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La grandeza que sale de un comienzo pequeño
(Domingo 07-02-2021)
Pastor Javier Bertucci
Todo lo que hoy es grande, ayer fue pequeño, este un principio del Reino de Dios, y todo en la tierra funciona de esa forma, quiere decir entonces que nada nace grande, sino pequeño. Cuando entendemos este principio, sabemos que el éxito y la grandeza son producto de la fe y el trabajo, porque la fe no auspicia la pereza, recordemos que no porque creamos mucho, Dios nos va a bendecir, necesitamos esforzarnos, Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17). El día del Señor Jesús comenzaba muy temprano, orando, y terminaba muy tarde, indicando esto que el mismo hijo de Dios, al venir a la tierra no violó el principio del Reino que dice que todo lo que crece, tiene que nacer pequeño, y que la fe tiene que estar acompañada con el trabajo. Alguien que tiene fe, comienza a hacer algo, porque dice la Biblia que Dios bendice la obra de nuestras manos (Deuteronomio 28:12), pero no puede bendecirnos si no hacemos nada.
Marcos 4:30-32: “Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra”.
Todo comienza pequeño, pero crece. Dios compara su Reino con la más pequeña de las semillas, el grano de mostaza, pero cuando el gran árbol crece, vienen muchos a él, pero para que esta semilla creciera, tuvo que sembrarse; si no nos sembramos en una causa con fe y trabajo, no tendremos fruto, la Biblia dice que los inconstantes no reciben nada (Santiago 1:6-8), es la persistencia de nuestra fe en un área va a lograr que tengamos frutos. Cuando nos sembramos en una labor, comenzamos a ver frutos, es un principio del Reino de Dios, la semilla para poder dar frutos tiene que sembrarse, y el principio es que todo lo que se siembra pequeño, crece, pero la semilla cuando se siembra está bajo tierra, nadie la ve, hasta pueden pasarle por encima, pero ella está esperando su tiempo; el tiempo de siembra es de anonimato, pero es en ese proceso que se asegura la potencialidad que podrá tener en el futuro. Si esperamos el tiempo correcto, sin reconocimientos, trabajando por lo que deseamos alcanzar, aseguramos la potencialidad de lo que viene, porque el éxito de la semilla radica en mantenerse bajo tierra hasta el momento correcto.
Hay algunos que no quieren vivir como semilla, violando así los parámetros del Reino de Dios, y estas leyes no pueden ser violadas, porque solo quien camina en los principios, tiene resultado, porque el éxito no es suerte, es seguir los principios y caminar en ellos.
Marcos 4:3-8: “Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno”.
¿Quién decide la calidad del campo? No la decide Dios, Él solo coloca la semilla en todos los campos, y la calidad la determina la tierra. Dejemos de estar criticando el campo de otros, y dediquemos tiempo a nuestra tierra; limpiemos nuestro corazón de odio, envidia, rencores, y todas aquellas piedras que impiden que se obtengan buenos frutos, y así la semilla, que es la Palabra de Dios, dará frutos al ciento por uno, y seremos creyentes de éxito en la vida.
Job 8:7: “Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande”.
Si nos sembramos en una labor y seguimos los principios del Reino de Dios, nuestro único destino será la grandeza.
Hebreos 11:12: “Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar”.
Abraham comenzó siendo uno, y casi muerto, teniendo alrededor de cien años, terminó convirtiéndose en el padre de la fe en todo el planeta, porque entendió el principio del Reino de Dios, así que no menospreciemos nuestro inicio. Otro principio del Reino que debemos tener presente, es olvidar lo que queda atrás, es decir, las críticas, burlas y comentarios negativos; para dar futuro es necesario olvidar el pasado. Si sufrimos la irrelevancia y el anonimato cuando estábamos pequeños, no esperamos crecer para vengarnos, porque nos va a hacer daño, y Dios no auspicia eso, la sed de venganza y el rencor son tan peligrosos que Dios nos protege diciéndonos: “Mia es la venganza, yo daré le pago” (Hebreos 10:30).
Dios no da árboles, da semillas, y si la sembramos no vamos a tener un árbol, sino un bosque, porque todo comienza siendo una pequeña semilla; si queremos un árbol grande, recibámoslo primero como una semilla. La Palabra de Dios es la semilla incorruptible, pero para que dé fruto hay que sembrarla en un corazón sin piedras, en un terreno trabajado. Todos queremos mejorar en la vida, así que hagámoslo de la forma que lo logremos, y será por medio de principios, porque no se prospera haciendo lo malo, porque luego eso malo se nos regresa.
Zacarías 4: 10: “Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”.
La grandeza del árbol no está es ser árbol, sino en dar sombra, eso es lo que lo hace valioso, recordemos que apreciamos el árbol es por la sombra y sus frutos, su grandeza proviene de lo que da, no de lo que recibe. Mañana vendrán los que nos menospreciaron como semilla, y nos verán como árbol, y podremos hacer dos cosas, o les impedimos que vengan a nosotros, o le damos de nuestra sombra y frutos, pero tengamos presente que al final nuestra grandeza viene del dar y no del recibir.
No nos preocupemos por lo pequeño que seamos hoy, Pablo dijo: “Yo sembré, apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios” (1 Corintios 3:6), y si Dios es el único que puede dar el crecimiento, preocupémonos por agradarle a Él, y despreocupémonos por agradar a la gente, porque si vivimos para agradar a la gente, nunca agradaremos a Dios (Efesios 6:6). Nuestra preocupación en la vida no debe ser grande, sino ser obedientes, porque ningún obediente se queda pequeño, la grandeza llega como consecuencia de la obediencia.
Marcos 4:26-2: “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo”.
La siembra va a requerir tiempo, así que añadámosle a nuestra vida paciencia, si fracasamos una vez, volvámoslo a intentar, porque la persistencia es más poderosa que resistencia. Que nadie se canse de intentar, y que todos persistan en creer hasta lograrlo, porque algo grande viene de camino, y todo tiene su tiempo. No perdamos más tiempo, salgamos hoy a sembrar amor, perdón, dinero y trabajo para que podamos cosechar, porque al final del día toda grandeza comienza pequeña.