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En búsqueda de la grandeza
Pastor Javier Bertucci,

Domingo 03 de diciembre de 2023

 

En el argot popular, los seres humanos están en una constante búsqueda de grandeza que también puede ser llamada superación personal, y en ocasiones hay quienes la alcanzan haciéndose sentir superiores a otros, y tal situación ocurre cuando no existe una estructura espiritual y valores, destruyendo a quienes realmente si los tienen y han alcanzado alguna posición de grandeza.

Pero, en la historia de Jesús, que no es como ninguna otra, hay un antes y después gracias a su paso por la Tierra dejando el cielo con humildad, y ese poder que tuvo Cristo para dividir la historia por causa de Él, lo tiene para que tu historia pueda cambiar para bien y dejar una huella profunda en tu vida.

Sabemos que éramos un tipo de persona muy diferente hasta que Jesús llegó a transformarlo todo, debido a todo lo que trajo a la vida, acompañado de una nueva visión, nuevas prioridades y el verdadero significado del cristianismo, que es aquel que produce cambios por medio de la fe.

El propio mensaje de Jesús en el Evangelio es suficiente para poder cambiar a una vida de manera profunda, teniendo así los mejores cambios en todos los aspectos posibles y dándole valor a aquello que al principio no era visibilizado, producto de no tener una buena estructuración de las prioridades como personas.

Parte de esas cosas que ahora se ven y antes no, son las actitudes autodestructivas para nosotros y destructivas para quienes están a nuestro alrededor, siendo ésta una de las características de un verdadero cristiano, quien no vive solo con una Biblia debajo del brazo, sino que vive lo que está allí escrito y no se conforma solamente con lo que se alimenta dentro de una iglesia, sino que emprende una búsqueda constante de transformación por medio de la revelación de la palabra de Dios.

Y a pesar de que Dios puede cambiar la vida de una persona en segundos, Él no se impone porque la decisión de cederle ese lugar al Padre es solo del propio ser humano basado en la convicción de sus valores, que le aportan dignidad y sentido a la vida con Cristo por medio de una relación estrecha e íntima que está en constante búsqueda.

Cuando se tiene tal revelación de una relación profunda con Dios, ya no vuelves a ser el mismo porque vas encaminado a lo que el Señor desea con Sus hijos, y es la que inspira paz, confianza y seguridad de saber que más allá de la muerte, hay una eternidad con Cristo y una vida digna.

Y aunque esta bien tener deseos de superación, pero siempre hay una forma de elevarlo y es superándose para ayudar y levantar a otros, no para su propia riqueza sino para servir, allí empieza el principio de la grandeza.

Comienzas a crecer cuando entiendes que lo que te hace grande es tu servicio a otros y tu capacidad de poder bendecir con lo tuyo a los demás, siempre buscando las maneras de poder dar de lo que Dios te ha dado en gracia y bondad.

Para hacerse el mas grande de todos hay que comenzar por ser el más pequeño y con humildad ofrecer un servicio de calidad y con amor, pues Jesús vino como el más pequeño para hacerse el más grande de toda la historia a través del servicio a las personas.

“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” – Mateo 20:26 (RV1960).

Cuando el mundo nos muestra que ser el más grande es ser servido por todos, en el reino de Dios el más grande es quien le sirve a los demás.

El deseo correcto de grandeza se hereda cuando entendemos que tenemos a un Dios grande y que estamos hechos a su imagen y semejanza, y que podemos vivir siendo imitadores de Él.

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” – Santiago 1:17 (RV1960).

No permitas que se tergiversen los verdaderos valores del reino en ti y que haya espacio para el egocentrismo que te arrebata la bendición de la grandeza con el don de servicio, y en vez de eso cultiva una relación tan personal con Jesús que el amor que se ha revelado en tu vida te impulse cada día a estar más en Su presencia y disfrutar de ese amor.

Nos acercamos a Jesús tanto como sabemos que Jesús nos ama, ¿y si tan solo pudiéramos tener la misma revelación de Juan, de saber que Jesús lo amaba tanto como a los otros que recostaba su cabeza en el pecho del Salvador del mundo con tal confianza y seguridad?

Tanto como se nos revele que Jesús nos ama, así serán los cambios que se producirán en nuestras vidas, porque Cristo no nos mide por la cantidad de pecados que cometemos para entregarnos Su amor a diario, sino que por Su grandeza Él se muestra y se da con todo aquel que le recibe en su corazón.

“Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado.” – Mateo 10:37-40 (RV1960).

Que no se desvíe el deseo de servir a Jesús por uno donde busques adquirir fama y reconocimiento hiriendo a otros, la mejor recompensa no es la que el mundo con todas sus riquezas puede ofrecerte sino Jesús enteramente como tu galardón.

“Dios es justo, y nunca olvidará lo que ustedes han hecho, y siguen haciendo, para ayudar a su pueblo elegido. De esa manera, ustedes también demuestran que aman a Dios. Deseamos que sigan con ese mismo entusiasmo hasta el fin, para que reciban todo lo bueno que con tanta paciencia esperan recibir” – Hebreos 6:10-12 (Biblia TLA).

Tal vez tu servicio no sea reconocido en la Tierra, pero en Dios hay provisión y galardón según tu necesidad y la voluntad del Padre en bendecirte lo que con amor has hecho para Él.

No uses tu cercanía con tuis autoridades espirituales para manipular y estar por encima de otros, sino que sea propicio para bendecir y ayudar a otros a través de una oportunidad que Dios te brinda.

“porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” – Efesios 5.30 (RV1960).

Dios desea que sus hijos estén unidos para que haya un servicio más eficiente y sincero, entendiendo que todos le son necesarios para Su obra y que todo es por Él y para Él, y que, teniendo esa visión, no hay espacio para la frustración ni la queja.

Pasar por un servicio desinteresado siempre será el puente para llegar a un llamado ministerial, porque Dios está viendo las actitudes que provienen de los corazones.

Para servir a Dios, solo se necesita un corazón que sepa y tenga la conciencia plena del amor de Dios, lo que le llevará hacia la grandeza por medio de actos de servicio a los demás.

El Señor jamás olvidará lo que con amor has hecho para Él.