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Estables en la tormenta
Pastor Francisco Barrios, Domingo 23 de junio de 2024
“Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” – Lucas 8:22-25 (RV1960).
Naturalmente el ser humano se desenvuelve con facilidad en los tiempos de paz y buenos, pero no están capacitados para afrontar o mantenerse firmes cuando hay tormentas, por eso, la única herramienta real, efectiva y verdadera que puede garantizar la victoria en medio de estas situaciones es la palabra de Dios en acción, la cual hace una invitación a ser valientes a enfrentar los tiempos difíciles confiando en los planes del Señor, aunque la tormenta haga una invitación a desistir.
Solo los verdaderos líderes resisten y se mantienen estables dentro de la tormenta.
“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” – Juan 15:2 (RV1960).
Son los tiempos difíciles los que hacen fructificar y crecer a una persona, permaneciendo estables en Jesús, la fuente de toda esperanza, por tal razón, es tan necesaria una temporada de tormenta, sequía o dificultad en la vida de una persona.
Es preferible una tormenta con Dios que enfrentarla sin Él y Su ayuda, porque solo con el Señor se puede permanecer firme sin importar cuán difícil sea, sabiendo que el corazón anhela le espera del otro lado de la tormenta si se atreve a permanecer.
Para permanecer estables, es necesario escuchar la voz de Dios y su guía hacia lo estable apagando las voces que infunden temor en la tormenta, pues Sus hijos tienen el propósito de poder recorrer el mundo a través de la tormenta y llegar a un destino seguro para glorificar y mostrar a otros la magnitud del poder del Señor.
Muchas veces las tormentas pueden debilitar la confianza que se deposita en Jesús y la promesa de que Su presencia permanece en todo tiempo, pero en momentos difíciles es donde más se puede ver Su respaldo.
Y aunque las tormentas no son inevitables, tienen fecha de vencimiento, por eso, hay que tener la esperanza de que cuando permaneces estable no solo la perspectiva cambia, sino también hay un buen final que le espera.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” – Romanos 8:28 (RV1960).
Hay que tener la confianza de que en todo momento la presencia de Dios está actuando, sin dudar de lo que puede hacer, lo que garantiza el poder sobrevivir ante la circunstancia que aqueja la vida.
Si permaneces, serás fructífero, porque quien confía en Dios no puede ser avergonzado, porque a mayor tormenta hay una grandeza mayor.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” – Juan 16:33 (RV1960).