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Fe desesperada
Pastor Francisco Barrios
Martes 20-09-2022
Mateo 15: 22-28: “Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora”.
En ocasiones, Dios no puede hacer nada con nosotros hasta que estemos lo suficientemente desesperados por un milagro, pero cuando llegamos a ese punto, se desata una fe no pasiva ni tradicional, sino agresiva y desesperada por un milagro.
Predicar series de oración, no producen gente de oración; enseñar o escribir libros de oración, no producen gente de oración, lo que produce gente de oración son situaciones que nos impulsen a estar de rodillas. Cuando tenemos un diagnóstico médico y nos dicen que nuestros días están contados, cuando satanás nos está persiguiendo lo suficiente, cuando un demonio atormenta nuestra vida, nos vamos a doblar de rodilla y a cruzar todo limite cultural o religioso; esto es lo que produce gente de oración.
Tal vez, estamos clamando para que la boca del infierno sobre nosotros se cierre, pero ella misma nos puede estar conduciendo hacia Jesús. Cuando estamos lo suficientemente desesperados no importan los comentarios de quienes tenemos alrededor, porque estamos peleando por nuestra vida, por familia o finanzas.
La iglesia tiene que pasar de la defensiva a la ofensiva, de una fe pasiva a una activa. Dios tiene que sacudir al hombre de afuera para que el de adentro despierte, y cuando esto ocurre, la fe pasiva pasa a ser agresiva. Pasamos de estar perdiendo a empezar a ganar lo que el enemigo intentaba quitarnos.
Una fe desesperada no se trata de culpar a Dios por nuestras propias elecciones o errores. Necesitamos ordenar los malos hábitos que tenemos para que Dios pueda verter su bendición sobre nuestras vidas. Dios no está tan interesado en hacer cosas para nosotros, sino dentro de nosotros, porque lo que Él hace por nosotros es temporal, pero lo que hace en nosotros, es eterno. Y desea enseñarnos a ser fieles en lo poco para que posteriormente nos pueda colocar en lo mucho. Él está utilizando el proceso para formar al creyente que hay dentro de nosotros, y una vez poder entregarnos más.
Fe desesperada no es esperar un milagro que remplace nuestro esfuerzo y trabajo, recordemos que Dios nos dice en su palabra que Él está dispuesto a bendecir la obra de nuestras manos y a prosperar todo lo que emprendamos (Salmo 1:1-6).
Hay personas que aún no pueden recibir un milagro porque todavía están orgullosos y tienen que las circunstancias golpear el orgullo hasta que puedan caer de rodillas para pedir a Dios que les ayude. Los problemas nos ponen de rodillas y nos obligan a buscar de Jesús. Nuestro milagro lo vamos a conquistar con una fe sencilla y desesperada.
La fe puede vencer nuestro pasado, diferentes circunstancias y la idolatría, Dios pasará por alto todo eso si conectamos con la fe. Recordemos que todos calificamos para un milagro, así que no nos rindamos. ¡Peleemos por nuestro milagro hasta conquistarlo!