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La recompensa de la honra

Pastor Francisco Barrios

Domingo 23-01-2022

 

La honra tiene un valor elevado en el cristianismo, por lo que debe hacerse debidamente, tanto para con Dios, como hacia nuestros padres y a las autoridades que ha puesto para velar por nuestras vidas; debemos conocer que el incumplir con este principio trae como consecuencia deuda y necesidad en la Iglesia y en la sociedad. Tendemos a aceptar con más facilidad la honra que le debemos a Dios, pero no es tan fácil que se nos revele la honra que le debemos a nuestros padres y a quienes nos lideran, porque allí es cuando comienza la resistencia.

La estrategia de Satanás es hacer que no tengamos revelación de la recompensa de la honra, y una de las formas que le ha funcionado muy bien a Satanás es anular el poder de la honra a través de la falsa enseñanza de que es idolatría. La definición que la Biblia le da al término “idolatría” dice, culto que se rinde a una persona o cosa que se considera una deidad o ser divino. Ahora bien, honrar, según la Biblia quiere decir, “respetar, estimar y valorar, apreciar, considerar a alguien valioso”. Necesitamos que se nos revele quien es Dios para que podamos honrarlo, porque no podemos honrar lo que no valoramos, y Dios es la persona más valiosa de nuestra vida.

Malaquías 1:6: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?”

Cuando ponemos a Dios primero Él nos va a sacar de la necesidad y nos va a colocar en un lugar en el que vamos a poder tener lo que necesitamos, y luego seremos llevados a la tierra de lo más que suficiente. La honra es la consecuencia del amor, es decir, honramos a quien amamos. Dios para nosotros sus hijos tiene regalos y recompensas, los regalos están asociados al favor de Dios, pero la recompensa viene como consecuencia de cumplir con los principios de la Palabra, y hay promesas atadas a que cumplamos principios.

Éxodo 20:12: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”.

Cuando no tenemos una buena relación con nuestros padres estamos anulando un principio de la Palabra de Dios para que nos vaya bien en la tierra y tengamos larga vida; la honra se puede convertir en un escudo de protección para que nos vaya bien en la tierra.

Efesios 6:1-3: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”.

1 Samuel 2:30: “Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”.

Si honramos a Dios, Él nos honrará a nosotros, pues no tiene problema en darle honra a sus hijos.

1 Timoteo 5:17: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”.

Romanos 13:7: “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.

Cuando alguien merece honra y no se la damos, le estamos debiendo, y necesitamos empezar a caminar en principios que nos van a asegurar la conquista de lo que Dios tiene para nuestras vidas.

Malaquías 1:7-9: “En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos”.

Cuando honramos a Dios hayamos favor ante Él, y aunque hayamos pedido algo pequeño, Él nos va a dar cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre (1 Corintios 2:9), pero que Dios nos va a dar porque hemos hallado favor y gracia ante sus ojos.

Mateo 10: 40-42: “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.

Si honramos a quienes están sirviendo a Dios, seremos bendecidos.

Efesios 4:11-14: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”.

Cuando honramos estamos bajo cobertura. Dios levanta pastores para librarnos de las artimañas de error, y a ellos Dios les da un manto que cubre no solo a su familia, sino también a la Iglesia. Nuestras bendiciones y destinos están asociados a la cobertura con la que Dios nos ha conectado, y la unción que podamos tener viene de Dios, es decir, depende de Él.

Proverbios 3:9-10: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto”.

Honramos a Dios con nuestra vida, con nuestros labios, pero también con nuestros bienes, y hay una recompensa para ello. Primicia es lo primero y entero de algo, y Dios nos pide lo primero, porque Él es primero. Cuando vivimos en principios Dios nos prospera y bendice.

Romanos 11:16: “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas”.

Si honramos a Dios, Él nos va a honrar. Dios no quiere que vivamos en la escasez ni en el nivel de lo suficiente, Él quiere llevarnos a una tierra en la que fluye leche y miel (Éxodo 3:17), pero ese nivel está conectado con la primicia y con la honra que le demos a Él. Pero, antes que todo, lo primero que debemos hacer es construirle un altar a Dios, un lugar para tener intimidad con Él en nuestro corazón, que también es un lugar de sacrificio, y si se ha caído, es tiempo de arreglarlo, para desde ese lugar poder hacer sacrificios.