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El Espíritu Santo no ha dejado de moverse
Pastor Javier Bertucci, domingo 07 de julio de 2024
Si en el mundo, el propio ser humano ha sido capaz de propiciar consecuencias catastróficas, también podrá ser capaz de propiciar condiciones espirituales para una solución que provenga de parte de Dios.
Todo lo que se espera en Dios llega, pero a Dios le gusta la expectación, lo que se traduce como una actitud de fe, por eso, ¿estarás dispuesto a aguardar lo que el cielo tiene para ti?
Un corazón expectante de lo que Dios hará, provoca el acontecimiento de los milagros.
Para Dios no existe un limite de tiempo para obrar y cumplir sus promesas, por eso no hay que dar cabida a la duda sobre lo que el Señor puede hacer a favor de alguien.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” – Génesis 1:1 (RV1960).
Si Dios ya hizo algo a tu favor, nada le puede impedir volver a hacerlo, solo tienes que creer en Su poder y no en la duda que otros quieran sembrar a tu corazón.
El mover del espíritu santo no se basa en lo que acontece en la Tierra, sino por medio de los planes que tiene Dios con ella.
“Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo” – Salmos 103:14 (RV1960).
Para el Espíritu Santo no hay límites cuando se trata de hacer Su obra en la vida de alguien, pues no toma en cuenta las debilidades o errores sino el nivel de expectación que produce la fe en Dios que hay en su corazón.
Y aunque el mundo pueda rechazarte por tus errores, el Espíritu Santo nunca lo hará, Él permanece fiel sin importar lo demás. El Espíritu de Dios jamás te va a dejar.
“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” – Génesis 1:2 (RV1960).
Enfocado en la perfección de Jesús, puedes ser agente de cambio para otros por medio del Espíritu Santo, sin importar cuán imperfecto seas.
El sentido de permanencia de un corazón provoca la manifestación gloriosa del Espíritu de Dios, trayendo consigo no solo milagros sino también cambios desde el interior al exterior haciéndote heredero de las promesas del Señor.
Sin importar cuanto tardare, sin importar las críticas, un corazón firme y permanente que insiste en aguardar expectante lo que Dios tiene para él no será avergonzado.
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” – Hechos 2:1-4 (RV1960).
Las quejas no abren la puerta de la cárcel, solo la adoración genuina de un corazón que espera en Dios trae libertad y salvación.