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La comunión del Espíritu
Domingo 09 de abril de 2023
Pastor: Alfredo Aponte
2 Corintios 13:14-15: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.”
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones; la gracia da, en tanto que la Ley exige. Es mucho más bendecido el que da que el que recibe, y cada vez que das, estás manifestando el amor de Dios que está en ti.
Juan 1:18: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Dios sólo nos muestra su gloria, y a través del amado Hijo, vemos al Padre.
Éxodo 33:23: “Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro”.
Juan 14:9: “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre”.
En el momento de la comunión con Jesús, los ojos espirituales se abren y se puede ver su rostro y su gloria. La oración es producto de la fe, y la fe es la llave que te permite ver más allá, y experimentar más allá; esto es ver su gloria. Es por esto que para ver al Padre sólo será a través del Hijo por medio de una comunión íntima con el Espíritu Santo.
Así pues, entendamos que debemos cuidar y estimar el amor del Padre, la gracia del Señor Jesucristo, y la comunión que es por el Espíritu de Dios, Quien es tan sensible, pues Cristo solo nos puede ser revelado por medio del Espíritu Santo de Dios.
Juan 14:15-19: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis”.
Entonces, esto indica que Cristo vive en nosotros, pues nuestro Espíritu Santo por la dispensación de la gracia nos revela al Padre, así pues, debemos entrar confiadamente a la presencia del Espíritu Santo
¿Qué función cumple el Espíritu Santo? – Nos hace andar y permanecer en victoria. El Espíritu Santo es vital; lo necesitamos, y nos va transformando y mejorando. Él nos garantiza una perfección en el amor, es por esto que le demostramos amor a través de la comunión con Él, y así nos será revelado Dios plenamente.
La oración tiene poder si por medio de ella entras en comunión. Cuando el Espíritu de Dios no está, entonces, no hay comunión.
Lucas 9:35: “Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.”
El Espíritu Santo es la gloria de Dios. Y Él nos redarguye, nos convence, nos enseña, Él es la vida; debemos recibirle, sin Él no tuviésemos ninguna manifestación de la Deidad, y Él es la garantía de la victoria y la transformación en nuestras vidas como hijos de Dios.
2 Corintios 3:18: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
Así que, lo que nos cambia es lo que se nos revela por el Espíritu Santo. En el espejo, al mirarnos, podemos ver la transformación que Dios está haciendo en cada uno de nosotros. Y ahora vemos a Cristo que mora en nosotros, y no es con nuestra propia fuerza, sino con la presencia de su Espíritu Santo; así que, demos gracias a Dios, porque sólo por su gracia es que esto es posible.
Agradezcamos al Espíritu Santo en una comunión íntima con Él. No lo entristezcamos, porque por su naturaleza divina lo único que hace es amar, y nos anhela celosamente, aun sin merecerlo. El cela el tiempo que pasamos alejados de Él, no le agrada que dediquemos más tiempo a otras áreas que con Él. El tiempo humano es corto, y Él lo sabe, por lo tanto, su amor nos cela, Él es la concentración pura de amor.
Él es el Espíritu de vida que hemos recibido.
Efesios 4:13: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.