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La fe que te hace saltar tras Jesús cuando has fallado

Pastor Francisco Barrios, 17 de noviembre de 2024

Para ir a una gloria mayor, debes tener una fe mayor, la cual es de todos, pero no todos la comparten debido al engaño que el enemigo le hace a los creyentes, pero cuando se conoce la magnitud del amor de Jesús, la fe te libera.

“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” – Juan 8:32 (RV1960).

Solo el amor de Jesús te puede hacer libre del engaño de la no calificación para una fe mayor.

“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe” – Romanos 1: 25-26 (RV1960).

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” – Romanos 5:19 (RV1960).

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” – Hebreos 12:2 (RV1960).

Tu fe solo puede ser liberada para creer a nuevos niveles cuando pones tus ojos en Jesús, no viendo tus debilidades sino viendo todas las cualidades maravillosas que tiene el Salvador del mundo.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” – Juan 3:16 (RV1960).

En los momentos difíciles, en los que tu mismo te descalificas y te crees no merecedor de la misericordia de Dios, el Padre siempre está presto a escuchar tu clamor y cumplir tu petición de restauración, porque si la fe está fundamentada en el principio de que Dios es bueno siempre, no hay miedo de acercarse a Él confiadamente para perdón de pecados y ser llenos de Su gracia nuevamente.

“No se deleita en la fuerza del caballo, Ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia” – Salmos 147:10-11 (RV1960).

Vivamos vidas acordes al amor de Jesús, el cual nos libra de culpa y condenación y nos invita a caminar en santidad para agradarle al Padre, teniendo siempre en cuenta que Él es bueno y que en Él siempre podemos confiar.

Un corazón que no tarda en reconocer sus errores y debilidades ante de la presencia de Dios, es aquel que cautiva el corazón del Padre, sigamos el ejemplo de David y mantengámonos siempre agradando al Señor.

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” – Hebreos 4:16 (RV1960).

El temor de Dios te da estabilidad, pero confiar en la misericordia de Dios te hace levantarte del pecado y creer por nuevos niveles de milagros y bendiciones.

“Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar” – Juan 21: 1-10 (RV1960).

Tus debilidades y errores no te descalifican del amor que Jesús quiere darte siempre, aunque ahora no puedas ver tu valor, Dios siempre te lo hará saber, porque Su amor va más allá de todo lo que puedas pensar que te separa de Él.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” – Romanos 5:8-9 (RV1960).

Un encuentro de amor con Jesús te da la confianza suficiente de correr a Su presencia cuando te has equivocado o fallado, sabiendo que entre sus brazos hallarás todo lo que necesitas para continuar y agradar su corazón.