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Espera un milagro de Dios

(Domingo 26-07-2020)
Pastor Francisco Barrios

La verdadera crisis que azota al mundo, y a su vez a los cristianos, es una crisis de fe y de esperanza. Detrás de cada ataque a nuestra salud, de cada problema financiero, matrimonial o familiar, hay un ataque a nuestra fe y esperanza, y quien pierde la esperanza y la fe, deja de luchar, convirtiéndose en un prisionero de las crisis y de los problemas. Quien tiene esperanza sigue luchando, y puede decir como dijo Pablo: “derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:9). La desesperanza es precisamente creer que no hay salida, y al respecto Dios nos dice en su Palabra: “Para los hombres esto es imposible, más para Dios no hay nada imposible” (Mateo 19:26). Dios da junto a la prueba, la salida, no permite que los que somos sus hijos, seamos introducidos en procesos que no podamos soportar (1 Corintios 10:13).

Hebreos 11:6: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

Hay dos cosas que componen la ecuación de fe, no es solamente creer que Dios tiene poder, ese es solo el primer paso, pero el problema de muchos que están desesperanzados, es que siguen creyendo que Dios tiene poder, pero no creen que es real para ellos, no creen que puede sanarlos, salvarlos y sacarlos de aquella dificultad a ellos. Quien tiene esperanza sigue creyendo que Dios puede actuar a su favor.

La fe activa lo sobrenatural de Dios, recordemos que Él está por encima de los problemas y que no hay nada imposible para Él. Cuando creemos, activamos el poder de Dios.

Hebreos 11:1: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

La palabra “esperanza” significa tener expectativas positivas del mañana, y ella no se centra en lo que hoy pueda estar pasando, sino en lo que Dios va a hacer mañana. Si no tenemos expectativas positivas del mañana, la fe no tiene sustancia, debemos tener expectativas positivas de lo que Dios va a hacer en el futuro. El milagro va a llegar a aquellos que tienen expectativas de que Dios va a actuar a su favor, de que las promesas de Dios, son en Él sí, y en Él amén (2 Corintios 1:20). Nuestra fe va a edificar lo que nuestra esperanza está viendo.

La Biblia le llama héroes de la fe a aquellos que atravesaron por grandes problemas, y se sobrepusieron a ellos, pero hoy también hay personas que se sobreponen a las circunstancias, y lo que tiene en común, es la esperanza y la fe, que se mantienen creyendo a pesar de ver todo lo contrario a lo que están creyendo. Es tan poderosa la esperanza, que nuestro cuerpo físico y natural la puede sentir, debido a que la ciencia reconoce que quien tiene esperanza, fortalece su sistema inmunológico, es decir, que la esperanza que es espiritual, cuando llega a nuestra vida, produce que se fortalezca y así pueda combatir cualquier enfermedad.

La decepción es peligrosa para la esperanza, y muchas veces, viene porque tenemos falsas expectativas de algo, y Dios necesita desilusionarnos de cosas falsas, como por ejemplo, pensar que porque tenemos fe, vamos a ser librados de algunas situaciones; tanto podemos ser librados, como podemos atravesar por circunstancias, la diferencia está en que si atravesamos adversidades y tenemos fe y esperanza, vamos a salir al otro lado en victoria y en bendición. Muchos de los héroes de fe pasaron por grandes dificultades, pero de allí Dios los libertó y salieron en un nuevo nivel de poder y de gloria.

Hechos 27: 20: “Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.”

Pablo, el gran apóstol de la fe, dijo que había perdido toda esperanza de ser salvo, y por qué la perdió, por la decepción, debido a que por 14 días Dios no le había oído; y cuando perdemos la esperanza, dejamos de luchar, entonces, el poder sobrenatural de Dios, deja de actuar.

Hechos 27:21-25: “Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.

Cuando Pablo pierde su esperanza, Dios envía un ángel, quien que le da una promesa para apuntalar su fe y su esperanza, y cuando recupera su fe y esperanza, dice: “yo confío en Dios, que será como se me ha dicho” (Hechos 27:25). Hoy debemos tener esperanza, porque Dios no ha terminado con nosotros, y se hará con nosotros como Él nos ha dicho, ¡está más cerca nuestro milagro! Dios nos ha dado poderosas promesas en la Palabra, que todo lo que hagamos, prosperará (Salmo 1:3); que no se ha visto justo desamparado ni a su simiente que mendigue pan (Salmo 37:25); que por sus heridas en la Cruz, ya hemos sido sanados (1 Pedro 2:24), y que para el que cree, todo es posible (Marcos 9:23). Estas promesas deben fortalecer nuestra esperanza, así que confiemos en que se hará como se nos ha dicho, andemos con tranquilidad, porque Dios va a actuar a nuestro favor.

Si en un hogar alguien mantiene viva la esperanza, todos los que están en esa casa van a ser tocados por ella, y llevados por ese milagro a un nuevo nivel, porque la gracia y favor de Dios duran para toda la vida (Salmo 30:5).

En medio del problema queremos rápidamente recibir el milagro, pero precisamente Dios llega es con una palabra, para que esa palabra fortalezca nuestra esperanza, y esa esperanza le de sustancia a nuestra fe, y finalmente que por medio de esa fe, pueda llegar el milagro.

El primer requisito para ver el milagro de Dios, es tener esperanza. Lo segundo que debemos hacer, es basar nuestra esperanza en la fe de Dios, no en un médico, crédito bancario o en un amigo con dinero, porque todos nos pueden engañar, debemos colocar nuestra fe y esperanza en Dios, es decir, en la persona correcta, el único que no nos puede decepcionar. Lo tercero que debemos hacer, es confesar con nuestra boca lo que estamos creyendo en nuestro corazón, porque si él está lleno de expectativas, debemos hablarlo, recordemos que de la abundancia del corazón, habla la boca (Lucas 6:45); dice la Biblia que la muerte y la vida están en el poder de la lengua (Proverbios 18:21); si andamos creyendo y confesando lo negativo, vamos a tener expectativas de ello, pero si creemos lo que Dios ha dicho, que generalmente se contrapone a lo que el mundo y la gente dice, obtendremos nuestro milagro.

No confesemos con nuestra boca palabras negativas, sino la palabra de Dios, eso nos va a llenar de esperanza. Si no nos gusta lo que vemos, cambiemos lo que estamos hablando, confesemos nuestro milagro.

Ezequiel 37:1-6,11: “La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.”

Quien pierde la esperanza va a ser un hueso seco en gran manera, condenado al fracaso, por eso, no perdamos la esperanza. Israel estaba seca en esperanza. Estamos puestos en este mundo para traer una palabra que traiga vida a los huesos secos, somos predicadores de esperanza, porque estamos convencidos de que viene un nuevo amanecer para nuestras vidas, y de que lo mejor está por llegar.

Cuando la esperanza llega, al hueso comienza a llegarle la carne, y a cobrarle vida. Dios va a restaurar lo que se haya perdido o destruido, hoy recuperemos nuestra esperanza, y confesemos con nuestros labios lo que estamos creyendo en nuestro corazón, porque en ese momento van a empezar a llegar cosas a nuestras vidas que creíamos imposibles.