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Levantémonos y edifiquemos

Pastor Javier Bertucci

Domingo 22-08-2021

Un líder debe caracterizarse por su corazón y su compromiso, y por estar dispuesto a arriesgar su propia comodidad para dársela al pueblo. Jesús es nuestro mejor ejemplo de liderazgo, siempre le decía a la gente lo que necesitaban oír, no lo que ellos querían escuchar. Para esto, las convicciones siempre deben estar sobre los intereses.

Nehemías 1: 4: “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”.

Nehemías era el copero del rey, y se encontraba muy cómodo trabajando y viviendo en el palacio, pero un día recibe la noticia de que Jerusalén se encontraba en el peor oprobio, y que el país estaba prácticamente destruido. El profundo amor que sentía Nehemías por su nación era tan grande, que al saber el estado de su pueblo, lloró profundamente, y leemos en la Biblia cómo este hombre decide salir de su comodidad para ir a restaurar a su país.

Nehemías 2:17: “Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio”.

Lo primero que este líder hace, es animar al pueblo a cambiar la realidad del presente, para tener un mejor futuro. Un pueblo que deja de luchar, es un pueblo que se entrega a la derrota y al fatalismo, por eso, en medio de esa circunstancia se necesitaba una voz que se alzara desde el corazón y no desde el interés. De esta manera, Nehemías capta con esperanza la atención de un pueblo, mostrando su relación con Dios ante los israelitas y diciéndoles: “Levantémonos y edifiquemos”.

Nehemías 2:19: “Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?”

Nehemías 4:2: “Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?”

Nehemías era un líder que se movía por amor, y anteponía su relación con Dios, esto imprimió un sello a su liderazgo; por otro lado, el pueblo tenía a Tobías y Sanbalat, líderes basados en la fuerza, en la inteligencia maquiavélica y la violencia. Estos hombres hablaban denigrando los esfuerzos de los judíos, pensando que no lograrían nada, sin embargo, las piedras que habían quedado destruidas y sin valor, son las que Dios usó para reconstruir el muro perimetral de la ciudad.

Todas esas piedras que Tobías y Sanbalat desecharon porque pensaban que eran piedras quemadas y sin importancia, son las que terminaron por ser el material de construcción para todo un país, esto quiere decir que nadie puede pensar que no es útil, todos somos necesarios, somos piedras que salen de la cantera de Dios para reconstruir a este país.

Nehemías logró que lo desechado terminara construyendo una nación, esto era una base de la línea de fe, porque miles de años después la piedra que desecharon los edificadores vino a ser la cabeza del ángulo (Salmo 118:22), y esa piedra desechada, es Jesús. Si la Iglesia es piedra o extracto de la roca inconmovible, pero se separa, terminará como piedras dispersas, pero si se une, será el muro de protección y contención de un país.

Nehemías 4:5: “No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban”.

El odio siempre vendrá contra los que construyen. Tobías y Sanbalat asediaron a Nehemías, y solo le decían que él nunca lo iba a lograr. Cuando alguien no tiene la capacidad de construir, prefiere que nadie lo intente, y elige interferir en el esfuerzo de otro al hacerlo, sin importarle que una nación sufra por ello. Era necesario que existiera esa opresión en contra de lo que Nehemías intentaba hacer, porque solo así sacaría el potencial de su liderazgo.

Nehemías tuvo la carga necesaria por un país, la cual lo llevó a renunciar a su comodidad y deseos personales para abrazar una visión que lo excedía. Le tocó reconstruir ruinas, pero la mayoría de los líderes de la Biblia tuvieron que reconstruir desde las cenizas. Este hombre es una excelente muestra de un liderazgo necesario e indispensable para tiempos de crisis, destrucción y desesperanza; esta clase de liderazgo es la que termina imponiéndose, a causa de ante poner a Dios, porque es Él quien tiene la última palabra.