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El poder de la oración sincera por los perdidos

(Martes 22-09-2020)

Pastor Francisco Barrios

Cuando las tinieblas arrecian, las circunstancias son más fuertes y parece que la noche está en su pleno apogeo, esconder la luz no es opción, pues, ella debe estar puesta en lo alto, para que, de esta manera, alumbre a todos

(Mateo 5:15), porque donde abunda el pecado, allí también sobreabunda la gracia de Dios (Romanos 5:20), eso es lo que establece la Biblia. En medio de lo que hoy atraviesa el mundo, no podemos guardar la luz para esperar un mejor momento para alumbrar, este es el tiempo idóneo para brillar con el mensaje de Jesús.

En una de las enseñanzas de Jesús sobre la oración, hizo mención de que al orar no fuésemos como los hipócritas (Mateo 6:2), es decir, hay una oración en la que podemos hallarnos siendo hipócritas, o entrando en territorio fariseo. Cuando hacemos oraciones en las que le pedimos a Dios por el perdido, pero no accionamos a favor de él, estamos en territorio fariseo, y por lo tanto, no tendremos la gracia de Dios; Jesús decía, cuídense de la levadura de los fariseos, porque ellos dicen y no hacen, (Mateo 23:3), decir mucho en la oración, y hacer poco, nos coloca en territorio fariseo. La oración más poderosa que podemos hacer, es aquella que dice y hace, por eso Jesús calificó como intercesor, porque demostró muriendo en una cruz que ama a las personas por las cuales intercede.

La Iglesia primera es un ejemplo del poder de Dios, porque ella fue perseguida por predicar a Jesús, y los discípulos fueron amenazados, pero oraron pidiendo denuedo para predicar la Palabra (Hechos 4:31), no pidieron otra cosa, sino denuedo, y el poder de Dios cayó sobre ellos, porque era una oración sincera. No hay nada más poderoso que la oración de un intercesor por los perdidos, que, además, sale a predicar, porque se trata de una oración sincera. Nuestro milagro está en las poderosas palabras que Jesús dijo, “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y las demás cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). El mensaje de Jesús no fue sanidad, aunque sanó a muchos; no fue prosperidad, aunque alimentó a 5000 mil; no fue liberación, aunque libertó; el mensaje de Jesús fue salvación, así que, estamos involucrados en la salvación del pecador, eso lo que le interesa al Reino, entonces todas las demás cosas nos serán añadidas. Nuestro milagro está asociado al tema de lo que interesa al Reino, que es la salvación de los pecadores.

Antes de Jesús irse al cielo, nos comisionó y ordenó que predicásemos su Evangelio a toda criatura (Mateo 28:19), pero esta gran comisión se ha convertido en la gran omisión de la Iglesia, todo porque estamos más centrados en añadiduras, que en el Reino, y es que, a las tinieblas les interesa más que nos centremos en nuestros propios problemas, para que nos olvidamos del Reino, pero debemos conocer que el suplir nuestra necesidad, está en buscar primeramente lo que el Reino le interesa, lo cual es la salvación de los perdidos, eso es lo que arde en el corazón de Dios.

Hechos 11: 19-30: “Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, [g] sin hablar a nadie la palabra, sino solo a los judíos. Pero había entre ellos unos de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé para que fuera hasta Antioquía. Este, cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó a todos a que con propósito de corazón permanecieran fieles al Señor. Era un varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. Después fue Bernabé a Tarso en busca de Saulo; [m] y cuando lo halló, lo llevó a Antioquía. Se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente. A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. En aquellos días, unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sobrevino en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar un socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.”

El nombre de “cristianos” que hoy profesamos, viene de valientes hombres que decidieron en un momento difícil, predicar a Jesús, la Biblia declara que la mano de Dios estaba con ellos, Él les bendijo, les ayudó, les prosperó, les mantuvo sanos, todo por causa de que alegraron el corazón del Padre. Hoy los que nos llamamos cristianos, debemos imitar a esta clase de creyentes de Antioquía, que, en medio de un momento difícil sobre la Iglesia y las naciones de la tierra, decidieron predicar a Jesús, y Él los usó poderosamente. Siempre, en medio de momentos adversos, van a ver las voces de la desesperanza, pero si mantenemos la profesión de nuestra fe, si no escondemos la luz en medio de las tinieblas, ella va a alumbrar a muchos, y la mano de Dios va a estar sobre nosotros. Hoy la gente necesita de la esperanza de Jesús, y quienes tenemos ese mensaje, no podemos callar, debemos gritarle a los cuatro vientos que Jesús es nuestro sanador, que Él es la esperanza de la humanidad, y que, si buscamos el Reino de Dios, las demás cosas nos serán añadidas. No escuchemos las voces de aquellos que nos intenta desesperanzar.

Lucas 14:34-35: Buena es la sal; pero si la sal se hace insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”.

Si somos sal de esta tierra, es decir, la preservación de ella, y la luz que, de este mundo, alumbremos y seamos sal, no de nuestro propio caldo, sino de esta tierra; la sal que no funciona, es desechada, pero la que sí funciona, será guardada. Jesús no está interesado en que los que están predicando, y trayendo el Reino de Dios, sean quitados de este mundo, así que Dios va a preservar su sal, para esta hora y para este tiempo. Es tiempo de que en medio las dificultades que estamos atravesando como Iglesia, nos concentremos en hablar de Jesús, porque de esta manera, la mano de Dios va a estar sobre nuestra vida y milagros vendrán a nosotros.

Joel 2:21-27: Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. Animales del campo, no temáis, porque los pastos del desierto reverdecerán y los árboles llevarán su fruto; la higuera y la vid darán sus frutos. Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en Jehová, vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía, como al principio. Las eras se llenarán de trigo y los lagares rebosarán de vino y aceite.» Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová, vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová, vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.

Cuando Dios restaura lo que perdimos, lo multiplica. Dios nos va a restituir todo lo que hemos perdido por causa de hacer su voluntad, y mientras llega esa restitución, prediquemos a Jesús, agrademos el corazón de Dios, busquemos su Reino, y todo lo que necesitamos nos será añadido. Dios no nos va a abandonar, Él es un Dios de restitución y tiene el poder de darnos en un día, lo que perdimos en años, y más a aquellos que están buscando su Reino. Que en nosotros se vuelva a encender la llama por la predicación del Evangelio, y debemos entender que, en ese fuego, también está nuestro milagro.