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La historia de un milagro

(Domingo 10-01-2021)

Pastor Javier Bertucci

No podemos recibir nada que no estemos esperando, ahora bien, ¿qué estamos esperando?, ¿lo mejor o lo peor?, porque finalmente obtenemos es lo que esperamos, así que no gastemos esfuerzos en esperar lo peor, invirtamos en esperar lo mejor. Vienen días de gloria para nuestro país, y el diablo puede retrasarlos, pero no evitarlos, y ese retraso no puede afectar el resultado de los designios o decisiones del Cielo, tampoco son por mucho tiempo, porque siempre se cumple la voluntad de Dios, y es inevitable para el mal; lo vimos cuando nuestro Señor Jesús nació, Satanás no pudo evitarlo, lo persiguió, debido a que el rey del momento ordenó matar a todos los niños nacidos en aquel período de tiempo, con el objetivo de acabar con el niño Rey (Mateo 2:16), porque el único momento que tiene Satanás para eliminar la voluntad de Dios, es en el nacimiento, sino lo hace allí, no lo podrá hacer luego, ese es un principio bíblico, pero no lo logró con Moisés ni lo logró con Jesús y no lo logrará con Venezuela.

Cada milagro tiene una historia, y cada una de ellas es diferente, aunque puedan parecerse, es por ello que cada persona debe tener una relación propia con su Dios, una fe que le caracterice así mismo, porque lo realmente importante es avanzar hacia el lugar que Dios tiene para nosotros; y, especialmente en la Iglesia Dios tiene una responsabilidad para nuestras vidas, así que nadie debe envidiar a otros, sino que cada quien debe trabajar por lo suyo. Es importante conseguir el lugar en el que Dios nos quiere, y una vez hecho, podemos desarrollar nuestra vida y propósito desde ese lugar.

Marcos 2:3: “Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro”.

El paralítico quizá en el pasado tuvo la oportunidad de caminar, correr y  moverse por sus propios medios, pero la situación que vivió pudo haberlo llevado a la ruina económica, y por tal motivo estaba postrado, tirado en un lecho, posiblemente olvidado por la sociedad y menospreciado por quienes le rodeaban; tal vez en el pasado fue exitoso, pero un día tuvo un nefasto accidente en el que perdió las capacidades que tenía. En un primer momento pudo haber recibido un poco de apoyo, pero luego se convirtió en una carga para las demás personas. A este paralítico le podemos dar el nombre de Venezuela, un país que tuvo una gran gloria en el pasado, pero que por circunstancias la pierde, y hoy, cuando estamos viviendo nuestros días malos, estamos siendo menospreciados por aquellos que nos rodean, aunque un día les recibimos a todos con generosidad. A aquel paralítico lo llevaban en sus brazos cuatro personas, quienes eran familiares o parientes de él, y esto ocurre, porque si seguimos esperando que alguien de afuera venga a hacer lo que nosotros debemos hacer, nunca pasará nada, debemos entender que cualquier milagro que venga, vendrá del trabajo de nuestras manos y lomos. Por muchos años, estos cuatro, que eran parientes del paralítico, no se interesaron en ayudar para que esta situación cambiara, pero un día entendieron que debían hacerlo, porque de lo contrario, este hombre continuaría de esa forma; y lo segundo que entendieron, era que el paralítico no podría hacerlo solo, tenía que haber una unidad interna para poder lograrlo.

Lo primero que ocurrió luego de que hubo un acuerdo entre los cuatro familiares del paralítico, es que debieron convencerlo, porque había perdido toda esperanza, pensaba que si con suerte comía todos los días, podía llegar a sobrevivir; toda la fe de prosperar, avanzar, de ver cambios diametrales en su vida, habían desaparecido con la desgracia que sufrió, pero estos cuatro tuvieron que convencerlo de que si lo llevaban hasta el lugar en el que estaba Jesús, podía recibir un milagro, porque al final del día la última palabra la tenía Él.

Marcos 2:4: “Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico”.

El mayor obstáculo para que el paralítico pudiera acercarse a Jesús, no era la parálisis, ni el malo Satanás, era la gente, quienes no dejaban que se acercara a Jesús, ellos estaban en otra visión muy personal y egoísta, así que les tocó buscar una estrategia que les permitiera vencer los obstáculos; ese día no fue fácil para aquellos cuatro hombres, porque nadie dijo que lo que Dios quiere hacer será fácil, si fuese así, cualquiera lo hiciera. Estos cuatro hombres tuvieron que ser muy valientes para seguir adelante a pesar de la opinión de quienes estaban a su alrededor, y fue cuando a uno de ellos se le ocurrió la idea de subirse al techo.

Aunque el primer obstáculo fue la gente que encontraba en aquel lugar, lograron convencer a algunos para al menos llegar a la puerta de aquella casa, caminaron hasta la pared trasera, y por allí le subieron, algo que nadie esperaba, pero estaban convencidos de que si lo llevaban hasta los pies del Maestro, el paralítico podría caminar. Y cuando ellos lo empezaron a subir, personas dispuestas a colaborar se acercaron. Aquellos milagros que tienen grandes connotaciones, deben involucrar a muchos, porque cada trabajo que se haga para bendecir a las multitudes, va a requerir el esfuerzo de muchos, nadie tiene la capacidad de hacerlo solo.

Mientras el paralítico iba subiendo, sus esperanzas también empezaban a cobrar vida, ya no miraba hacia abajo, sino hacia arriba, lloraba de alegría, emocionado; en el techo hacen una abertura, y en este momento podemos imaginar que Jesús fijó su mirada hacia arriba, para ver a uno que estaba abriendo un hueco en el techo, luego observó cómo descendía aquel paralítico por aquellos cuatro hombres.

Marcos 2:5: “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”.

Es posible creer por otros, Dios reconoce la fe nuestra a favor de quienes están a nuestro alrededor, y esa es la posición más digna de un creyente, cuando en vez de creer por sus milagros, se está dispuesto a creer por otros, eso es ser cristiano. Los fariseos, aquellos que rodeaban al paralítico, empezaron a quejarse y a molestarse porque aquel hombre estaba a punto de caminar.

Marcos 2:6-12: “Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: ¿Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa”.

La grandeza de un país se mide por sus actos de humildad, porque lo que sus habitantes tienen dentro, eso es lo que hace grande a un pueblo. Este país ha sido humillado en los antiguos años, pero la humillación que hemos vivido nos hace capaces de asumir la mayor grandeza que viene de camino. Lo que va a ocurrir en Venezuela será un hecho de asombro para todas las naciones de la Tierra, pero no solo de eso, sino motivo de glorificar a Dios. Cuando el momento llegue, la recuperación de este será asombrosa, milagrosa y atribuida al gran Dios, y veremos el mayor avivamiento de hemisferio, todas las naciones querrán al Dios que hizo un gran milagro en Venezuela. Hemos llegado a la humillación, pero estamos listos para la exaltación, hemos sido humillados, pero seremos engrandecidos, y todo eso vendrá de la mano de Dios, del Cielo, del lugar de dónde viene nuestro socorro. Este país va a abrazar la fe de Jesús y va a hacer un país devocional con el nombre de Cristo.