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Encuentro Nacional de Pastores
Ministros de su Gracia
Pastor Javier Bertucci
Jueves 18-08-2022
Debemos entender que desde que Jesús vino a la Tierra vivimos en un Nuevo Pacto, y que su deseo es que pudiéramos experimentar la Gracia en toda pureza, pero nosotros hemos elegido mezclar el Antiguo Pacto con el Nuevo Pacto. Jesucristo hacía referencia a esta mezcla de pactos cuando decía en Mateo 9:17: “Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden”. Con esta frase explicaba que la Gracia tiene la capacidad de expandirse y romper todo límite establecido por la Ley, por ende, no pueden ser mezcladas.
Éxodo 32:26-28: “Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres”.
La mezcla de ambos pactos ha generado que iglesias y ministerios se estanquen en sus templos, olvidado su responsabilidad de leudar al mundo, reemplazando la intención de convertir a las personas en legalistas y no en cristianos. Vivir en medio de la Ley y la Gracia ha tenido como consecuencia que la palabra sea predicada deficientemente, y está no pueda generar la fuerza ni la gloria de la Iglesia de Efesios 5:27.
El día que llegó la Ley, los israelitas le dieron la espalda a Dios al elevar un ídolo de oro. Esto enfureció a Moisés, quien dio orden de matar a los que adoraron al ídolo; ese día perecieron tres mil hombres (Éxodo 32:28). Sin embargo, si vemos el día que vino el Espíritu Santo a la Tierra fueron repartidas lenguas de fuego y por la predicación del Evangelio tres mil fueron salvos (Hechos 2:41). La llegada de la Ley representó la muerte de tres mil personas, pero cuando la Gracia entró en acción por medio del Espíritu Santo, tres mil almas fueron salvas. Tomemos la decisión de ser dadores de Gracia o asesinos de la Ley.
2 Corintios 3:3,6: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.”
Quienes se rigen por la Ley pasan a ser siervos de las ceremonias y mandamientos, debiendo tener la misma rigurosidad y perfección que se tenía en el Antiguo Testamento. Y, al contrario de la Gracia, todo aquel que vive en el Nuevo Pacto es dirigido por el Espíritu Santo y llevado a una relación espontánea, en la que Dios trabaja con él de forma individual. El Nuevo Pacto de Gracia se encuentra escrito en los corazones, esto quiere decir que Dios nos forma de manera personal, porque todos entramos en la amplitud de la Gracia y su trato es diferente en cada persona.
Hebreos 8:12-13: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer”.
2 Corintios 3:9: “Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.”
Romanos 5:17: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.”
En el Nuevo Pacto, nuestras injusticias no son castigadas con fervor; por el contrario, Dios es benevolente con nuestros errores, y experimentamos un castigo que responde a la línea de la Gracia. Esto no nos exime del arrepentimiento, como cristianos debemos procurar dejar atrás toda mala actitud, siempre manteniendo el equilibrio en nuestro camino con Dios y alejándonos de toda condenación que quiera matar nuestra fe.
Hoy debemos elegir deshacernos del oprobio de la Ley, para experimentar la fe y la absoluta confianza de vivir en la Gracia. Este nuevo ministerio de justificación posee mayor gloria que toda condenación. La Ley es pasajera y perecedera, pero la Gracia es estable, nos eleva a un nuevo nivel de poder, dándonos la confianza de que en Dios somos perfeccionados.