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El Misterio de Cristo
Pastor Javier Bertucci
Domingo 30-10-2022
Efesios 3:2-5 (RVR1960): “Si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu”.
Pablo se refiere al misterio de Cristo con una palabra cuya naturaleza, causa u origen, no tiene explicación o no se puede entender. Se refiere a Cristo como un misterio, al que se accede no por mecanismos naturales.
«Cuando hay conversión en tu vida, eres parte del cuerpo de Cristo». Hablando de la comparación que hace Pablo de Cristo con su iglesia a la de un matrimonio de un hombre y una mujer.
Efesios 5:21-33: “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”.
No tendrás revelación del cuidado de Jesús, si no comprendes que Cristo no puede aborrecer su propia carne, y cuando se une con Jesús un espíritu es con Él. Nadie aborreció su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, y como Iglesia somos el cuerpo de Cristo.
Efesios 5:29 (RVR1960): “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia”.
Todos somos parte del Cuerpo de Cristo y parte de su misterio. Hay asuntos o actitudes que no comprendemos, pero estos deben ser adquiridos y recibidos por medio de la revelación.
1 Corintios 12:22 (RVR1960): “Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios”.
Efesios 3:4 (RVR1960): “Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo.”
«La oración y el estudio de la Palabra de Dios deben estar interconectadas, para que prevalezca su unción y su poder». Quien ora debe hacerlo con el Espíritu Santo, y por el estudio de la Palabra; Jesús dijo: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26). Indicando que el mejor maestro para leer las Escrituras a través de su revelación, es única y exclusivamente por el Espíritu Santo.
Efesios 1:15-18 (RVR1960): “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.
«Jesús pagó por medio de un sacrificio perfecto».
Juan 1:29 (RVR1960): “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Jesús fue perfecto, el Cordero inmolado en la cruz. En el Antiguo Testamento, quien cometía acto de pecados traía un cordero saludable, perfecto para realizar sacrificios ante el altar, el cual sería inmolado (muerto). Cuando el sacerdote lo llevaba al lugar de sacrificio, el pecador ya no tenía importancia, sino el cordero.
Jesús cumplía con la perfección, en este caso no de un cuerpo, sino del cumplimiento de la ley, de la exigencia de justicia de Dios; entonces, la exigencia de justicia por parte de Jesús ya estaba cumplida para el Cielo. Ahora tenía que haber un sacrificio óptimo a favor de la expiación de la raza humana, pero ahora no era un cordero justificando a un hombre, sino un hombre siendo de cordero justificando a otro hombre.
Juan 19:30 (RVR1960): “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”.
«Somos hijos de la gracia». Cristo es la esperanza, es la fuente de vida, Él redarguye los corazones, es la esencia o la sustancia de nuestros huesos, a Él le importamos, aún con los temores, miedos o pecados que podamos tener. Y la salvación se extenderá por medio de la palabra de Cristo, en toda nación, en toda lengua y raza.
Vendrá un poderoso mover del Evangelio del Reino, de la gracia a través de la revelación del Espíritu Santo, un mover evangelístico de la llenura plena de su redención. Cristo es la fortaleza que necesitamos en nuestra vida.