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La Promesa

Pastor Javier Bertucci

Martes 29-03-2022

 

Filipenses 1:6: “que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”

La promesa de Dios para con nosotros es una persona, es el Espíritu Santo. Él es la tercera persona de la Deidad; es el poder de ejecución del Padre, y quien gesta los cambios en las personas. El Espíritu Santo tiene la capacidad de habitar en ambientes de desorden y vacío, porque Él es quien transforma todo entorno. Una persona que se deja perfeccionar por el Espíritu Santo es alguien que tendrá cambios radicales en su vida.

Lucas 24:49: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”

Hechos 1:4-5: “estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”

Jesús les anunció a sus discípulos que vendría el Espíritu Santo y que Él era la promesa dada por Dios. En Hechos vemos que la Humanidad ya había entrado al pacto de gracia, y el Espíritu de Dios bajó en el Pentecostés para llenar a los hombres. La gracia es un regalo, que como hijos de Dios debemos recibir, porque ella habilitó al Espíritu Santo para venir a la Tierra. Por gracia, el Espíritu de Dios vive en nuestro corazón, y tenemos derecho a recibir respuestas del cielo.

La fiesta de Pentecostés en el Antiguo Testamento celebraba la entrega de la Ley y el recibimiento de la cosecha. Después del sacrificio de Cristo, el Pentecostés tomó un nuevo significado. La fiesta pasó a celebrar la venida y llenura del Espíritu Santo en los creyentes. Ese día, el Espíritu Santo presentó y reclamó el cambio de pacto, estableciendo que ahora Él no habitaría en el Cielo, sino que por gracia, su nueva morada era el corazón de los hombres.

El Espíritu Santo nunca abandonará la obra que empezó en nosotros. En el Antiguo Testamento vemos que las visitaciones del Espíritu Santo sobre los hombres eran algo momentáneo, nunca habitó de forma permanente, porque la Ley era un impedimento. Después de establecerse el camino de la GRACIA, se pudo cumplir la promesa de la venida del Espíritu Santo. Y todos los que creen en Jesús, están habilitados para recibir al Espíritu de Dios de forma permanente.

Éxodo 32: 27-28: “Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.”

Hechos 2:40-41: “con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

 

En Éxodo, vemos que bajo la Ley mueren tres mil hombres, pero en el Pacto de Gracia son salvos tres mil. La promesa es una persona, es el Espíritu Santo; no son dones o talentos, ellos vienen como consecuencia de su llenura. Todos somos templo y morada del Espíritu de Dios; Él trabaja en nosotros, y cada día hay avances en nuestra persona.

Hecho 1:5: “Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.”

La Ley exige, pero la gracia nos da al Espíritu Santo, quien nos imparte vida. No podemos mezclar Ley con Gracia; tenemos elegir en qué pacto vamos a vivir, para ser sumergidos en él. Podemos recurrir un poco al Espíritu Santo cada vez que necesitemos algo de Él, pero su verdadero deseo es que vivamos en Él, y que experimentemos la plenitud de ser llenos del Espíritu.