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El misterio oculto desde tiempos antiguos
Pastor Francisco Barrios,

27 de noviembre de 2023.

 

“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” – Romanos 16:26-26 (RV1960).

Dios en su plan perfecto ha querida revelar a su pueblo los misterios que están en Su palabra, para que todos puedan obedecer a la fe.

Obediencia a la fe no es el cumplimiento de los 10 Mandamientos, porque eso es obediencia a la ley, porque ésta última coloca condiciones para que las bendiciones de Dios se puedan manifestar y entonces da paso al orgullo humano de querer poder cumplirlos todos por fuerza propia y no dependiendo de las fuerzas del Padre.

Por años, muchas personas que aun se rigen por la ley dentro de las iglesias aun creen que por caminar bajo la ley están a un nivel de santidad más alto de quienes caminan direccionados por la gracia del Padre.

Pero, cuando hay quienes tienen un corazón con una clara percepción de que no es por sus propias fuerzas, de que no son sus capacidades ni otras destrezas las que te pueden calificar, Jesús toma el lugar y completa lo que no puedes hacer con la ley, para que, en Sus fuerzas tu puedas caminar en obediencia.

Debemos tener cuidado de los sentimientos de querer merecer algo que Dios te da por medio de Su gracia, lo cual acarrea maldiciones y sufrimientos; pero de todo esto el Señor ha querido librarnos revelando ese misterio, para que todos podamos caminar en obediencia a la fe, con corazones humildes y llenos de gratitud hacia Sus obras.

Y exactamente eso es la obediencia a la fe, en que todo se resume a Jesús como el autor de la fe, sabiendo que puestos nuestros ojos en Él no habrá un enfoque egoísta y altivo en nuestras oraciones y acciones, sino que se deshacen del espíritu del derecho para dejar que toda la gloria esté en Cristo, a quien realmente pertenece.

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” – Hebreos 12:2 (RV1960).

Debemos entender que el servir a Dios no implica recibir algo por derecho a nuestras obras, sino voluntariamente y por amor sabiendo que la recompensa que el Señor prepara para cada uno de sus siervos es mucho más alta en términos de valor, de lo que humanamente una persona puede ofrecerle, como un vaso de agua frente a la salvación o una sanidad, interpretándose también como la Gracia.

No apeles al derecho cuando constantemente Dios te ofrece de Su gracia de forma gratuita y bondadosa, sino enfócate que aun siendo débiles e imperfectos tenemos un Dios poderoso que está presto a siempre bendecirnos mucho más de lo que le pedimos.

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” – Romanos 5:19 (RV1960).

Solo la obediencia a la fe nos puede hacer justos, porque la ley no nos santifica ni nos hace justos.

Existe una gran diferencia actualmente sobre lo que es la santidad a Dios, la cual es vista a los ojos del mundo como alguien lleva una vida tranquila con un buen matrimonio, pero dejan de lado que la falta de perdón, la murmuración, la envidia y el enojo también contaminan el corazón de una persona.

En cambio, no hay mucha diferencia de un corazón contaminado entre una persona que aunque se guarda de ser adultera desea la gloria y fama de multitudes además de tener amor al dinero y guarda rencor.

Es importante cuidar el exterior, pero lo que Dios realmente valora es el estado de nuestro corazón.

No enfoquemos la fe en obediencia en nuestras propias fuerzas, sino que persigamos constantemente a la fe en Cristo para ser justos por medio de Su gracia.

“sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” – Gálatas 2:16 (RV1960).

Solo Jesús nos puede convertir en personas justas por medio de Su sacrificio en la cruz, un total acto de obediencia.

Y aunque la condenación quiera atacarte por tus debilidades, el nombre de Jesús es quien te da el valor suficiente para vencerlos. Enfócate siempre en Jesús cuando ores, vestidos de Él ante el Trono de la Gracia hay total acceso a la presencia del Señor.

“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” – 2 Corintios 10:4-5 (RV1960).

La verdadera guerra del cristiano no es con quien está afuera, sino con quien estas luchando internamente de manera constante, con tus pensamientos, con tus debilidades y demás, pero con un arma poderosa como la oración, estarás enfocado en la obediencia a la fe.

Dios no te quiere dar conforme a lo que mereces, sino conforme a la obra de Jesús, la cual no tiene comparación y es inmerecida para todo ser humano.

No hay actitud que agrade más al corazón de Dios que un corazón abierto delante de Su presencia, con toda libertad sean confesados los pecados, se admitan errores y se pida con humildad Su fortaleza para seguir transitando en el camino de la fe.

Cuando se ora en el nombre de Jesús ocurre una transformación maravillosa, porque ya no eres tu mismo, sino eres tu vestido de Jesús, quien a su vez y por amor se vistió de pecado, de culpa, de errores, de pobreza, de enfermedad para hoy libremente pudiéramos estar revestidos de Su amor, gracia, perdón y salvación por medio de Su sacrificio.

Estar enfocados en la obediencia en Jesús y no en nuestras propias formas de lograr metas se derriban fortalezas no solo físicas sino espirituales, se libra una guerra espiritual que te da acceso a un nivel de fe mucho más alto que llenará de bendición aún más tu vida.

Dejemos de lado la arrogancia y nuestras propias capacidades para poder concentrarnos en desarrollar la humildad que Dios desea ver en nosotros.

Ten en cuenta que para Dios no eres un empleado al que se le pide lo que se cree merecer, sino que eres su hijo y heredero de Su Reino.

“y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” – Filipenses 3:9 (RV1960).

Tenemos derecho a ser oídos por Dios cuando oramos no por lo que hagamos sino por lo que Jesús ya hizo, vale más una oración de 3 minutos enfocados en Jesús que una oración larga de una hora que solo se basa en mis habilidades.

Tu justicia no se debe basar en la ley sino en la justicia que proviene de Dios por medio de la fe, con el fin de conocerle y de llegar a ser semejantes a Él.

“Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.” – Mateo 15:22(RV1960).

Eleva tu fe de tal manera en la que Jesús se sienta aun más orgulloso y pueda ser exaltado a través de la certeza de que Él puede darte un milagro.