayor tesoro lo entregó por todos, y nunca nadie nos va amar como Jesús y como el Padre, solamente recibamos en nuestro corazón ese amor.

Mateo 5:38-44:Oísteis que fue dicho: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues. Oísteis que fue dicho: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”

Solamente con el Espíritu de Jesús podemos obtener un mayor nivel de intercesión para que nos convirtamos en un ente de salvación para mucha gente. Vamos a interceder por todo aquel que amamos con el amor de Dios, y de esta manera, lo podremos librar de las garras del enemigo. Si intercedemos con amor por este país, será rescatado. Mientras más grande sea nuestra intercesión, más grande será la influencia que Dios nos dé para ser un agente de salvación. De nada sirve orar mucho y no amar, no nos dejemos enfriar el amor, sin importar cuánto nos cueste.

Romanos 5:5: “Y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

La mayor señal en un hijo de Dios, es que se mantiene con una llenura de amor por medio del Espíritu Santo, porque quien ama es libre, tiene gozo, paz, y sabe orar bien.

1 Juan 3:14-24: Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano permanece en muerte. Todo aquel que odia a su hermano es homicida y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. En esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él, pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidamos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.”

La intercesión es una oración desinteresada que no busca beneficios propios, ni con Dios ni con la gente, así que no esperemos que los hombres nos den algo por nuestra intercesión, hagámosla por agradar al Padre; ahora bien, todo intercesor siempre tendrá recompensas de Dios, porque Él los ama. La mejor manera de parecerse a Jesús es amando e intercediendo con amor, son dos de los ministerios más importantes de nuestro Señor Jesús. Somos salvos y hemos recibido milagros, porque alguien ha intercedido por nosotros, nadie ha llegado a Jesucristo sin que antes alguien haya orado por él, porque nuestra oración es el instrumento para que muchos sean salvos.

Hebreos 5: 1-3,710: Porque todo sumo sacerdote es escogido de entre los hombres y constituido a favor de los hombres ante Dios, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados, él puede mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad, por causa de la cual debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente. Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen, y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

Dios quiere que seamos intercesores entre Él y el pueblo, así que, vayamos a favor de los hombres ante Dios para que Él los salve. Lo primero que hace un intercesor es clamar a la sangre de Cristo para que limpie y quite el pecado, y pueda traer arrepentimiento y convicción de pecado a las personas. Todo intercesor siempre es paciente con la gente difícil, porque por quienes oramos, tenemos paciencia y tolerancia, debido a que sabemos que están en ignorancia y extraviados. Cuando profundizamos en el amor y en la compasión, en la llenura del Espíritu Santo para clamar por otros, salimos de una simple petición de oración a una oración de ruego y súplica, esta era la manera como Jesús clamaba por la humanidad.

Hebreos 7:25: “Por eso puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”

Nuestro Señor Jesús se mantiene en el cielo clamando por la humanidad, por la Iglesia, por sus hijos y por los pecadores. Donde se secan los movimientos de salvación, es porque se secaron los movimientos de intercesión, regresemos a la súplica y regresarán los milagros de salvación. Una intercesión nuestra puede salvar a un perdido, sanar a un enfermo y levantar un movimiento de salvación por la humanidad.