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La oración que llega al Cielo

(Martes 03-03-2020)
Pastor Javier Bertucci

2 Crónicas 30:27: “Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo”.

Hay un tipo de oración que llega al Cielo. Debemos saber que nuestra lucha no es contra carne y sangre (Efesios 6:12), aunque el diablo tiene su gente, así como Dios tiene la suya. La gente que ora es la más influyente en el Cielo.

1. La oración que mueve al Cielo es la que se hace con un corazón quebrantado en humildad.

Salmo 51:17: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.

El espíritu quebrantado produce un corazón contrito y humillado. La palabra “contrito” significa “sometido”, quiere decir que el corazón sometido y humillado ante Dios, Él no puede despreciarlo; por ello, asegurémonos que cuando oremos no lo hagamos desde la altivez del título de hijos de Dios, recordemos que a Él no se le exige, se le ruega con un corazón humillado.

No es posible llegar delante de Dios con altivez de corazón, de esta forma no seremos oídos.
Si nosotros hiciéramos todo lo que Dios quiere que hagamos, quizás tendríamos la oportunidad de exigir, pero como no es así, solo debemos reconocer que sin Él nada podemos y nada somos, desde esa óptica elevamos nuestra oración para que el Cielo se mueva a nuestro favor.

2. La oración que mueve al Cielo es la que se hace con labios sin engaño.

Salmo 17:1: “Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño”.

No es posible orar y decir que Dios es nuestro sanador, proveedor y cuando alguien nos pregunta cómo estamos decir: “mal”, porque esta oración hecha con labios mentirosos no llega al Cielo, porque se hizo desde unos labios hipócritas. La oración que Dios oye, y que mueve al Cielo, es la que se hace con labios sinceros, una que las palabras guardan relación con las acciones. Debemos tener una confesión coherente, si estamos creyendo, nuestras palabras deben ir acorde a nuestro creer.

3. La oración que mueve al Cielo es la que se hace con la desesperación e intensidad de un necesitado.

Salmo 102:1-2: “Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; apresúrate a responderme el día que te invocare”.

Oremos con total intensidad, sin importar lo que digan los que están a nuestro alrededor, porque quien ora con intensidad recibe respuesta del Cielo; así como recibió respuesta el ciego Bartimeo, quien, con gran intensidad, dice la Biblia que daba voces (Lucas 18:38) a Jesús para que le sanara, hasta que fue escuchado y recibió su milagro (Lucas 18:41-42). Tal vez, Dios no responda nuestra oración por nuestra fe, sino por la intensidad de nuestra oración y desesperación en el grito que estamos haciendo al orar. El que ora con intensidad y desesperación va a recibir respuesta del Cielo.

4. La oración que llega al Cielo es la que se hace con la motivación correcta.

Santiago 4:3: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”.

Una oración que no escucha el Cielo es la que se hace para pedir cosas que alimentan el ego. Una de las cosas que admira un padre, es la generosidad de su hijo, no es diferente para Dios, si creemos para que muchos sean bendecidos, lo más seguro es que en esa línea de motivación digna, seguramente también recibamos una gran bendición.
Si nuestra única motivación es pedir cosas para nosotros mismos, es decir, con deseos egoístas, que no nos dejen ver la necesidad de otros, no recibiremos nada. Recordemos que el cristianismo se trata de dar, el Señor mismo dijo: “Mejor es dar que recibir” (Hechos 20:35). La dinámica del dar es que cuando abrimos nuestro corazón para dar, automáticamente nos preparamos para recibir, en cambio, quién no da, tiene también tiene las manos y el corazón cerrados para recibir.
Abramos nuestro corazón para dar apoyo, esperanza y perdón, de esta forma nuestras manos estarán abiertas para recibir las bondades del Cielo.

5. La oración que mueve al Cielo es la que se alinea a pedir el Reino de Dios y no el reino propio.

Mateo 6:10: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.

El que ora pidiendo el Reino de Dios, se somete a la voluntad de ese Reino. Algunas de las cosas que nosotros pedimos no son la voluntad de Dios, y la única forma de tener esa seguridad en nuestra vida, es que pongamos en nuestra oración la posibilidad que da la habilidad para traer el Reino de Dios y alinearnos a su voluntad. Jesús lo hizo cuando en el Getsemaní dijo: “Señor, si quieres pasa de mi esta copa, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mateo 26:39), lo que quiere decir que Jesús conocía su debilidad, y expresó su deseo humano de no querer morir en la cruz como un maldito, pero aun así Jesús sometió esa angustia de manera tal, que la presión que vivió, hizo que sus vasos capilares se rompieran, lo que le generó que fuera más sangre que sudor, y aún bajo esa circunstancia, Jesús sometió su deseo y voluntad diciéndole: “pero que se haga tu voluntad y no la mía Señor”.
Los que tenemos fe nos plantamos en ella, y pedimos a Dios que haga su voluntad, aunque no nos guste mucho, pero la voluntad de Dios siempre será lo más conveniente para nosotros. No nos quejemos, demos gracias, tal vez, nuestra condición continúe así, pero es porque Dios nos está librando de algo malo, o porque quiere que de esa forma cumplamos nuestro propósito. Cuando oremos, no impongamos nuestra agenda, pidamos que se haga la voluntad de Dios, así como se hace en los cielos, también se haga en la Tierra.

6. La oración que mueve al Cielo es la que se hace de continuo.

Lucas 18:4-5: “Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia”.

Obtengamos un milagro, sea por fe, por gritos o por fastidio. Si siempre nos aseguramos que pedimos la voluntad de Dios, le damos la libertad al Cielo de actuar de acuerdo a lo que es más conveniente para nosotros, y no lo que nosotros queremos. Tal vez, estemos pidiendo la peor cosa para nuestras vidas, y la pedimos tanto que lo recibamos, porque dice la Biblia que el que pide, recibe.

7. La oración que mueve al Cielo es la que se argumenta.

Mateo 15:24-28: “El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora”.

La mujer cananea le logró sacar una expresión de sorpresa a Dios, y son pocos los que lograr esto. Esta mujer argumentó su oración cuando dijo: “aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”, con esto quiso decir que los amos tienen una mínima compasión con los perrillos que están abajo, y cuando comen, a propósito, dejan caer unas migajas para que les caiga a los perrillos, y ellos agradecidos de eso, comen lo que cae de la mesa.

Esta mujer demostró que su dignidad no era más grande que su necesidad.

El argumento de esta mujer logró convencer al Hacedor de milagros, por lo que a esta mujer no se le hiso conforme a su necesidad, sino conforme a su fe, por lo que su hija fue sanada en ese mismo momento.