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La oración de renuncia

Pastor Alfredo Aponte

Martes 30-11-2021

Hebreos 5:8: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia”.

Jesús aprendió obediencia a través del padecimiento, Él estuvo en la misma condición de hombre que nosotros y conoció todos nuestros padecimientos, por eso ahora puede interceder por nosotros, porque comprendió perfectamente nuestros dolores. En Jesús vemos un gran ejemplo, porque siempre llevó toda decisión y situación en oración a Dios, todo lo que hacía era por dirección del Padre.

Mateo 26:36-37: “Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera”.

Jesús siempre debe ser nuestro modelo, Él tiene que ser el principio y el fin en nuestra vida; tenemos que vivir siguiendo su ejemplo, conociéndolo, porque Él es el camino y la vida. El punto más difícil de la vida de Jesús fue cuando tuvo que orar en el Getsemaní, porque Él sabía que su hora había llegado y estaba angustiado, aunque la manera de enfrentar tal dolor, fue orando al Padre.

Dios es la roca de nuestra alma, en la que podemos mantenernos firmes, y entonces los sentimientos no regirán nuestra vida; siempre que pensemos que nuestros sentimientos y emociones están por tomar control, podemos correr a nuestra roca firme que es Jesús, solo en Él tendremos paz.

Mateo 26:38: “Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.

Jesús les pidió a sus discípulos que velaran y oraran con Él; este es un ejemplo de cómo debemos apoyarnos entre hermanos en oración. La oración no es cualquier herramienta, ella puede hacer que nuestras peticiones se cumplan y que nuestros pensamientos sean guardados en Cristo Jesús.

Mateo 26:39: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”.

Jesús se rindió en oración, se quebró ante Dios y mostró completamente su angustia, cuando nos rendimos a Dios le damos la oportunidad de que Él pueda obrar con libertad en nuestra vida. Los procesos nos muestran a Jesús, nos acercan a Él y nos permiten conocerlo de una forma nueva.

Mateo 26: 40-43: “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño”.

Dios le quería enseñar a su Hijo que habrían momentos en que tendremos que enfrentar la dificultad solos, que podremos apoyarnos de la oración de otros, pero somos nosotros, acompañados de Dios, los que vamos a librar la batalla. Jesús ha prometido nunca dejarnos solos porque Él entiende lo que es estar solo, con Jesús tenemos la completa seguridad de que podemos ser entendidos y acompañados en la aflicción.