Project Description
La Sangre y el Pacto
Pastor Javier Bertucci, domingo 16 de junio de 2024
“sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata” – 1 Pedro 1:18 (RV1960).
La sangre de Cristo le quitó toda autoridad a satanás sobre ti, no hay nada que temer, por eso cuando entiendo este principio, me atrevo a caminar confiado de que Dios me ama al ser rescatado por Su sangre.
Dios pagó tu rescate a precio de sangre, te liberó del oprobio y de la condenación, liberándote de las garras del enemigo y su control.
La iglesia que entiende y tiene revelación del poder de Dios puede enfrentarse a las mismas puertas del infierno y salir victoriosos porque ya el Señor les dio autoridad a sus hijos por medio de Su sangre, siendo la plenitud de Jesús en la tierra.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” – Hebreos 2:14 (RV1960).
Al tener participación en la Santa Cena en nuestras iglesias, no solo recordamos su sacrificio y resurrección sino también recordamos que satanás está destruido por causa del poder de Dios y el derramamiento de la sangre de Cristo y que nos libró del temor y de la esclavitud del enemigo.
Dicha revelación de la Santa Cena es una práctica poderosa que le recuerda al creyente el poder de Dios para vencer el enemigo y darnos libertad por medio del sacrificio más grande de la historia.
Ya no somos esclavos, somos constituidos como hijos de Dios.
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” – Gálatas 3:13 (RV1960).
Cuando comprendes la magnitud del inmenso poder de Dios y la entrega de Jesús, puedes vivir en plena paz y sin miedo con la revelación de que hemos sido redimidos de nuestros pecados, liberándonos de la condenación de la ley para darte libertad absoluta.
Nadie puede ser rescatado cuando insiste en regresar a su cárcel de ignorancia y religión, quien conoce a Jesús no puede regresar a la opresión y a la cárcel, por eso las iglesias no pueden permanecer en el Antiguo Testamento, deben mudarse al Nuevo Testamento, un nuevo pacto dado por Jesús.
Jesús con su muerte te dio autoridad sobre todo lugar, incluso sobre el infierno, por medio de Su gracia abundante y el regalo de Dios que es la salvación.
Ninguna condenación puede limitarte de recibir y pagar por el amor de Dios, porque Él aun conociendo todas las cosas sobre nosotros nos amó primero, y nos convirtió en Sus hijos, príncipes y princesas llamados a reinar.
“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” – Romanos 5:17 (RV1960).
Dios nos ha dado como regalo su propia justicia para comenzar a reinar como hijos de un gran Rey.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” – Hebreos 10:19 (RV1960).
Solo la sangre de Jesús nos libera de juicio, condenación y nos provee de salvación y perdón por medio de nuestro intercesor, que es Cristo, nuestro Salvador.
Estas llamado a reinar, eres diferente a lo que ves o a lo que otros ven, porque eres llamado y escogido por Dios, constituido como parte de la realeza celestial.
“y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte2 – Josué 2:13 (RV1960).
Dios no solo protege tu vida, sino todo lo que es tuyo, porque Él es fiel.
Cuando recibes a Jesús, la bendición y la gracia que Su sacrificio te provee no solo te cambia a ti, sino que el pacto también se extiende hacia su familia y hogar, por medio de la sangre de Cristo obteniendo una protección sobrenatural.
No hay poder más grande que la sangre de Cristo en esta tierra, siendo éste el poder más eficiente contra el mal, a favor de las promesas, el cual me garantiza la victoria desde que sale la luz del sol hasta que anochece y aun cuando duermo, la obra constante de la sangre del Señor sigue cuidándome a mi y a mi familia, y a todo lo que tengo.
Mi seguridad debe estar en el pacto nuevo con Jesús, el cual me afianza en sus promesas, me alienta y me da esperanza de un mejor porvenir.